Estados Unidos: ¿Imperio en bancarrota?

El llamado «cierre del gobierno», que suspendió de su empleo a 800.000 empleados públicos, muestra la crisis económica y política de Estados Unidos.

El llamado «cierre del gobierno», que suspendió de su empleo a 800.000 empleados públicos, muestra la crisis económica y política de Estados Unidos. Lo que es una pulseada política entre la mayoría republicana en diputados y el gobierno demócrata de Obama «puede tener graves consecuencias económicas», dijo el FMI.

Los noticieros de televisión mostraron a Obama comprando un sandwich para su almuerzo en el kiosquito de la esquina de la Casa de Gobierno, porque se quedó sin cocinero. Parques y museos amanecieron cerrados y la página web de la NASA está suspendida. El Congreso, de mayoría republicana en diputados, se negó a aprobar el presupuesto, que debería haber estado listo el 1 de octubre.

Esto, que en otros países hubiera sido una noticia perdida, en Estados Unidos, por su peculiar sistema político, paraliza parcialmente a la administración, ya que el poder ejecutivo no puede manejar un presupuesto no aprobado por el Congreso. El otro problema, peor aún, según el FMI y otros expertos, es que si el Congreso no aprueba un mayor endeudamiento para el 17 de octubre, el estado norteamericano se queda sin plata para pagar la deuda estatal que es de 16,8 billones (millones de millones) de dólares (equivalente al total de producto bruto interno). Un poco más de un billón de esa deuda está en bonos del estado capitalista chino y casi otro tanto de Japón. El resto es mayoritariamente deuda a los propios capitalistas yanquis (o a la Reserva Federal, manejada por los banqueros) y petroleros árabes.
El «cierre del gobierno» pasó ya unas 17 veces en la historia moderna yanqui, pero no la suspensión de pagos de la deuda. Y menos en medio de una crisis capitalista global. Aunque un acuerdo político que apruebe el presupuesto y un aumento del endeudamiento es lo más probable que ocurra en los próximos días, sería una solución coyuntural. Lo que no se solucionaría es la crisis de fondo -tanto económica como política del imperialismo-. Los distintos sectores capitalistas pelean entre sí y contra los trabajadores por lograr la mayor ganancia posible, explotando más a la clase obrera, liquidando servicios sociales y enfrentándose entre ellos por los presupuestos estatales, rebajas impositivas, «ayudas» estatales a uno u otro sector económico, etcétera. Esta pelea se expresa sin mediaciones en el Congreso, porque cada diputado tiene sus propios financiadores, empresarios que les pagan sus campañas electorales y a menudo los propios diputados son fuertes accionistas de las más grandes empresas.

En este momento una de las disputas principales es por el llamado «ObamaCare», plan de salud de bajo costo, una de las promesas electorales de Obama, que el Partido Republicano quiere boicotear (50 millones de norteamericanos no tienen seguro de salud y la medicina tiene precios prohibitivos). El ObamaCare no es ni siquiera salud gratuita, sólo abaratar el servicio de salud para pobres hasta 100 dólares al mes, con subsidio estatal, para hacerla «accesible a todos», según Obama.
Los millonarios no quieren pagar impuestos

El enorme déficit norteamericano tiene que ver en gran medida con los cambios neoliberales que significaron una verdadera contrarrevolución económica contra los trabajadores y pobres. En los últimos 30 años bajaron los impuestos a los ricos con el argumento de que esto ayudaría a que ganaran más y por lo tanto a impedir la crisis económica. Mientras que los impuestos sobre los beneficios empresariales representaban el 6% del PBI de Estados Unidos en los años cincuenta, ahora ni siquiera llegan al 2%. Entonces, por cada dólar que pagaba en impuesto un trabajador estadounidense, las empresas pagaban tres, pero ahora solo 22 centavos (Five Tax Fallacies Invented by the 1%). Según un informe de la Oficina de Presupuestos del Congreso de los Estados Unidos, los recortes fiscales que viene realizando el gobierno tienen un costo de 900.000 millones de dólares este año. Y si a estos se añaden las ayudas fiscales a los ricos y lo que se pierde por la evasión de beneficios a los paraísos fiscales, la merma anual de ingresos es de unos 2 billones de dólares. Es decir, más del doble del déficit, mientras que para «solucionar»
el mismo se cierran hospitales, escuelas, manicomios… y ahora los republicanos quieren incluso anular la reforma de salud.
Todo esto no fue cambiado por Obama quien, además, aumentó los gastos militares hasta superar los 700.000 millones al año, el mayor gasto de la historia de Estados Unidos.
La crisis política
La crisis política no sólo expresa esta disputa por el reparto de beneficios de los capitalistas, sino principalmente los cambios graduales pero muy importantes en la conciencia de los trabajadores y sectores pobres. El movimiento juvenil «somos el 99», señalando que solo un 1% de ricos se beneficia de la economía, expresó esos cambios de grandes sectores. Al igual que las huelgas de maestros de Chicago contra los cierres de escuelas, que cuestionaron directamente el gasto militar. Y el movimiento antiguerra que convirtió a las guerras imperialistas en algo masivamente impopular después de la derrota en Irak. Ese fue uno de los factores que impidió a Obama bombardear Siria y realimenta la crisis imperialista.
Indudablemente toda esta pelea política parlamentaria tendrá también un efecto educativo sobre importantes sectores de masas que día a día desconfían más del sistema político bipartidista imperialista demócrata-republicano.

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