Los melones de “El Tano”

En días recientes, y no por ser reciente su publicación, en la instalación del Gran Polo Patriótico del sector cultura, recibí una caricatura de El Tano. Sí, El Tano, ese pana que forra con sus dibujos, los alimentos que día a día servimos en nuestras mesas. Sin embargo, esta vez, el pana no fue tan pana. No fue patriota, ni revolucionario.

En días recientes, y no por ser reciente su publicación, en la instalación del Gran Polo Patriótico del sector cultura, recibí una caricatura de El Tano. Sí, El Tano, ese pana que forra con sus dibujos, los alimentos que día a día servimos en nuestras mesas. Sin embargo, esta vez, el pana no fue tan pana. No fue patriota, ni revolucionario.

Se trata de una caricatura que bien podríamos titular “Mis dos melones”. Es un compañerito, abrazado a su catirota con sus dos “tetas bien puestas”, que ante la petición del Presidente Comandante de obtener los 10 millones en las venideras elecciones de octubre (dice en realidad “10 melones”, el protagonista de esta historia), él ya tiene sus dos primeros melones, en franca referencia los senos de su mujer. ¿O deberemos decir, de su jeva?

En esta revolución, y no sólo las feministas reconocidas, hemos luchado mucho por eliminar el estereotipo de mujer que se fabricó en las películas gringas, en los canales de televisión, en las portadas de revistas de farándula; donde la mujer, lo femenino, era tan sólo un cuerpo, es decir, éramos sólo un objeto sexual para el disfrute del macho.

La caricatura de El Tano, no puede menos que recordarme las campañas publicitarias de una reconocida marca de cerveza, donde la mujer no exhibe su rostro, pues el rostro obviamente no interesa (a ellos). Lo más terrible es que en dicha caricatura, la mujer-tetas en cuestión, sonríe ante el comentario de su compañero (¿de vida o mientras duren las PIP?) y no articula viñeta alguna, pues para qué se tiene que verbalizar un pensamiento, si el cuerpo lo dice todo.

La indignación de todos y todas mis compañeras y compañeros, ante lo que quizá muchos recibieron como un chiste de la cultura popular venezolana (entendida como Radio Rochela), no puede ser silenciada.

Nosotr@s, los trabajadores y trabajadoras de la cultura, debemos ser los primeros en combatir los estereotipos que denigran a cualquier ser humano. Es por ello, que declaramos a este país libre de racismo, xenofobia, sexismo, clasismo, y todo ismo que suponga la superioridad de un ser sobre otro, por sus condiciones raciales, fenotípicas, de orientación sexual o religiosa, etc.

Esa simple caricatura, no es tan simple. Algunos de los más importante holocaustos de nuestra humanidad, han surgido de estas ideas. O acaso se nos olvida que hasta hace poco, las mujeres no tenían derecho al voto, y no podían acceder a la educación superior. Aún hoy, en algunos países de Europa, una mujer no puede ser catedrática; pero siempre podrán ser modelos. Preguntémonos, qué tipo de modelos queremos ser.

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