El Exodo Venezolano: Una apuesta por la vida

La historia del éxodo bíblico es un paradigma que por excelencia ayuda a reinterpretar nuestra realidad a la luz de esa intervención de Dios en la historia de un pueblo oprimido.

La historia del éxodo bíblico es un paradigma que por excelencia ayuda a reinterpretar nuestra realidad a la luz de esa intervención de Dios en la historia de un pueblo oprimido. El Éxodo no es sólo el acontecimiento puntual de la salida del pueblo hebreo de la dominación egipcia, es todo el proceso histórico que a partir de ese evento se comienza a construir, con sus aciertos, desesperanzas y contradicciones.

El pueblo venezolano ha estado inmerso en una situación de sometimiento ideológico que no le ha permitido discernir los estados de opresión y dominación a los cuales ha sido sometido tanto por factores externos como internos. Las clases empobrecidas por muchos años asumieron la tesis de los dueños del poder: que la vida ya estaba hecha y lo único que nos tocaba era vivirla en las circunstancias que la providencia nos había destinado a cada uno. Es decir, vivir a la sombra de quienes se autoproclamaron los sujetos históricos por excelencia y hasta se pensó que los dueños del poder querían prestarnos ayuda pero que nuestra limitaciones congénitas no permitían que esa ayuda se concretara y estropeábamos todo esos esfuerzos.

Mientras razonábamos de esta forma era imposible iniciar algún proceso de independencia ideológica que comenzara a trastocar el modelo de sociedad imperante. A partir de 1999 las clases en estado de exclusión y marginación comienzan a cuestionar el modelo de sociedad que les habían vendido como ideal. Toman conciencia de su condición de oprimidos, se percatan de las situaciones de injusticia a las que han sido arrojados y asumen la tarea de deslastrarse y desmontar la condición a la cual habían sido destinados. Romper con el modelo social imperante y establecer un nuevo contrato social se convierte en la tarea principal de este pueblo que despierta y se rebela contra el status quo.

Pero las situaciones de opresión y esclavitud domestican las conciencias y pervierten la identidad de los pueblos, y se hace necesario un reaprendizaje de quienes somos, que queremos, y hacia donde vamos. No es suficiente con tomar conciencia de las realidades de injusticias que se experimentan, es necesario plantearse caminos de liberación que conduzcan hacia la construcción de mejores relaciones como seres humanos. Así como no es fácil para el preso que lleva más de 20 años en una cárcel asumir la libertad sin miedos, para los pueblos que han estado bajo sistemas de opresión la idea de la liberación genera muchas esperanzas pero también muchos temores. Venezuela está transitando un éxodo, de eso no hay dudas. Esta saliendo de un modelo de sociedad, que curiosamente se construyó durante los últimos 40 años, y los temores de atreverse a cuestionar lo establecido es parte intrínseca del proceso. El ser humano puede acostumbrarse tanto a la esclavitud que la libertad se interpreta como una amenaza. Por eso, cuando el pueblo de Israel decidió salir de Egipto, algunos optaron por quedarse, sin duda alguna los que sin perder su condición de esclavos gozaban de mayores privilegios. Aquellos que se hicieron egipcios ideológicamente y vendieron su identidad por menos trabajos y logros personales.

Todo proceso de liberación está expuesto a ser cuestionado no solo por los opresores sino por oprimidos que tienen complejo de opresores, y que asumen posturas mas radicales, en ciertos casos, que las mismas clases dominantes. Los venezolanos estamos ante el mismo fenómeno, la gran mayoría del pueblo empobrecido ha decidido romper con los lazos de opresión y esclavitud que el modelo impuesto ha creado, mientras que un pequeño grupo ha preferido mantenerse al lado del viejo modelo y replegarse a la posición de los dueños del poder.

Una vez en el desierto el pueblo hebreo comenzó a manifestar muestras de cansancio y desesperación. Algunos comenzaron a recordar “lo bien que la pasaban en Egipto, y de las ricas comidas que tenían”. La deserción comenzó a hacerse parte también de la caminata hacia la liberación.

El proceso venezolano experimenta como cualquier otro, estados de desaliento y abandono por parte de quienes sienten que aun sus expectativas no han sido satisfechas. Pero se puede decir, que en la mayoría de los casos son procesos de autocensura que por un lado nos ayudan a ser más críticos ante lo que se dice y hace; y por el otro a aceptar que muchos interpretan que la salida- el Éxodo- ya es la liberación, y no el primer pasó hacia la tierra prometida.

A penas estamos comenzando a transitar el camino por el desierto, el cual nos invita a ser constructores de la vida y de lo que queremos. El desierto es escuela que nos enseña, por medio de aciertos y fracasos. El desierto es lo que esta delante, como sitio inhóspito y lleno de peligros, pero también es la senda que conduce a la libertad y a los sueños por muchos años negados. Regresar a Egipto es una posibilidad que cada día los opresores nos dibujan con más belleza y colores. Nos muestran de manera ampliada los peligros y fallas que el desierto propicia, y las maravillas que hemos dejado atrás.

Ante estas propuestas muchos sucumben. Pero para quienes ya la esclavitud es cosa del pasado, y la libertad se presenta delante, independientemente de los riesgos y fracasos que se puedan cometer, regresar no es ni una posibilidad ni una opción. Añorar el pasado es morir, pero marchar por el desierto construyendo los rumbos hacia la vida se convierte en la razón de continuar caminando. Los egipcios seguirán detrás esperando cualquier error para llevar a los pueblos que han tomado conciencia a nuevas situaciones de esclavitud, y los conflictos muchas veces se agudizaran, pero la vida con todas sus oportunidades de plenitud está más allá del desierto.

Venezuela se ha convertido literalmente en una piedra en el zapato para los centros de poderes foráneos e internos. Es un mal ejemplo que otros pueblos pueden comenzar a imitar si no se detiene esta irracionalidad a tiempo. Los sectores pudientes que aun mantienen el poder en diversos escenarios han enfilado todas sus armas contra el proceso que protagonizan las clases más empobrecidas a fin de neutralizar su avance y logros. Los anónimos sociales han tomado la palabra y no la quieren soltar, y han dejado el silencio impuesto para luchar por relaciones mas justas de convivencia.

Venezuela atraviesa hoy por un fenómeno sociopolítico que nos está obligando a replantear desde abajo la sociedad que tenemos y a propiciar modelos alternativos que se ajusten más a las necesidades e intereses de las clases más desfavorecidas, a fin de estrechar el abismo inhumano que divide a ricos y pobres y establecer relaciones mucho mas justas que las que hemos tenido hasta ahora. El desafío es asumir los aciertos y errores que la difíciles condiciones del desierto puedan generar, no para detenerse o declinar en la marcha, sino para seguir avanzando hacia la vida que los pobres hoy tienen por delante con sus sueños y utopías.
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* / Ricardo Moreno

Venezolano residente en Los Angeles, fue presidente del Caucus Hispano Latino y del Caucus Etnico Racial de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos de América. Es miembro del capitulo de Los Angeles de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Tambien es Presidente de Los Angeles Simon Bolivar Association, y Co-Host de «Nuestra Voz». Thursdays 9:30 P.M. 90.7 FM Los Angeles. www.kpfk.org

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