Esenin y Trotsky

Por Michel Kehrnon (Los heraldos negros)[1] 

Sus destinos no tienen, aparentemente, gran cosa en común: en el momento en el que Esenin[2] se embriagaba y se divertía al rebautizar las calles de Moscú, Trotsky organizaba el Ejército Rojo y luego, la economía soviética. Sin embargo, con quince años de diferencia, ellos tuvieron una coincidencia: un trágico fin. Y durante su vida, repetidas veces, pudieron manifestar su acuerdo y su estima recíprocos, lo que en la historia de la literatura rusa, en manos de los stalinistas y de los reaccionarios pasa silenciosamente.

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Muy temprano Esenin se interesa en la vida política: desde 1912, se encuentra entre los Socialistas Revolucionarios[3] de las reuniones de la Sociedad Literaria y Musical Sukirov. Publica poemas en sus periódicos: Dielo Naroda [La Causa del pueblo] y Znamia Trouda [La Bandera del trabajo]. En una de sus autobiografías, afirma haber sido miembro de las milicias armadas de S. R. de izquierda durante la revolución. No poseemos otra prueba que una mención de Blok en su periódico, el 21 de febrero de 1918. El grupo imaginista[4] que él funda en 1919 con Cherchenevitch, Kussikov, Mariengov, etc. está ligado a los S.R. Esenin aprueba por completo la Revolución de Octubre, pero «a su manera», desde el punto de vista campesino. Siempre se sintió concerniente por los problemas del campesinado ruso. Había en él un impulso, una sensibilidad incontrolable que hacen de su persona un ejemplo más o menos perfecto del ruso tal como se lo representa en Occidente, y tal como se encuentra frecuentemente. Esenin se sentía “asiático”; mientras que Mayakovski, su gran rival en el corazón de los rusos, se esforzó por conducirse como hombre “civilizado”, sobre todo en el extranjero, Esenin, de una manera significativa, coleccionaba los escándalos. Uno de los más celebres (él había cantado la Internacional en un café de emigrados en Berlín), estuvo a punto de quitarle su visado, y debió prometer a Litvinov, viceministro de asuntos extranjeros, «comportarse correctamente». Se refirió una vez a Mayakovski de “americano”, y no era un cumplido. Su espontaneidad rozaba el anarquismo, la indisciplina fundamental, que forma frente a mis ojos, el rasgo más bello del carácter auténticamente ruso, ello explica las declaraciones como ésta: «Nunca fui miembro de P.C.R. porque me siento mucho más a la izquierda».

De hecho, él lucha, «a su manera», por la revolución. Su actividad subversiva se hace ilustre en una expedición nocturna contra el monasterio de la Pasión en Moscú (allí donde se encuentra hoy un cinema, en la plaza Pushkin): acompañado de algunos imaginistas y por un miembro de la Comisión de evacuación, en mayo de 1920, escribe en enormes letras sobre las paredes del edificio un cuarteto antireligioso, mientras que Cherchenevitch muestra al miliciano de guardia un papel que atestigua que estos artistas fueron oficialmente encargados para tal misión. Al día siguiente, el sitio es invadido por una muchedumbre estupefacta que lee:

He aquí, los gruesos muslos

De esta pared obscena.

Aquí, por la noche, las monjas

Quitan los calzones a Cristo.

Las monjas en cuestión, también bajo la protección de la milicia, se esforzaron por borrar los versos provocadores.

Los escándalos ocasionados por Esenin estaban lejos de tener todos carácter político. El poeta proletario N. Poletaiev estima que era arrestado solamente dos veces a la semana (los tiempos eran mejores). Esto no impedía a los grupos de vanguardia imprimir sus folletos de poemas sobre las prensas de GPU.[5] En 1921, Zviozdny byk [El Toro estrellado] de Kussikov y Esenin es publicado por los cuidados de la imprenta especial del tren de Trotsky.

