Rubén González: De un tiempo para acá, decir verdades es sabotear (Entrevista)

Oriental, nació en Barcelona, estado Anzoátegui, hace 51 años. Sus padres le enseñaron no el ‘qué quieres hacer, mijo’, sino a trabajar, un verbo que maneja muy bien desde que era un niño de 8 años. A los 17 abandonó su casa para irse a Maracay, luego a Caracas y detuvo su andar en tierras guayanesas, “donde me quedé y conseguí a mi bella esposa”. Técnico básico en soldadura, en construcción de viviendas y en mantenimiento industrial, también es especialista en operar y mantener sistemas hidráulicos. Secretario general de Sintraferrominera, lideró una serie de manifestaciones que paralizaron durante 16 días las operaciones de la sede de Ferrominera del Orinoco, para exigir la discusión del contrato colectivo.

Oriental, nació en Barcelona, estado Anzoátegui, hace 51 años. Sus padres le enseñaron no el ‘qué quieres hacer, mijo’, sino a trabajar, un verbo que maneja muy bien desde que era un niño de 8 años. A los 17 abandonó su casa para irse a Maracay, luego a Caracas y detuvo su andar en tierras guayanesas, “donde me quedé y conseguí a mi bella esposa”. Técnico básico en soldadura, en construcción de viviendas y en mantenimiento industrial, también es especialista en operar y mantener sistemas hidráulicos. Secretario general de Sintraferrominera, lideró una serie de manifestaciones que paralizaron durante 16 días las operaciones de la sede de Ferrominera del Orinoco, para exigir la discusión del contrato colectivo.

El 29 de septiembre de 2009 fue detenido al ser inculpado por agavillamiento, restricción del derecho al trabajo, cierre de vías, instigación a delinquir y violación de las zonas de seguridad. Él jura que fue encarcelado “por cumplir con el deber”. En libertad condicional, agradece a los medios que su situación tuviera eco más allá de nuestras fronteras, “sin ustedes hubiese sido imposible llevar el mensaje de la criminalización de la protesta y otros países no se hubieran enterado de que en Venezuela están en juego las libertades sindicales”. Rubén González, el gran protagonista sindical de Guayana, no odia ni guarda rencores, “vivo tranquilo con mi familia, mi paz espiritual es inmensa”. Tampoco es monedita de oro para gustarle a todo el mundo. Pero el que tenga vista que lea…

–Tiene buen semblante, a pesar de haber permanecido en prisión durante casi dos años.
–El semblante se lo da Dios a cada uno de sus hijos (risas). Soy evangélico y estar en Cristo, me ha ayudado muchísimo. Todas las cosas, por muy duras que fueran o parecieran, se hacen más vivibles, menos extenuantes. Dios me dio mucha fuerza para seguir adelante con optimismo. El gozo no me lo ha dado el mundo, sino Él, por eso tengo que enfrentar todas las vicisitudes con fortaleza, voluntad y paz porque, al final, sé que obtendré la victoria.

–¿Y habla cual pastor dirigiéndose a sus fieles.?
(Carcajada) –Predico la palabra de Dios y soy consejero de la iglesia. Tengo nueve años en el Evangelio y puedo decir, con la mano puesta en el corazón, que lo mejor que me ha pasado en la vida ha sido conocer la palabra de Dios, ¡no sabe cuánta fuerza y capacidad de discernir me dio mientras estuve preso! Hasta hace nueve años era otro hijo de la Iglesia católica, como todos mis ancestros, pero cuando comencé a escudriñar la Sagrada Escritura, me di cuenta de que muchas cosas allí escritas no compaginaban con el catolicismo. Por ejemplo, el salmo 115 dice: “Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta”. Eso significa que no te harás a imagen y semejanza de lo que está en el Cielo ni en la Tierra, ni debajo de ésta, pues sólo a tu Dios adorarás y a Él sólo servirás. Y hay un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hecho hombre. Él dijo que es el camino, la verdad y la vida, “nadie va al Padre sino es por mí…”. Respeto a quienes profesan la religión católica, Dios nos dio el libre albedrío, que es el carácter que tiene cada persona en la toma de decisiones y en sus escogencias.

