EEUU: La reelección de Obama

Al cierre de esta edición los resultados arrojaban que el actual presidente yanqui, Barack Obama, se alzaba con el triunfo en el marco de un resultado reñido en algunos estados, obteniendo menor porcentaje de votos que en las presidenciales anteriores. Horas previas las encuestas daban un empate técnico con su opositor del partido republicano, Mitt Romney -un gran empresario ultraderechista de religión mormona-, cosa que no se dio, ya que la ventaja de Obama fue más importante de lo que decían los sondeos.

Al cierre de esta edición los resultados arrojaban que el actual presidente yanqui, Barack Obama, se alzaba con el triunfo en el marco de un resultado reñido en algunos estados, obteniendo menor porcentaje de votos que en las presidenciales anteriores. Horas previas las encuestas daban un empate técnico con su opositor del partido republicano, Mitt Romney -un gran empresario ultraderechista de religión mormona-, cosa que no se dio, ya que la ventaja de Obama fue más importante de lo que decían los sondeos.

Los primeros guarismos evidenciaron un abrumador respaldo de las minorías, entre ellos, votos de afroamericanos e hispanos, el voto de las mujeres y de los jóvenes, más allá de las promesas incumplidas por parte del actual presidente. Obama logró el control del Senado, aunque los republicanos mantenían mayoría en la Cámara de Representantes.

Hubo otros 15 candidatos -entre ellos de grupos de izquierda, como el del Freedom Socialist al que los compañeros de Socialist Core (UITCI en EEUU) llamaron a votar-. Ninguno de ellos tuvo posibilidad siquiera de ser conocido para el 99% de los votantes, porque la maquinaria electoral y los millones que ponen las multinacionales y banqueros es para que se conozcan solo a los dos candidatos patronales del tradicional bipartidismo. Entre los candidatos a presidente y a legisladores demócratas y republicanos, los dos partidos del sistema gastaron 6.000 millones de dólares (según cálculos del New York Times), aunque la cifra real podría ser muchísimo mayor. Por eso alguien dijo: ‘el voto que más pesa es el del dinero’.

Obama gana a pesar de que premió con casi 5 billones de dólares a los bancos (mientras hay 100 millones de pobres en EE.UU); gastó al año 700.000 millones en el presupuesto de guerra más alto de la historia norteamericana y el 68 % de la población dice estar descontenta con la situación social. Millones votaron por él dándole una nueva oportunidad ante la grave crisis social, creyendo en que podrán obtener algunas mejoras, comparando con las propuestas marcadamente de derecha que levantaba Rommey, visto como un peligro de que con él se podrían perder aun más conquistas sociales.

Los trabajadores, inmigrantes y demás sectores populares seguramente no le han dado un cheque en blanco a Obama, muy lejos de el “voto esperanza” que logró en 2008. Y si quieren tener salarios dignos, empleo, o derecho a un techo, a la salud o a la educación, deberán seguir luchando para que la crisis capitalista-imperialista mundial no se descargue sobre sus espaldas, sino sobre las de quienes la provocaron: una minoría de capitalistas para quienes Obama seguirá gobernando.

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