El nuevo Papa, un cómplice de los crímenes de la dictadura argentina

14 de marzo.- La Iglesia Católica atraviesa una importante crisis, reflejada en la renuncia de Joseph Ratzinger a la jefatura de El Vaticano, en medio de escándalos de corrupción y la exposición pública de la protección brindada por la alta jerarquía eclesiástica a curas pedófilos en los cinco continentes. Sin embargo la institución mantiene mucho poder y la mayor parte de sus adeptos en Latinoamérica, región de la que proviene el nuevo Papa, Jorge Bergoglio, quien fuera arzobispo de Buenos Aires y cuya trayectoria incluye una abyecta complicidad con la dictadura militar.

14 de marzo.- La Iglesia Católica atraviesa una importante crisis, reflejada en la renuncia de Joseph Ratzinger a la jefatura de El Vaticano, en medio de escándalos de corrupción y la exposición pública de la protección brindada por la alta jerarquía eclesiástica a curas pedófilos en los cinco continentes. Sin embargo la institución mantiene mucho poder y la mayor parte de sus adeptos en Latinoamérica, región de la que proviene el nuevo Papa, Jorge Bergoglio, quien fuera arzobispo de Buenos Aires y cuya trayectoria incluye una abyecta complicidad con la dictadura militar.

Bergoglio formó parte de la organización peronista fascista Guardia de Hierro, y es conocido por sus posiciones ultraconservadoras y reaccionarias. En 2007 llegó a decir, refiriéndose al aborto, al que calificó de «terrorismo demográfico», que “hay miles de madres que matan a sus hijos” y que de legalizarse el aborto en Argentina, “dentro de unos años darán libertad a los hijos para matar a sus padres”. También llamó a una «Guerra de Dios» contra el matrimonio civil entre personas del mismo sexo.

A finales del año 2010, Bergoglio declaró en el juicio contra 17 esbirros de la dictadura por crímenes cometidos en la ESMA, debido a su vinculación con el secuestro, tortura y desaparición de dos curas jesuitas en 1976, quienes permanecieron seis meses secuestrados. Las víctimas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, eran dos curas jesuitas que trabajaban en un barrio pobre y cuya desaparición ocurrió poco después de que Bergoglio les censurara políticamente y exigiera que se retiraran del trabajo comunitario. Al ser liberados, los curas que habían sido secuestrados le informaron a Bergoglio de la existencia de muchos más desaparecidos en el lugar en el que estuvieron recluidos. Bergoglio ocultó esta información y se negó a denunciarla.

José Castillo, candidato a diputado nacional por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda, ante la designación de Bergoglio como Papa señaló: “Bergoglio -más allá del júbilo de honestos creyentes por tener un “Papa argentino”-, representa la actual y retrógrada Iglesia Argentina que estuvo con todos los golpes militares -desde la Libertadora a la de Videla y Martínez de Hoz-, bendiciendo las torturas y apoyando a las desapariciones de personas. A su vez, la cúpula eclesiástica apoyó a todos los gobiernos oligárquicos, viviendo de los fondos del Estado al día de hoy, que paga sueldazos a obispos y cardenales y subsidia millonariamente a la escuela privada de la cual la iglesia actúa como patronal. Además, Bergoglio fue un acérrimo militante contra el legítimo derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que evitaría la muerte de miles de mujeres sometidas a abortos clandestinos mal practicados. Por todo eso, para los socialistas no hay nada que festejar”.

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