–¿Rubén González escogió bien cuando lideró una serie de manifestaciones que paralizaron, durante 16 días, las operaciones de la sede de Ferrominera del Orinoco, para exigir la discusión del contrato colectivo?
–¡Claro que escogí bien! Por otra parte, como secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera (Sintraferrominera) no podía ponerme de espaldas a los trabajadores, tenía el deber de estar al frente de la protesta y asumir la responsabilidad ante lo que pudiera pasar, que fue lo que hice… Luego de dos años, la convención colectiva estaba vencida y sin discusiones, volvía a entrar en vigencia el 5 de enero de 2009. Empezamos a esperar por los aumentos, pero pasaban los meses y sólo nubarrones grises se veían en el horizonte de los trabajadores y sindical. En cadena nacional, el presidente de la República hizo mención de lo que pasaba en Ferrominera del Orinoco, y le preguntó al presidente de la empresa si había suficientes recursos para asumir la convención colectiva. La respuesta de Radwuan Sabbagh fue afirmativa, después pasó comunicaciones tanto al Ministerio de Planificación y Desarrollo, como a la Presidencia de la República, reiterando lo dicho. Chávez repitió lo que le manifestó Sabbagh: “Homologamos la convención colectiva de los ferromineros”. Al mes la empresa se declaró en quiebra; en otras palabras, no quería cumplir con lo antes firmado. El 9 de agosto, Chávez efectuó otra visita a la región e hizo otro Aló Presidente. Un dirigente se levantó para afirmar que “en Ferrominera todo estaba bien”, que desde la homologación no se habían suscitado más problemas. Dos días después los trabajadores paralizaron sus actividades exigiéndole a la empresa, en este caso a Sabbagh, que les diera la cara y les explicara por qué le había dicho al Primer Mandatario Nacional que en Ferrominera la normalidad era absoluta si aún les debían el incremento salarial. Pasó lo que todos en el país saben, pero déjeme contarle que las deudas de la empresa a los trabajadores aún se mantienen.

–¿O sea, de nada sirvieron las protestas y movilizaciones.?
–Bueno, eso forma parte de las luchas. Y en las nuestras no están presentes las convicciones ideológicas partidistas, sino las convicciones de lucha plasmadas en la convención, que era lo que yo reclamaba, pues lo firmado no se había cumplido. Ahorita se habla de que la empresa se pondrá a derecho, ojalá sea cierto, lo deseo de corazón.

¿Mérito de quién?
–Las deudas a los trabajadores están dentro de la convención colectiva. Así que bien puede bajarse de esa nube a la cual se subió, ese grupo de particulares que se llena la boca manifestando que “estamos consiguiendo los aumentos y otros beneficios”, pues éstos están en el contrato colectivo. Se ve que lo que quieren es politiquear con los beneficios de los ferromineros, ponerle la etiqueta de un partido político para después vender la idea de que fueron ellos los que lograron lo que Sintraferrominera no pudo. Hoy me pregunto por qué antes no lo hicieron, por qué esperaron 18 meses –los que pasé preso- para que aparecieran los reales para pagarle lo que se le adeuda a los trabajadores. Estos dirigentes sindicales, perdón, patronales no representan a los trabajadores, sino al patrón como tal. Más de una vez les he sugerido que abandonen la representatividad a los trabajadores y busquen cargos de gerentes o superintendentes, pues así representan mejor al partido político en el cual militan y al patrón. Gracias a Dios salí de prisión –estaba en Patrulleros del Caroní- y comencé a hacer asambleas, a reunirme con mi gente. De una reunión vengo y a otra voy al finalizar la entrevista (risas).

“Que el Presidente se haga el inocente es otra cosa”

–¿Cómo fue su experiencia en Patrulleros del Caroní, en qué invertía sus días?.
–Luego de haber estado en un calabozo con presos comunes, me pusieron en un área donde los detenidos no son delincuentes ni nada por el estilo. Mis días transcurrían leyendo libros cristianos y absorbiendo la palabra de Dios, conversando con mis compañeros de infortunio, entre ellos William Saud; se está pidiendo una medida humanitaria para que lo dejen en libertad.

