Australia: negacionismo y catástrofe ambiental

Por El Socialista (Argentina)

“Esto es lo que tratamos de advertirle al primer ministro en abril o mayo. Y no nos escuchó” (El País, 5/1/20). La frase corresponde a uno de los jefes de los equipos de bomberos de Nueva Gales del Sur, el estado que alberga a Sídney y uno de los más golpeados por los incendios que están azotando el país más grande de Oceanía hace semanas. Más de 10 millones de hectáreas fueron devoradas por las llamas de incendios que las poblaciones locales y la comunidad científica habían previsto fruto de observar las consecuencias del cambio climático en la región.

Hasta el momento, 28 personas murieron desde el comienzo de los incendios. Ese número desde sectores de la prensa se intenta minimizar diciendo que aún está lejos de los 173 fallecidos en el Estado de Victoria en el “Sábado Negro”, un incendio anterior en el verano de 2009. Pero hay otro “saldo” de esta catástrofe: un billón de animales muertos, incluyendo entre ellos decenas de miles de koalas que estarían poniendo a esta especie al borde de la extinción. La cifra sería provisoria y una estimación conservadora.

Las causas de los incendios

La advertencia del equipo de bomberos cayó en saco roto frente al primer ministro Scott Morrison. Se trata de un evangélico de 51 años, negacionista del cambio climático que garantizó la continuidad de una política firme por parte de Australia: negarse a asumir compromisos concretos de reducción en la emisión de gases de efecto invernadero y el uso de combustibles fósiles. Para los gobernantes de Australia el camino viene siendo darle sin parar a la máquina del calentamiento global, sin importar que su país registra dos grados en promedio por encima de la temperatura de la época preindustrial y un grado y medio respecto del período 1961-1990. 2019 fue el año más seco desde que hay registro, y alcanzó temperaturas máximas históricas de 40,9° y 41,9° los días 17 y 18 de diciembre.

A ese combo incendiario le faltaba aún otro ingrediente: la sobreproducción de eucalipto. Extremadamente rentable para las patronales bajo esquemas de monocultivo, pero poseedores de aceites altamente inflamables en sus hojas. Los riesgos eran sabidos, pero la ganancia capitalista siempre está por delante. El gobierno de Morrison es responsable.

La catástrofe que nos amenaza

A la tragedia australiana habrá que sumarle las consecuencias de este incendio aún curso. También los recientes incendios en el Amazonas y California. Y las cada vez más crudas temporadas de huracanes en Centro América, como el que azotó Puerto Rico recientemente. Las olas de calor extremas cada vez más recurrentes. Las inundaciones masivas, o las sequías devastadoras. El mundo hoy tiene según la ONU más refugiados por causas climáticas que por guerras. A todo eso resta agregarle que la ciencia anuncia que lo peor está por venir.

Las evidencias están a la vista. Las noticias que llegan por estos días del Foro Económico en Davos, informan que Donald Trump, portavoz de las multinacionales y responsable de una de las economías que más aportan al calentamiento global, salió al cruce de la activista Greta Thunberg diciendo: “tenemos que rechazar a los eternos catastrofistas y sus predicciones”.

Australia, como antes el Amazonas, desnuda a los gobiernos patronales de ambos países que de la mano de las políticas del imperialismo norteamericano con Trump prepararon el terreno para estos incendios devastadores. Y nos convoca a desarrollar la más amplia movilización, en solidaridad con todos los afectados y para exigir medidas de fondo para combatir el cambio climático.

Desde nuestro lugar, y como parte entusiasta de este nuevo movimiento que se está despertando en el mundo con la juventud a la cabeza, sostenemos que la salida de fondo para terminar con la destrucción ambiental capitalista va de la mano de la pelea por que sean quienes nunca gobernaron quienes se hagan cargo de esta dramática situación: solo gobiernos de la clase trabajadora, basados en la planificación democrática, y en alianza con los sectores populares, van a poder reorganizar la sociedad al servicio de las mayorías explotadas y de acuerdo a un plan de acción y transición ecológica que tire al basurero de la historia las amenazas de extinción que amedrentan al planeta.

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