Colombia: El nuevo golpe contra las Farc

La acción ha fortalecido a Santos, y sus acuerdos con Correa y Chávez se han revelado útiles para el imperialismo, como un factor de estabilización regional y de aislamiento político de las Farc

La acción ha fortalecido a Santos, y sus acuerdos con Correa y Chávez se han revelado útiles para el imperialismo, como un factor de estabilización regional y de aislamiento político de las Farc

Diálogo con bombas

Después de un operativo militar que duró cerca de dos meses, las fuerzas armadas colombianas cercaron y asesinaron en las montañas del sudoeste colombiano al líder de las Farc, Alfonso Cano. El jefe rebelde sobrevivió a un bombardeo «con ocho bombas de 500 kilos cada una arrojadas alrededor de la pequeña casa donde estaba» (Univisión, 8/11), pero fue abatido horas más tarde por tropas terrestres.

Aunque el ministro de defensa, Alejandro Pinzón, negó ayuda extranjera en la operación que también se cobró la vida de otros combatientes, «la tropa colombiana habría recibido apoyo de Israel y Estados Unidos para ubicar y dar muerte al jefe insurgente, a quien perseguía desde hace dos años» (ídem). Cano es el cuarto dirigente de alto rango que pierden las Farc en los últimos años, luego de la muerte natural de Manuel Marulanda y los asesinatos de Raúl Reyes y el «Mono Jojoy».

Aunque Santos no es contrario a la apertura de un proceso de diálogo con la guerrilla, pretende negociar su desmovilización desde una posición de fuerza excepcional.

El aislamiento de las Farc

El asesinato de Cano se produce en momentos de fuerte aislamiento internacional de las Farc. A partir de la asunción de Santos, tanto Ecuador como Venezuela normalizaron sus vínculos con Colombia.

Correa declaró: «Si la muerte de Alfonso Cano sirve para decir basta y los miembros de las Farc entienden que por esa vía no alcanzan la justicia social… en hora buena» (Radio Caracol, 9/11).

Correa y Santos operan en forma conjunta contra la insurgencia en la frontera colombo-ecuatoriana. En lo que respecta a Venezuela, Chávez ha guardado silencio frente a la muerte de Cano mientras la prensa informa de «un programa de intercambio de generales y oficiales superiores de los dos ejércitos que tendrá como objetivo garantizar la coordinación óptima de la lucha contra el narcotráfico, tanto en tierra firme como aérea y marítimamente» (RT.com, 25/10).

En cuanto al campo comercial, «se han acordado varios acuerdos importantes en materia energética. La parte venezolana incrementará el suministro de petróleo a Colombia, mientras que el lado colombiano ha prorrogado el contrato de la venta de gas a Venezuela por dos años. Se ha pactado, además, la creación de una compañía mixta que se dedicará a construir un oleoducto que vaya del río Orinoco en el este de Venezuela, hasta el puerto colombiano de Tumaco en la costa pacífica» (ídem). Estos compromisos explican que el gobierno de Chávez deportara rápidamente a Colombia a Joaquín Pérez Becerra, presunto líder de las Farc en Europa.

Internamente, las Farc también se encuentran golpeadas. El alto mando militar colombiano se jacta del alto nivel de infiltración que ha logrado sobre la guerrilla.

Un recambio acertado

Además del golpe contra Cano, las recientes elecciones municipales constituyeron otro triunfo del gobierno de Santos, que pulverizó a su ex aliado Alvaro Uribe.

«Tras evaluar los resultados, Santos se sintió más libre de la incómoda presencia de Uribe, y empezó a tomar decisiones que muestran que su divorcio con él será definitivo. De hecho, ha designado como ministro de Trabajo a Rafael Pardo Rueda, máximo jefe del partido Liberal, y férreo opositor de Uribe» (El País, 31/10). Uribe fue derrotado en su propio feudo, Antioquía. «Del círculo más cercano a Uribe, barones electorales que él estaba preparando como presidenciables también fueron derrotados en estas elecciones (…) A nivel de colectividades, el músculo político que mantuvo airoso a Uribe durante los ocho años de gobierno, el tradicional partido conservador, prácticamente fue borrado del mapa electoral» (ídem).

Santos ha derrotado políticamente a Uribe y se ha colocado, ante los ojos del imperialismo, como el hombre capaz de conducir el desarme de las Farc y de contener a los regímenes bolivarianos.

Lucha obrera y estudiantil

Es indudable que el despliegue militar y paramilitar contra las Farc tiene el propósito adicional de fomentar la represión contra todas las luchas populares.

Las 32 universidades públicas de Colombia entraron en huelga el 12 de octubre contra una ley educativa que «disminuye drásticamente la inversión del Estado por cada estudiante, obligando a las universidades públicas a autofinanciarse vendiendo proyectos a empresas privadas» (CNN en Español, 11/11). Más de 200.000 estudiantes se manifestaron en Bogotá y pusieron la ley contra las cuerdas.

A la vez, los petroleros fueron a la huelga general por su derecho a la organización sindical y contra la tercerización (estabilidad de los contratos). «Las empresas del sector recurren a la cancelación de contratos laborales y a contratistas de mano de obra para impedir el libre derecho a la asociación, como ha ocurrido recientemente en los campos que la canadiense Pacific Rubiales Energy explota en asociación con Ecopetrol en el este de Colombia. Tal práctica ha llevado a que solo la petrolera estatal tenga cerca de 30.000 trabajadores indirectos y solamente 5.500 directos» (ABC, 9/11). Más de 1.200 tercerizados que represalió la patronal bloqueaban el día posterior de la huelga la entrada a la refinería de Ecopetrol en Barrancabermeja.

Conclusión

La operación contra Cano y el triunfo en las elecciones municipales y regionales han fortalecido al gobierno de Santos frente a la guerrilla y a sus adversarios del propio palo paramilitar (Uribe).

Su política de acuerdos con Correa y Chávez se ha revelado útil para el imperialismo, como un factor de estabilización regional y de aislamiento político de las Farc. Sin embargo, Santos deberá probar ahora si cuenta con los recursos políticos suficientes para enfrentar el ascenso de masas que expresan las luchas estudiantiles y obreras, el elemento más novedoso de la etapa.

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