–¿Hablaban de política, de las mentiras que se le dicen al presidente Chávez y que él toma como verdades verdaderas, pues vienen de su entorno más cercano, de líderes sindicales o como usted les llama, líderes patronales?
–Por supuesto que hablábamos de todo eso, y nos decíamos que era inconcebible que el Presidente pecara de inocente, que no tuviera conocimiento de lo que realmente pasaba en las empresas básicas, específicamente en Ferrominera del Orinoco. Pero él sabe eso y mucho más, que se haga el inocente es otra cosa. Chávez tuvo en sus manos un informe completo y muy bien detallado sobre Rubén González, tal vez vinculaciones políticas del estado Bolívar le dieron otra información y creyó en ésta, al final tuvo que desatarse toda esta situación para que todos los sectores pudieran entender que se estaba cometiendo una gran injusticia conmigo. El PSUV nunca se pronunció en torno a mi caso, pero eso sí, tras bastidores había gente buscando la forma de criminalizar la lucha, que fue lo que hizo. Mientras yo luchaba por el bienestar de los trabajadores, ellos trabajaban para satanizarme y ponerme tras las rejas. Al final lograron su propósito.

–¿Su encarcelación encendió todas las alarmas en las más variadas expresiones del movimiento sindical? ¿Está convencido de que con su liberación, bueno, a medias, se da inicio a la reconciliación nacional de los trabajadores venezolanos y a la recuperación de la identidad sindical?
–Hay un nuevo renacer del movimiento sindical, pero no porque soy Rubén González –sólo soy un elemento más en estas circunstancias y lo que me sucedió a mí le está ocurriendo a muchos trabajadores y a otros dirigentes sindicales y sociales-, sino porque no nos queda otra que unirnos para enfrentar la criminalización de la protesta. Cuando de trabajadores se trata, ya hemos hecho asambleas en Sidor, Bauxilum, Carbonorca y Ferrominera del Orinoco. Asimismo, estamos llamando a todos los dirigentes sindicales a que no se endosen al patrón ni al partido, sino a que cumplan responsablemente con la función para la cual fueron elegidos, que es representar a los trabajadores. No hacerlo es convertirse en traidores del movimiento sindical. Gracias a Dios, muchos dirigentes de la zona se están uniendo a este gran movimiento que no es de Rubén González, eso lo quiero recalcar, pues hay mucha gente que quiere desvirtuar el proceso de unidad.

–De Unidad también se llama la Mesa…
(Jajajajajajaja) –El proceso de unidad al cual me refiero tiene que ver con el respeto a las reivindicaciones laborales. Vemos como en el sector aluminio –Venalum, Alcasa, Sidor- existe persecución a los trabajadores, a quienes se les está dando calificaciones de despido sólo porque representan a los trabajadores. No permitiremos que se criminalice la protesta y que nos metan presos, injustificadamente. Exigimos respeto, no estamos pidiendo dádivas, sino que se nos cumpla lo que está en los contratos.
–Con la mano puesta en el corazón, díganos por qué cree que el Gobierno dio un paso atrás: por estrategia de campaña por la reelección de Chávez en las presidenciales de 2012 o porque le tuvo miedo a la presión de los trabajadores.
–Mi opinión es que hubo una gran presión de todos los sectores –estudiantil (universitario), político (oposición y oficialsmo), empresarial (Conindustria y Fedecámaras), gremial (UNT y CTV), medios de comunicación (radio, TV y prensa), dirigencia sindical (regional y nacional), Provea, trabajadores en general, organismos internacionales (OIT, Ray Ward, Human Rights)-. En fin, convergieron todas las ideologías partidistas en un solo objetivo: defender a un ciudadano víctima de la criminalización. Viendo el panorama, el Gobierno tuvo que dar un paso atrás y entender que la decisión tomada había sido un gran error. A mí me fueron violentados mis derechos a la defensa y al libre proceso. Al final el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) tuvo que anular la decisión de encarcelarme 7 años, 6 meses y 22 días. Con la causa aún no terminada, mi familia sigue estando sometida a una presión física, psicológica, emocional y mental, de manera injustificada.

“Soy víctima de los falsos positivos de amedrentamiento”

–Para muchos, usted es un símbolo claro no sólo de cómo se castiga a un líder social por exigir derechos laborales, sino que evidencia la enorme perversión que impera en la administración de justicia en Venezuela, pero, qué pasaría si la Sala de Casación Penal del TSJ ordena repetir el juicio contra Rubén González.
–De eso se está hablando, de que quieren ponerme tras las rejas. Si me vuelven a meter preso, la clase trabajadora, la dirigencia sindical, la población civil y el resto de los sectores que hacen vida en Venezuela se van a pronunciar otra vez. Pero quiero decir lo siguiente: prefiero mil veces estar preso y no en la calle sin poderle ver la cara a la gente. Lo que hice fue por convicción de lo que significa mi trabajo.

