Emeterio: el capitalismo no es el fin de la historia

Emeterio Gómez publicó el 5 de junio un artículo dando continuidad a la polémica abierta a raíz de una entrevista que me hicieran en este diario, en la cual reivindico al verdadero socialismo, deslindándolo de la farsa del «socialismo del siglo XXI» chavista, así como de la pesadilla de las dictaduras estalinistas.

Emeterio Gómez publicó el 5 de junio un artículo dando continuidad a la polémica abierta a raíz de una entrevista que me hicieran en este diario, en la cual reivindico al verdadero socialismo, deslindándolo de la farsa del «socialismo del siglo XXI» chavista, así como de la pesadilla de las dictaduras estalinistas.

En su artículo Emeterio recuerda a Margaret Thatcher cuando dice que el capitalismo es insustituible, y que no hay alternativa posible para un sistema regido por las multinacionales, la banca y los propietarios de grandes empresas. Esa creencia dogmática niega el hecho de que la sociedad se ha transformado a lo largo de la historia, y los pueblos han derrumbado sistemas económicos y sociales que parecían inamovibles. Siempre aquellos que se encuentran en la posición dominante en la sociedad ven su propio dominio como eterno, «insustituible» como diría Emeterio.

Emeterio también sostiene que antes del desarrollo del capitalismo había más pobres. Podemos estar de acuerdo en que la democracia burguesa es superior al absolutismo, o que en el capitalismo los trabajadores han conquistado mayores libertades y derechos que en un sistema esclavista. Pero también es una realidad que bajo el capitalismo se condena a miles de millones de personas a una situación desesperada de hambre y enfermedad, mientras que unos cuantos miles forman una elite de millonarios. Que el capitalismo se caracteriza por la crisis crónica de su economía, como lo evidencian el estallido de las hipotecas basura en Estados Unidos y la crisis que se extiende a toda Europa; por las guerras permanentes de agresión a los pueblos y la destrucción sistemática del planeta, que nos conducen a la barbarie. Estoy seguro de que este orden mundial, del que forma parte nuestro país pese a toda la charlatanería «roja-rojita», algún día lo veremos con tanta extrañeza y horror como hoy vemos las Cruzadas, la Inquisición, la esclavitud, y tantas otras instituciones que en su momento también fueron presentadas por los Emeterio de su época como «insustituibles».

En nuestro propio país, yo me pregunto: ¿los trabajadores debemos resignarnos a vivir eternamente bajo un modelo económico en el que haya una minoría multimillonaria, incluyendo a la llamada «boliburguesía», al lado de una gran mayoría de pobres y excluidos? Definitivamente creo que no.

A diferencia del falso socialismo chavista, un gobierno verdaderamente democrático, de los trabajadores, los campesinos y las organizaciones populares, puede realizar la verdadera siembra del petróleo, colocando ese recurso estratégico bajo control 100% estatal y destinar la renta para salud y educación universal y de calidad, vivienda, soberanía alimentaria, y reactivar el parque industrial bajo control democrático de los trabajadores, técnicos y profesionales. Todos podríamos ganar un salario que cubra la canasta básica. Es absurdo que haya hasta un 50% de la población sumida en el desempleo y el subempleo, mientras que importamos prácticamente todo; o que haya tierras ociosas mientras hay agricultores sin tierra, carentes de financiamiento y asesoría técnica. Por eso planteamos que estos problemas inherentes al modo como está organizada nuestra sociedad se pueden superar si nos organizamos de manera mucho más democrática. En ese sentido, y con relación a la propiedad privada, decimos que todo el mundo debe tener derecho a trabajar y ser propietario de su vivienda y todo lo necesario para una vida digna y cómoda. Y añadimos que para que esos derechos sean efectivos, tienen que estar acompañados del derecho a decidir sobre la planificación económica nacional, del derecho a participar en asambleas en nuestro lugar de trabajo para decidir sobre el destino de los excedentes y los planes de producción. El socialismo que defendemos socializará la propiedad productiva y de esa manera hará efectivos muchos más derechos económicos que aquellos de los que gozan actualmente los trabajadores bajo el capitalismo.

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