A más de 5 meses del cautiverio ilegal del cantor revolucionario Julián Conrado

Más de 5 meses de cautiverio: Relato del encuentro con el cantor Julián Conrado en su cautiverio ilegal de Caracas

Más de 5 meses de cautiverio: Relato del encuentro con el cantor Julián Conrado en su cautiverio ilegal de Caracas
A más de 5 meses de cautiverio ilegal de Julián Conrado: visita a un cantor revolucionario en suelo venezolano, inédita. Se espera el Asilo: que el gobierno venezolano respete el DIH y la ética

Este domingo 26 de septiembre visité a Julián Conrado. Julián lleva detenido ya 118 días, casi cuatro meses detenido tristemente por el gobierno bolivariano de Venezuela. Luego de los primeros días en que estuvo ilegalmente maniatado y vendado ahora se encuentra en una cárcel de la DIM (División de Inteligencia Militar), bajo estrictas medidas de seguridad. Tiene un horario de visita y cuenta con el apoyo solidario del Coordinadora Que No Calle el Cantor, un grupo de artistas revolucionarios venezolanos, así como de Fundalatin que se encarga de asumir la defensa.

En la detención de Conrado se violaron varios derechos. En primer lugar fue detenido sin orden de detención judicial, sin la presencia de un fiscal y con la presencia activa de funcionarios colombianos en tierra venezolana. Lo mantuvieron maniatado y vendado por varios días, durante los cuales también estuvo incomunicado. Julián Conrado, conocido también como uno de los cantores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se encontraba en Venezuela. Su delicado estado de salud lo había sacado de las bombardeadas montañas colombianas.

Hoy se encuentra detenido esperando los resultados de la solicitud de asilo que realizó. En espera de la solución jurídica de su caso, más allá de las dilaciones arbitrarias de las autoridades venezolanas. El gobierno colombiano aún no realiza la solicitud de extradición, y los plazos para hacerla en legalidad están caducados desde hace meses (eran de 60 días a contar a partir del día de su detención).

Se teme sea entregado al gobierno colombiano, un gobierno que criminaliza la protesta social, donde hay más de 7.500 presos políticos y donde, sólo en este año, siete de ellos han muerto en las cárceles, víctimas de torturas. Un gobierno que tiene el triste record de ser el que más sindicalistas asesina en el mundo. Un gobierno asesino y que reprime constantemente a su pueblo. Un gobierno que permitió la instalación de siete bases militares estadounidenses en su territorio. Un gobierno que es cómplice del saqueo de los recursos naturales de su territorio. Y sin embargo, ante tanto terrorismo de Estado, gran parte del pueblo colombiano resiste. Julián Conrado es uno de ellos. Hoy Julián espera la respuesta de la administración venezolana, que ya ha colaborado anteriormente con este régimen colombiano narcoparamilitar, en una acción contradictoria con los principios socialistas y bolivarianos que pregona.

Ese domingo 26 de septiembre, al llegar a la DIM, la gente de la Coordinadora estaba esperando para entrar. Las medidas de seguridad exigían que yo debía estar en una lista de visitantes previamente autorizada. Luego de varias consultas finalmente me dejaron pasar. En el sótano nos requisaron minuciosamente antes de poder abrazar a Julián, quien ya venía caminando hacia el área de visita, con una guitarra en la mano y un Alí Primera en el pecho. Mientras lo veía caminar se me hacía un nudo en la garganta, una mezcla de simpatía llana y sincera, y la indignación de verlo en una cárcel venezolana, en período de revolución socialista. Seria contradicción.

Lo reconocí mas por su andar que por su apariencia, pues las fotos de él que guardaba en la memoria databan de diez años, cuando andaba pregonando la paz por El Caguán. Los diez años de más se le notan, lleva el pelo corto inundado de canas, y el bigote también canoso. Y ya el uso de los lentes es obligatorio. Lo abracé como si siempre lo hubiese conocido, y le entregué algunas cosas que le llevaba: un par de libros de Alí Gómez, la novela de Luis Zúñiga sobre Manuela, un par de lindos afiches de la campaña de solidaridad “que no calle el cantor” realizada en Canarias, un par de películas y música, y unos dulcitos que siempre caen bien. Estaba de buen ánimo, como es costumbre en él, a pesar de las evidentes dificultades de salud. Al libro de Zúñiga hace años ya que lo había leído, pero con tanto tiempo disponible lo volvería a leer y releer. Los afiches le hicieron sonreír. Me habló del acto de solidaridad del Ateneo Popular La Jiribilla, como si hubiese estado ahí. Y también relató que cuando lo llamaron para hacerle la entrevista, estaba como entrecortado, y cantó como frenándose un poco. Nos contó de todo un poco, de cuando siendo muy joven en una marcha de solidaridad con Chile y Salvador Allende, en 1973 recibió sus primeros golpes de la represión policial, como intuyendo la arremetida. Nos contó de su experiencia de los diálogos de paz del Caguán, que creían era realmente una salida…, hasta que el gobierno de Pastrana suspendió súbitamente el diálogo y mandó a bombardear el Caguán. Nos contó también cuando lo agarraron en Barinas. Y si, lo tuvieron vendado, maniatado e incomunicado durante 7 días, y fíjate, ahí sigue cantando.

Julián también cantó, cantamos y cantaron también todos los que estaban ahí en el área de visita. Luego Julián nos contaba que esa canción (“El Amor entra y sale”) la habían compuesto entre todos, y palabras más, palabras menos contaba cantando que “nos podrán quitar el sol, nos podrán quitar la lluvia, nos podrán quitar las calles y los árboles, pero nunca nos quitaran el amor”.

También cantó una canción que había compuesto hace ya como cinco años, una canción premonitoria:

Como a Superman y al burgués de mi nación le molesta mi canción

me amenazan que me castigarán con la ley de extradición

si me echa al agua un soplón, y llegan a darme casa

Dicen que allí están elaborando la lista

donde anunciarán “se busca por terrorista”

Que recompensarán a quien les de alguna pista

y en ese afán están los bichos imperialistas

La visita sólo permitía un par de horas. Poco tiempo para tanto canto y cuento. Al final nos despedimos con un sabor amargo en la boca y queriendo creer en la esperanza de que se haga justicia en esta tierra bolivariana y salga libre. Pero para ello es necesario la constante y firme presencia de los grupos de apoyo.

Julián nos abrazó y le hizo llegar a la solidaridad internacionalista un enorme saludo aliprimeriano y que aún en la cárcel sigue con la lucha. Al salir de la sala de visita aún sonaba el eco de sus canciones:

“No resquebrajarán con terror mi convicción

la fe en la revolución más me crece”

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