La policía de Nueva York arrasó el campamento de «indignados»

A bastonazos y de madrugada, desalojó a los activistas anti Wall Street, que desde hacía dos meses ocupaban el Zuccotti Park, en Manhattan. Hubo 200 detenidos. Un juez ratificó anoche la prohibición para que vuelvan a acampar.

A bastonazos y de madrugada, desalojó a los activistas anti Wall Street, que desde hacía dos meses ocupaban el Zuccotti Park, en Manhattan. Hubo 200 detenidos. Un juez ratificó anoche la prohibición para que vuelvan a acampar.

Al final, después de casi dos meses de ver a los «indignados» de Nueva York plantar bandera en el Zuccotti Park del corazón del bajo Manhattan, el alcalde Michael Bloomberg mostró su otra cara, opuesta a la paciencia y el respeto a la libertad de protestar que había mostrado hasta ahora, y ordenó el desalojo del campamento de los manifestantes de Occupy Wall Street (Ocupen Wall Street).

Cientos de policías se escurrieron en la madrugada en la plaza y arrasaron con las carpas mientras la mayoría de los «indignados» todavía dormía , y ya a las 4.30 de la mañana las carpas y bolsas de dormir se encontraban en la basura y empleados municipales terminaban de esconder los rastros de la protesta bajo la fuerza de las mangueras a presión .

Anoche un juez de Nueva York ratificó la prohibición de acampar en el parque Zuccotti.

Con todo, algunos de los manifestantes se reagruparon en Canal Street, listos para volver a Zuccotti Park, adonde esperaban poder organizar una «asamblea popular», caminando por la cornisa del derecho a instalarse en la calle y el de congregarse para protestar. «Nos pueden echar, pero no pueden impedir que nos reunamos en asamblea», desafiaron portavoces de Occupy Wall Street .

La furia contra Wall Street se instaló en efecto desde el principio en el centro de la atención de los medios de comunicación y del debate político norteamericano, marcado por la crisis financiera que dejó a más de 14 millones de estadounidenses sin trabajo .

Pero el movimiento del «99 %» que se ubicó en la vereda de enfrente del 1% de estadounidenses más ricos no logró -si es que ésa era su intención- convertirse en una catarata de manifestaciones en todo el país. Hasta hoy siguen siendo vistos como básicamente jóvenes idealistas que reflejan en alguna medida la difusa indignación que la mayoría de los ciudadanos siente cuando se les habla de Wall Street y las consecuencias de sus maniobras financieras en la debacle económica.

Los problemas del proceso de crecimiento de Occupy Wall Street se están profundizando por los violentos episodios como los de la madrugada de ayer en Nueva York, donde policías con equipos antimotines volvieron a adueñarse del Zuccotti Park, arrestando a por lo menos 200 personas . Sugestivamente, las autoridades policiales prohibieron a los periodistas estar presentes en la plaza mientras se llevó a cabo el desalojo, y los reporteros que se atrevieron a desafiar esa orden terminaron arrestados .

El desalojo fue «no solamente un ataque contra el movimiento Occupy Wall Street sino una agresión contra la libertad de prensa», se quejó el columnista John Nichols desde las páginas del sitio de la revista progresista The Nation .

Y, si bien algunos manifestantes en el Zuccotti Park ligaron bastonazos de los agentes y quedaron machucados, peor les fue a sus compañeros de Oakland, en California, adonde el 25 de octubre la policía cargó con todavía más fuerza contra los «indignados» que habían montado sus carpas en la Frank Ogawa Plaza, dejando varios heridos.

De todas maneras, los policías de Oakland aprendieron la lección y vaciaron la plaza en la mañana del lunes, con un operativo que dejó más de treinta arrestados pero menos cabezas rotas. El desalojo en la ciudad californiana presagió la iniciativa de Bloomberg y ambos operativos se acomodaron en la tendencia: los alcaldes, desde Oakland a Nueva York, pasando por Portland y Salt Lake City, parecen decididos a borrar del escenario urbano las siluetas de los campamentos indignados.

Ahora que parece llegar el fin de las carpas y las noches a la intemperie, los indignados podrían cambiar de tácticas. «Ocupar espacios públicos capturó la atención del país de una manera en la que pocas protestas lo hicieron», dijo la activista Sally Kohn en la CNN. «Los movimientos están siempre en transformación -dijo-, y si bien es imposible predecir hacia dónde se dirigirán, debemos esperar varios cambios importantes» en la estrategia de los indignados.

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