Militares y política en Venezuela

En Venezuela, la injerencia de los militares en política no es nueva, pero como nuestra memoria es tan corta, pensamos que es un fenómeno del siglo XX con Gómez, Pérez Jiménez o Hugo Chávez. Sin embargo, el poder político ha sido un reducto del poder militar desde los tiempos remotos de la dominación española, cuando la Corona prefería a militares al frente de la Gobernación de Venezuela, luego Capitanía General , para enfrentar tanto las insurrecciones internas como las invasiones externas. Ello ha variado sólo de condiciones materiales, pero quienes estudian seriamente la historia pueden comprobar tal afirmación. También el Pentágono estudia la historia y por eso ha tratado de utilizar a los militares como policía doméstica para frenar los procesos revolucionarios, así como destruir a los ejércitos profesionales alentando rebeliones militares contra las llamadas democracias. Detrás de cada golpe de Estado o rebelión militar están los tentáculos del capital trasnacional militarista.

En Venezuela, la injerencia de los militares en política no es nueva, pero como nuestra memoria es tan corta, pensamos que es un fenómeno del siglo XX con Gómez, Pérez Jiménez o Hugo Chávez. Sin embargo, el poder político ha sido un reducto del poder militar desde los tiempos remotos de la dominación española, cuando la Corona prefería a militares al frente de la Gobernación de Venezuela, luego Capitanía General , para enfrentar tanto las insurrecciones internas como las invasiones externas. Ello ha variado sólo de condiciones materiales, pero quienes estudian seriamente la historia pueden comprobar tal afirmación. También el Pentágono estudia la historia y por eso ha tratado de utilizar a los militares como policía doméstica para frenar los procesos revolucionarios, así como destruir a los ejércitos profesionales alentando rebeliones militares contra las llamadas democracias. Detrás de cada golpe de Estado o rebelión militar están los tentáculos del capital trasnacional militarista.

Cuando revisamos el ejercicio del poder político en Venezuela, después de la guerra de Independencia, la presencia militar es evidente. Desde los generales Páez, Monagas, Guzmán Blanco, Joaquín Crespo, Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, para sólo mencionar algunos, la lista ha sido recurrente. Sólo el período del llamado puntofijismo fue gobernado por civiles, pero con los militares como aparato represivo y disuasivo.

Los intentos por construir un ejército profesional moderno, con funciones de seguridad y defensa específicas, sólo ha sido una quimera, pues los ambiciones de poder del estamento militar ha sido el principal obstáculo para ello. Las lecciones de la historia deberían servir de ejemplo de cómo los propios militares han destruido el carácter profesional de los ejércitos modernos. En la Alemania nazi, Hitler destruyó el profesionalismo militar alemán cuando el partido nacional socialista creó las milicias populares y politizó a uno de las fuerzas armadas más poderosas de Europa, llevándola a una guerra mundial para fines políticos y económicos. Pero también, recientemente, encontramos ejemplos en Irak con su guardia republicana y en Libia con las milicias populares de Gadhafi. Es decir, si revisamos la historia, podríamos predecir el futuro de la “gloriosa” fuerza armada bolivariana.

En Venezuela, Chávez está llevando a groseros niveles de militarización al aparato burocrático estatal como nunca antes, además con un saldo de corrupción e ineficiencia insólitos. Así como la monarquía militarizó cada provincia, virreinato o capitanía general, ahora el comandante-presidente pretende militarizar cada municipio, gobernación, ministerio, dirección, consejo comunal, partido político y todo rincón social donde exista algún “indisciplinado” civil. Pero la historia no los absolverá, porque quienes tienen la mayor cuota de responsabilidad en el desastre económico y social histórico en la patria de Bolívar son militares, aunque los civiles sean sus mayores cómplices.

Y en octubre, camarada, no pierdas tu Voto, ¡Bota militar!

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