La tragedia en Venezuela y el incendio en la refinería de Amuay

Venezuela marcha de tragedia en tragedia. En Febrero de 1989, los venezolanos y el mundo fuimos sorprendidos por el estallido social conocido como el caracazo.

Venezuela marcha de tragedia en tragedia. En Febrero de 1989, los venezolanos y el mundo fuimos sorprendidos por el estallido social conocido como el caracazo. En dos días el gobierno de turno se adjudicó la presea represiva de varios miles de muertos rompiéndose la paz social y abriéndose una crisis de gobernabilidad que parece no tener fin.

Tras dos golpes de Estado fallidos, ambos en 1992, la Nación buscó una salida a la crisis inaugurando el llamado proceso de la revolución bolivariana. Recién electo el Presidente Chávez, vivimos la tragedia de Vargas. Ese Estado de nuestro literal central aún no se ha recuperado del trauma humano, ecológico y económico que significó esa vaguada.

En 2002 y 2003 vivimos los azares de un nuevo golpe de Estado sucedido de una huelga petrolera que produjo graves daños a nuestra principal industria y la expulsión de 14 mil trabajadores que no atendieron el llamado para que se reincorporaran a sus labores, despedidos por el gobierno sin pago alguno de remuneraciones e indemnizaciones laborales. Buena parte del personal especializado que el país había formado para gerenciar a PDVSA se encuentra disperso en el mundo apuntalando el desarrollo de otros países.

Las cárceles han sido otro epicentro de tragedias y matanzas entre la hacinada población penitenciaria. Como símbolo de la ineficiencia de nuestro sistema de justicia, (judicial y penitenciario) hemos presenciado el doloroso espectáculo de la Planta, ya clausurada, y ahora de Yare I, recinto hacia donde se desplazó a presos y familiares en una drama que se suponía iba a resolverse con el traslado.

Después de la explosión en la sede de CAVIM-Maracay, PDVSA ha protagonizado tres macro episodios desastrosos: primero, el hundimiento de una costosa plataforma de explotación petrolera costa afuera donde naufragaron millones de dólares invertidos en ese proyecto. Segundo, el derrame petrolero que contaminó las aguas del río Guarapiche en el Estado Monagas y dejó sin agua potable cerca de 2 meses a la ciudad de Maturín. Y tercero, el reciente accidente de Amuay, con saldo de más de 100 víctimas que lamentamos entre fallecidos, desaparecidos o heridos, más 500 familias damnificadas que perdieron sus viviendas, 50 de ellas totalmente destruidas.

En el Complejo Refinador de Paraguaná, de 9 paradas programadas apenas se ejecutaron 3 según el informe del Ministerio que preside Rafael Ramírez, a un mismo tiempo Presidente de PDVSA. Y la factura de la omisión del mantenimiento preventivo, ya la estamos pagando a un alto costo humano, vecinal y ambiental. Indudablemente, es tiempo que se haga una reestructuración de la gerencia petrolera, desde el Presidente para abajo, y se acometa un Plan de Inversiones que ponga a punto Plantas y Taladros, maximizando la seguridad de trabajadores, vecindarios y ecosistemas naturales.

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