Importaciones y deuda externa agobian a la economía

Del último informe trimestral del pasado año presentado por el BCV, quedan en evidencia dos conclusiones: Venezuela es hoy más dependiente de las economías extranjeras, ampliando su carácter tradicional de economía de puerto, y su deuda se ha incrementado extraordinariamente.

Del último informe trimestral del pasado año presentado por el BCV, quedan en evidencia dos conclusiones: Venezuela es hoy más dependiente de las economías extranjeras, ampliando su carácter tradicional de economía de puerto, y su deuda se ha incrementado extraordinariamente.

Nuestro país en la era petrolera, siempre ha tenido como característica ser un importador neto de productos, particularmente agrícolas. Las desviaciones generadas por una concepción facilista del aprovechamiento de la renta petrolera, y su utilización para satisfacer las ansias de consumo de la burguesía y de la clase media alta, han generado una grave distorsión en la economía del país. Esta ha girado en torno a una tendencia desmedida a propiciar las importaciones, en detrimento de un desarrollo más armónico de los distintos sectores económicos, con especial énfasis en la producción de manufacturas y de rubros agrícolas y pecuarios.

No obstante, lo novedoso tras 13 años de gobierno chavista es la profundización de esta tendencia. Es así como las importaciones totales saltaron de 38,61 millardos de dólares en el 2010 a 46,44 millardos de dólares el pasado año, lo que equivale a un incremento de 20,27%.

Las importaciones del sector público en el 2011 arribaron a 16,49 millardos de dólares, incrementándose en 24,9% respecto al año anterior. Mientras que las del sector privado aumentaron un 17,83%, ubicándose en 29,94 millardos de dólares.

Lo realmente alarmante es que en lo transcurrido del gobierno del presidente Chávez (1998-2011) las importaciones totales de nuestro país se han incrementado en un 177,1%, pasando de 16,75 millardos de dólares en 1998 a los casi 47 millardos antes mencionados.

Paralelo al aumento de las importaciones se ha producido un sustancial incremento de la deuda externa del país, particularmente de las obligaciones del Estado con entidades públicas y privadas extranjeras.

Tampoco este es un problema nuevo, ya para mediados de la década del 80 Venezuela era junto a Brasil, México y Argentina, uno de los países con deuda más elevada del continente. Nuevamente, como en el caso de las importaciones, lo novedoso es su extraordinario incremento.

Siendo Chávez candidato a presidente en 1998, prometió declarar una mora de la deuda para suspender su pago. Ya presidente a partir de febrero de 1999, comenzó a revertir esta oferta que en la práctica se demostró como un ardid electoral para captar votos. Desde 2008 la tendencia ha sido a endeudar cada vez más al país y a pagar religiosamente los compromisos externos.

Igualmente, el gobierno hizo una gran alharaca publicitaria al cancelar las deudas con el Banco Mundial y el FMI, ocultando que en rigor lo que ha hecho es incrementar la deuda externa a límites insostenibles.

Según el BCV, el año pasado la deuda externa pública ascendió a 107,4 millardos de dólares, aumentando 169,1% en los 13 años de gobierno de Chávez (en 1998 era de 40 millardos de dólares).

Dos elementos importantes que han determinado la elevación de la deuda pública externa son, por una parte, el incremento vertiginoso de la deuda de PDVSA, y por otra, el creciente endeudamiento y dependencia respecto de China.

En lo que respecta a nuestra principal industria, su deuda externa cerró el pasado año en 35,1 millardos de dólares, lo que significa una pesada carga para sus finanzas internas y para las posibilidades de expandir la producción petrolera.

Por su parte, la dependencia financiera del gobierno venezolano respecto a China tiende a incrementarse. La deuda con este país aumentó en 432,5% en los últimos 4 años. Para el año 2011 el saldo deudor con el gobierno y empresas chinas era de 21,3 millardos de dólares. En un acuerdo leonino mediante el cual Venezuela recibe financiamiento para comprar vehículos y productos de línea blanca al país asiático, los cuales paga con petróleo. El acuerdo incluye convenios con China para la construcción de infraestructura y viviendas. Es decir, los chinos se pagan y se dan el vuelto, mientras se llevan el petróleo a futuro.

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