La cultura gringa

A fines del año 2007, la Universidad de los Andes llevó a cabo la segunda edición de la «semana cultural de los Estados Unidos», un evento propagandístico patrocinado por la embajada estadounidense. En el marco de este evento, un funcionario del gobierno estadounidense dictó una charla sobre política exterior, se proyectaron algunas películas comerciales de factura hollywoodense, y se promocionó el american dream y las becas Fullbright.

Coincidencialmente, en esos días Megan Hawkings reseñaba el despido del profesor universitario Steve Bitterman, quien impartía clases en el Southwestern Community College. Dos días antes del despido, el profesor expuso en una clase sobre la civilización occidental algunas consideraciones sobre La Biblia: «Les dije (a los estudiantes) que (el viejo testamento) era una historia sumamente significativa, pero que debían tomarla en sentido poético, metafórico o simbólico, pues de hacerlo literalmente podrían perderse buena parte de su significado». Hawkings relató que algunos estudiantes se enfurecieron y amenazaron con demandar judicialmente a Bitterman. «Estoy un poco sorprendido de que una universidad de prestigio apoye a estudiantes que insisten en que alguien con un título universitario y un doctorado, en mi caso dos, tengan que enseñar que existieron serpientes que hablaban, si no quieren quedarse sin trabajo», fue la manera en que el profesor ilustró el caso. (1) Había antecedentes en la materia. En un juicio en el año 1925 en contra de un profesor que enseñó la teoría de la evolución a sus alumnos, el juez William Jennings Bryan sentenció que el mundo había sido creado el 23 de octubre del 4004 a.C., a las 9’00 h de la mañana. «¿Hora del Este o del Oeste?», bromeó el abogado defensor. (2)

El propio presidente Bush ha declarado públicamente que la teoría de la evolución y las tesis «creacionistas» de los cristianos fanáticos deben enseñarse como teorías con igualdad de rango. Estos últimos están organizados en un movimiento nacional, y han logrado conquistas en las legislaciones locales.

Dos días antes del despido de Bitterman, un senador estatal de Nebraska introdujo en un tribunal una demanda judicial en contra de Dios. El senador Chambers, con 37 años de ejercicio en el cargo, alegó que al estar Dios en todas partes, puede ser demandado en los EEUU por su responsabilidad en «espantosas inundaciones, terremotos, horrendos huracanes, terroríficos tornados, perniciosas plagas, feroces hambrunas, devastadoras sequías y guerras genocidas». (3)

Son apenas síntomas recientes de una vieja enfermedad. En 1897, el parlamento estadal de Indiana tuvo la ocurrencia de decretar un nuevo número Pi, que fuera más sencillo y manejable que la cifra que conocemos. Y decretaron el nuevo Pi: el 4, un número más agradable que el irracional Pi anterior. La iniciativa legal se introdujo en el Congreso de los EEUU, pero no pasó de ahí.
La cultura estadounidense está atravesada por la lucha de la ignorancia contra el conocimiento científico. Existe una especie de «cultura de la estupidez», que crece aceleradamente en una población en obnubilada en una gran proporción por obra de los fanatismos religiosos, primero, y de la alimentación chatarra y los medios de comunicación capitalistas, luego. George W. Bush ejemplifica este rasgo cultural cabalmente. Bush perdió, a juicio de sus compatriotas, todos los debates públicos que sostuvo como candidato presidencial, sin embargo ganaba puntos en las encuestas como resultado de su lamentable desempeño debatiendo, por una operación psicológica de identificación.

Una encuesta de Gallup publicada por la revista Newsweek reveló que el 48% de los estadounidenses piensa que la tierra es plana. El culto a la ignorancia es peligroso: la candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, dice que «no cree» en el fenómeno del calentamiento global. Palin, en cambio, cree que los seres humanos y los dinosaurios coexistieron hace unos 6000 años. (4)

Para Noam Chomsky, «el trasfondo de la controversia acerca de la evolución y el «diseño inteligente» (o creacionismo) es el extendido rechazo a la ciencia, un fenómeno con raíces profundas en la historia estadounidense, que ha sido explotado cínicamente en pos de mezquinas ganancias políticas en el último cuarto de siglo. El «diseño inteligente» nos lleva a preguntarnos si es inteligente desestimar la evidencia científica acerca de asuntos de suprema importancia para la nación y el mundo – como el calentamiento global».(5)
Las dos terceras partes de la población estadounidense cree al pie de la letra en la descripción de la creación del mundo contenida en la Biblia. Y no es una exageración decir que la población de los EEUU está enloqueciendo. Según declaraciones de Thomas Insel, jefe del Instituto Nacional de Salud Mental, el 8 de junio de 2005 en el Washington Post, el 46% de los estadounidenses sufrió algún desorden mental serio ese año, con lo cual los EEUU alcanzan un indiscutible primer lugar a nivel mundial. (6)

Como se puede ver, el tema de la cultura estadounidense es de gran interés, sobre todo para un país dependiente como el nuestro, si se aborda desde el ángulo adecuado, y no precisamente el que nos ofrecen la ULA y la Embajada de los Estados Unidos. Aunque silenciada, también existe la perspectiva de los que luchan contra el capitalismo desde las propias entrañas del monstruo.

Notas

1.- http://www.aporrea.org/ internacionales/n102029.html
2.- http://www.lanacion.com.ar/ Archivo/nota.asp?nota_id= 945432%20
3.- http://librodenotas.com/ guiaparaperplejos/11439/dios- y-los-dinosaurios-de- plastilina
4.- http://aporrea.org/internacionales/n121503.html
5.- http://www.chomsky.info/ articles/20051106.htm
6.- Rafael Veiga; «El tigre de Pobladora»; Ediciones El Socialista; 2006. Pg.102

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