***

Las relaciones entre Trotsky y Esenin, incluso si hubo relativamente pocos contactos personales, eran extremadamente cordiales. Esenin admiraba profundamente a Trotsky, cuyo nombre es hoy sistemáticamente borrado en la U.R.S.S. Así lo expresan las primeras líneas de Jelezny Mirgorod [La Ciudad de hierro] faltantes en la edición soviética en cinco volúmenes de las obras del poeta. He aquí:

No leí el artículo de Trotsky sobre el arte contemporáneo, publicado el año pasado, porque estaba en el extranjero. Me informé de eso sólo ahora, después de mi regreso. Leí lo que él dice de mí y me causó una sonrisa triste. Me gusta el genio de este hombre […]. Él tenía totalmente la razón cuando decía que volvería diferente de lo que era antes de mi salida…

Sabemos [cf. Literatura y Revolución] que Trotsky tenía colocado a Esenin como uno de sus «compañeros de camino», como llamaba a los escritores favorables a la revolución, sin ser por eso miembro del Partido Comunista.

Un día Blumkine,[6] el antiguo terrorista, arregló una entrevista para Esenin y Mariengov: ellos fueron al Kremlin para hablar con Trotsky de la publicación eventual de una revista, pero el proyecto no se concretó.

Según Oleg Leonidov, «L.D. Trotsky seguía la obra de Esenin con gran interés. Tuvo varias conversaciones con el poeta, durante las cuales trataba de animarle. Después de tales encuentros con Trotsky, Esenin estaba tranquilo, satisfecho. Soñaba con hacerse un poeta “nacional”, y, en tono complaciente, poco serio, se declaraba “propiedad del Estado”. V. Nassedkine informa que Esenin “consideraba a Trotsky como un tipo de hombre completo e ideal”».

Notamos al pasar que el nombre de Stalin no es mencionado una sola vez en la obra poética de Esenin, mientras que el de Trotsky se encuentra dos veces en el Piesn’o velikom pokhode [Poema del gran campo] y una vez en Chamuscar besprioutna’ia [Rusia sin fuego ni lugar] en donde son tema los niños abandonados, sus talentos despilfarrados:

Entre ellos se encuentran Pushkin

los Lermontov

los Koltsov

y nuestro Nekrassov está también entre ellos.

Entre ellos se encuentran incluso Trotsky

los Lenin y los Bujarin.

Estas dos últimas líneas faltan evidentemente en la edición soviética.

Después de la muerte del poeta, Trotsky consagra un artículo admirable («A la memoria de Serguei Esenin», Pravda, 19 de enero, 1926) donde el rigor de ciertos juicios emitidos sobre su vida son atenuados, sentidos incluso, ya que Trotsky habla del «gran poeta lírico que no supimos guardar entre nosotros». Él comprende entonces que la presencia obsesiva de la sangre en la obra de Esenin (considerada ridícula en 1923, a propósito de Pugatchov), lejos de ser un artificio de literato, presagiaba su fin: «Cada verso estaba escrito con sangre de sus venas heridas.»

Dada la serie de acontecimientos, Trotsky habría podido volver sobre esta apreciación: «El poeta murió porque no era de la misma naturaleza que la revolución». Hoy, parece al contrario que Esenin casi murió al mismo tiempo que la revolución, que su suicidio es la reacción de una gran sensibilidad contra la degeneración del Estado soviético.

Es en este texto[7] que Trotsky da la definición más bella de los objetivos de la revolución: «La revolución conseguirá para cada individuo el derecho no sólo del pan, sino también el de la poesía.»

La revolución no se resume en una conquista de satisfacciones materiales. Trotsky se interesaba de cerca por los problemas del arte y de la literatura y sus relaciones con la revolución. Sostuvo siempre la idea de que ningún grupo literario debía pasar como oficial. Antes del manifiesto de FIARI[8] (1938) proclamaba el derecho a la libertad para el arte. Sus relaciones con Esenin tienen de notable que fueron establecidas en la más completa independencia. Cada uno pelea en su dominio por la revolución. Su acuerdo no está fundado sobre el servilismo o el interés. Ellos se sitúan en una altura intelectual, a un nivel de sinceridad que permiten la confluencia de ambas vías de la libertad:[9] la Poesía y la Revolución.

