Armando Guerra presenta su candidatura a representante profesoral al consejo universitario de la Uptamca

Por prof. Armando Guerra

Ya ha sido pautada para el 8 febrero, la elección del delegado profesoral al Consejo Universitario de la UPTAMCA, y entre otros, he presentado mi nombre: Armando Guerra, a la consideración de todos, para ser electo el representante profesoral en dicha instancia. Sirvan estas líneas para la presentación y razonamiento de esta candidatura.

¿En qué contexto se dan estas elecciones?
La UPTAMCA, es un fiel reflejo del país que tenemos. Venezuela está inmersa en una profunda crisis económica, con elementos de descomposición social y crisis política, donde nada o casi nada se proyecta como ejemplo de buen funcionamiento. La educación en general, como nuestras universidades, no escapan a ello. Cualquier empresa en el país, -PDVSA, o las hidráulicas, Corpoelec o las empresas básicas de Guayana- están en el suelo. Para el ejecutivo nacional, es muy fácil, reducir la problemática del país, al bloqueo y las sanciones, en su intento por convencernos, que la problemática y realidad de Venezuela es unicausal: Las sanciones imperialistas. Y es indudable que es parte del problema. Pero con este reduccionismo, evaden sus responsabilidades como gobierno, más cuando su política económica y los efectos que de ella se desprenden son anteriores a las sanciones, y su impacto es tan fuerte, que de él no escapa ningún sector en el ámbito laboral. Sin duda, afirmamos que las sanciones han agravado nuestra situación, recayendo fundamentalmente sobre el pueblo. Por eso las condenamos y exigimos su eliminación. Pero igual afirmamos que no son la causa original de nuestros problemas.
Por otra parte, los salarios de hambre, están dentro y fuera de las universidades. Que la educación tenga mala paga, es tan deplorable, como el hambre que viven los trabajadores de la salud y el resto de los trabajadores del país. El deterioro en la calidad de vida ha sido acelerado y se convirtió en la matriz de la diáspora, en todos los ámbitos laborales, de la que no escaparon las universidades, con pérdida de personal académico, empleados, obreros y hasta una considerable merma estudiantil, ya que para muchos de nuestros jóvenes, no es atractivo o garantía de progreso, el estudiar.
Es insuficiente el presupuesto universitario, razón del deterioro creciente de nuestra infraestructura, la ausencia de comedores y de unidades de transporte, ascensores inservibles, tuberías y baños dañados, pasillos y aulas sin alumbrado, bibliotecas sin aire acondicionado, sanitarios ni equipos de reproducción, y la pérdida irreparable de los laboratorios de informática.
La calidad académica marca su paso al deterioro, a consecuencia de la diáspora. La permanencia de los bajos salarios obligan al personal -obreros, docentes y administrativos- a emigrar o combinar con otras formas de ingreso, debilitando su permanencia en la universidad, la calidad de sus funciones, perjudicando notablemente la academia.
Las instancias de cogobierno, no son democráticas. Su debate no trasciende al conjunto de la universidad, impidiendo la integración en cuerpos colegiados cuyo interés sea el desarrollo de la investigación y la academia. Por el contrario propician la formación de grupos con interés propios, contrariando el orden académico. Las autoridades no funcionan en equipo, están dispersas y distantes de la problemática y el sentir de los gremios que dan cauce a la vida universitaria. Y solo existen acercamientos, si su utilidad está al servicio de intereses políticos. Hay sindicatos que se prestan a esta práctica, desvirtuando la autonomía y la independencia de sus agremiados, sirviendo como correa de transmisión de las políticas e intereses del patrón-estado. Apegados a las políticas del gobierno, no defienden los intereses de sus trabajadores y jubilados. Estos “dirigentes”, usan al gremio como trampolín para acuerdos con el patrono, desvirtuando el principio de pureza, que debe regir en estas instituciones.
¿Qué representación profesoral se requiere?
No hay forma de sacar adelante a la universidad, sin confrontar esta crisis. Esta responsabilidad no puede recaer en quienes la han propiciado y han sido parte fundamental de ella. No es tarea de un solo hombre. La representación profesoral, como la de los otros gremios: obreros, administrativos, la estudiantil y los jubilados, deben trabajar en equipo y en la legítima defensa de sus intereses, que son la mayoría, la vida y la razón de ser de la universidad. Y para ello, deben rescatar de ser letra muerta las herramientas legales -vigente Ley de Universidades, CRBV, LOTT y demás recursos jurídicos- combinados con la movilización en la defensa de esos intereses. La representación profesoral, debe ser la voz de la mayoría y no pactar en la procura de intereses ajenos.
Para lograrlo debe apegarse al compromiso de presentar informes periódicos, escuchar las quejas, dudas e inquietudes de todos los sectores y llevarlos al cogobierno universitario, todas las veces que sean posibles, con la voz de sus legítimos interesados. Esto significa trabajar apegado a los gremios, -sobre todos aquellos ligados a la democracia, movilización y consulta asamblearia- como mecanismos de reconocimiento y respeto, ante la falta de sus derechos.
La representación profesoral, -ya que es autónoma- acudirá a escuchar la voz y el sentir de los docentes independientemente de la organización sindical en la que estén agremiados y a buscar la unidad de sus demandas y exigencias ante el cogobierno y las autoridades del ME.
Esta representación parte de entender, que transitar hacia el rescate de la universidad, es posible con gremios fuertes, que al defender sus derechos educan a sus agremiados, como al resto de los que hacen vida en la universidad y sus jubilados. Son responsables en la defensa de sus derechos y de bregar por condiciones laborales y de trabajo favorables, ayudando al desempeño y en consiguiente a la docencia, investigación y extensión, fines últimos de la universidad.
Esta representación profesoral, profesa la libertad de cátedra y el respeto de la libertad de pensamiento. Cree en la universidad, como la integración de múltiples visiones y la búsqueda del saber, mediante la investigación y el debate de ideas. Por lo que se compromete con el estímulo del debate amplio, democrático y sin restricciones, en nuestros espacios universitarios, como las del resto del país.
Insisto. Esta no es tarea solo del representante profesoral. Hago un llamado a los docentes activos y jubilados, a votar y activar por esta propuesta, rompiendo el letargo en el que la realidad nacional, como la universitaria, nos ha sumido. Esta representación tiene toda la disposición a formar parte en el cambio de esta dinámica. Queremos contar con el voto mayoritario de los docentes activos y jubilados, y alcanzar la representación profesional ante el Consejo Universitario. Queremos contar con tu disposición y capacidad de lucha, para impulsar estas propuestas.
El 8 de febrero, vota por el profesor Armando Guerra, y asume esta visión de trabajo universitario.
Profesor:  Armando Guerra Marcano
CI: 4348956

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