La revolución no es reducible a un fenómeno político, se manifiesta en todos los campos de actividad, como totalidad creativa, y como creación de todos.

Cuando ésta es vencida, la tragedia que esto representa no arrastra de la misma forma al poeta y al revolucionario.

Esenin está sometido hasta el final a una cierta lógica, la de la existencia individual, la de la sensibilidad herida por la dureza de la historia cuyo sentido escapa de él en gran parte. El revolucionario, no conoce «tragedia personal» porque se coloca sobre el terreno del análisis objetivo de la situación.

Su vida, como decía Ioffe (en su última carta, publicada como anexo en De la Révolution, p. 641): «está en el servicio de algo infinito», la humanidad. Trotsky, para quien estas palabras tomaban sentido, debía luchar y superar la angustia, a pesar de las desgracias que ensombrecieron su vida privada.

Esto es lo que hace la diferencia: el poeta vive la aflicción, el político la comprende.

Traducción de Gerardo Rayo

BIBLIOGRAFÍA

Essenine, Sobranie Sotchinienii (Œuvres), 5 vuelo., Moscú, 1966-1968.

Léonidov, “Jivoï Esenin” (Essenine vivo) in: Krasnaya Gazha, Leningrado, 21 jan. 1926.

MAC VAY, Esenin: a life, Ardis, Ann Arbor, 1976.

NASSEDKINE, Posliedny grad Esenina (El último año de Essenine), Moscú,

1927.

ROIZMAN, Vsio, chto pomniou tiene Esenine (Todo de lo que me acuerdo a propósito de Essenine), Moscú, 1973.

TROTSKY, Literatura y Revolución, París, Unión general de edición (10-18), 1974.

[1] Publicado originalmente en: Cahiers Leon Trotsky, no. 1, enero 1979, París, Institut Leon Trotsky, pp. 95-100.

[2] Serguei Esenin, (Konstantinovo, 1895 – Leningrado, 1925). [N. del T.]

[3] “Partido Socialrevolucionario.-A sus miembros se les llama corrientemente los ‘S.R.’, según las iniciales del nombre del partido. En su origen, Partido Revolucionario Campesino y Partido de las Organizaciones de Combate, es decir, de los terroristas. Después de la Revolución de Febrero, afluyeron a él numerosos contingentes de afiliados, muchos de los cuales no habían sido antes socialistas. Por esta época, los S.R. reclamaban la supresión de la propiedad privada de la tierra, pero mediante indemnización a sus propietarios. El desarrollo del espíritu revolucionario entre los campesinos obligó pronto a abandonar esta cláusula de la indemnización, y los intelectuales más jóvenes y más combativos rompieron con el partido para formar otro nuevo, denominado ‘socialrevolucionario de izquierda’. Los S.R., llamados en adelante por las agrupaciones de izquierda ‘socialrevolucionarios de derecha’, adoptaron la actitud política de los mencheviques y trabajaron de acuerdo con ellos. Acabaron por representar a los campesinos acomodados, los intelectuales y las poblaciones sin educación política de los distritos rurales alejados. Había, sin embargo, mayor variedad de matices en sus opiniones políticas y económicas que entre los mencheviques. Sus jefes están representados en este libro por Avxentiev, Gotz, Kerenski, Chernov y Breshkovskaia, apodada ‘la Abuela’.

a) Socialrevolucionarios de izquierda.-Aunque compartieran en teoría el programa de dictadura proletaria de los bolcheviques, al principio estaban poco inclinados a adoptar la táctica implacable de éstos. Sin embargo, permanecieron en el Gobierno soviético y aceptaron algunas carteras, especialmente la de Agricultura. Se retiraron muchas veces del gobierno, pero siempre volvían a él. Los campesinos, que desertaban cada vez más de las filas de los S.R., iban a engrosar el partido socialrevolucionario de izquierda, que se convirtió así en el gran partido campesino, favorable al Gobierno de los Soviets, a la confiscación sin indemnización de las grandes fincas y a un nuevo reparto efectuado por los campesinos mismos. Jefes: Spiridonova, Karelin, Kamkov y Kalagaiev.” John Reed, Diez días que estremecieron al mundo, España, Diario Público, 2009, pp.25-26. (Biblioteca Pensamiento Crítico) [N. del T.]

[4] El imaginismo fue fundado en 1919 por los poetas Esenin, Rurik Ivnev, Anatoly Mariengov, Vadim Cherchenevitch, y los pintores Borís Erdman y Georges Yakulov. Su último manifiesto data de 1924. Desde el principio aparecen dos tendencias: una de izquierda que reagrupa Cherchenevitch, Mariengov Nicolás y Borís Erdman Yakulov cuyos fines son más vanguardistas; la tendencia de derecha más los clásicos, Pushkin en particular, que ve en la metáfora un medio de representación más que un fin en sí. Forman parte: Esenin, Koussikov, Grouzinov, Roizman. Las categorías “derecha” e “izquierda” son retomadas de la política que trastornaba la vida intelectual rusa y les proporcionaba, en parte, su terminología a las escuelas artísticas. (LEF, Frente de Izquierda del Arte, es célebre.) El imaginismo es un movimiento importante en el que ciertos participantes, si su evolución no hubiera sido interrumpida por el estalinismo, habrían podido reunir las ideas surrealistas, como el manifiesto de 1924 permite suponerlo, tanto los temas son próximos a los del surrealismo francés que nace en la misma época: revolución de la sensibilidad, liberación del espíritu, el culto de la imagen…

[5] Nombre de la policía política soviética, sucesora de la Tcheka, de 1922 a 1934. [N. del T.]

[6] Fue un antiguo militante de la izquierda socialista, luego bolchevique, agente de la Tcheka y luego espía del GPU. [N. del T.]

[7] Trotsky comenta para eso un error ampliamente difundido que no parece haber sido señalado en las publicaciones francesas: «Él había asimilado mucho más profundamente a Teherán que a New York, y el lirismo muy interior del niño de Riazán encontró en Persia mucho más afinidades que en las capitales cultivadas de Europa y de América». O Esenin nunca puso los pies en Persia. Mientras que él estaba en Bakú sus amigos “organizaron” su viaje en “Persia”: una noche mientras que él estaba medio dormido y sin duda no completamente en ayunas, ellos le hicieron hacer un largo paseo en coche, luego lo llevaron a un piso decorado con alfombra, y donde se encontraba una mujer con velo. Desde entonces Esenin, que pasó un tiempo en este lugar adornado de un jardín bonito, creyó de buena fe que había ido a Teherán. Era Kírov, el primer secretario del partido en Azerbaiyán, que había tenido esta idea para preservar la vida de Esenin, dadas las relaciones de Irán y de la U.R. S.S.

[8] Se refiere al manifiesto de la Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente, firmado por André Breton y Diego Rivera: “Lo que queremos: La independencia del arte para la revolución, la revolución para la liberación definitiva del arte.” [N. del T.]

[9] Que la verdadera poesía esté del lado de los oprimidos, encuentro una prueba emocionante en este pasaje de las Memorias de un bolchevike-leninista (Maspero 1970 p. 149): el autor es llevado en barco al campo de Vorkouta: «Nos ordenaron descender hacia la cala y esperar. Ese lugar era sombra y la atmósfera era angustiante. Alguien entonó una canción de Esenin atestada de toda la tristeza de la tierra rusa.»

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