–¿Se imaginó que un día y durante el ejercicio de un gobierno que se dice revolucionario, sería rotulado como “preso político”?
(La carcajada no termina de aflorar, es ahogada con un sorbo de agua) –Jamás. Tengo 51años y desde que era un niño me recuerdo trabajando. Mis padres, ambos agricultores, me enseñaron a trabajar el campo, vendí arepas, hice mandados… Provengo del campo, donde nuestros ancestros enseñan a sus hijos a trabajar, trabajar, trabajar. No tenía otra elección. Pero no conspiro ni desestabilizo. Y los beneficios de los trabajadores, que son sagrados, no los voy a etiquetar poniéndole el nombre de un partido político. Fue duro estar sin libertad, pero Dios me dio fuerzas para salir adelante.

–¿Con el secretario general de Sintraferrominera en libertad se acabó la rabia patronal?
–Cuando tenemos conciencia, no debe haber rabia. Lo que tienen que hacer estos dirigentes es reflexionar profundamente y entender que ellos fueron electos no por los partidos políticos, sino por los trabajadores, que los beneficios de estos últimos no tienen color político. Si no quieren ser dirigentes sindicales que den un paso a un lado y luego al otro, y se vayan a las empresas a representarlas… Yo no soy gobiernero ni patronal, sino dirigente sindical.

–Si en Guayana hay “terrorismo laboral”, como se comenta, para silenciar y acallar la lucha de los trabajadores, y falsos positivos que los exponen a la difamación y a la injuria, qué están haciendo los líderes sindicales para revertir esa situación.
–El terrorismo laboral es bien fuerte. Tampoco son habladurías ni suposiciones lo de los falsos positivos. ¿Qué se está haciendo? Comenzamos a llamar a la reflexión a la dirigencia sindical, tocando cada uno de los portones de las empresas básicas de Guayana y de las que no lo son, para informarles que tenemos que dotarnos de una nueva organización de gran fortaleza para enfrentar todas las embestidas patronales que van en contra de la dirigencia sindical y de los trabajadores. Estamos creando una unidad a nivel regional y nacional, para defendernos de las embestidas del terrorismo laboral y de los falsos positivos. Como dije antes, estamos reuniéndonos, buscando el entendimiento. Y aunque no hay que olvidar la diversidad política existente, he hecho un llamado a la conciencia: nuestro movimiento no es otro partido político, sino la casa de los trabajadores, un lugar en donde se les trata con respeto, transparencia y equidad, donde se les pone por encima de las apetencias e intereses personales o de grupos.

–¿Ha sido víctima de los falsos positivos?
–Por supuesto que sí. Me dicen apátrida, pitiyanqui, desestabilizador, conspirador. Aprovecho la oportunidad que me da Las Verdades de Miguel para informar que he recibido llamadas de personas diciéndome que van a eliminarme, a sacarme del juego, para ver si logran neutralizarme y neutralizar las protestas. Desde este medio le recuerdo a los compañeros que están detrás de esos falsos positivos de amedrentamiento, que no les tengo miedo, que sólo temo a Dios y que pasará lo que Él quiera que pase. Les advierto que por más que quieran impedirlo o frenarme, continuaré haciendo mi trabajo, seguiré defendiendo los derechos de los trabajadores.

–A quién le recordaría: “El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga”.
–Se lo diría a todos los gobernantes de Venezuela, a los gobernadores y al presidente de la República. Ellos tienen que escuchar la voz del pueblo, ver su sufrimiento. No pueden seguir haciéndose los sordos y los ciegos, ante los graves problemas –inseguridad, presupuestos deficitarios, salud en coma, alto costo de la vida, deficiente educación, pésima vialidad, cortes de electricidad, etc.- existentes en el país.

“Si aún espero la llamada del Presidente es para buscar alternativas claras”

–Pedro Antonio nos dio «un petit tour» por Puerto Ordaz y San Félix, ¿cómo se explica que ambas ciudades, en las que están asentadas las empresas básicas, las más ricas del país nacional, luzcan como detenidas en el tiempo –la segunda más que la primera-, con márgenes de pobreza apabullantes, vialidad nada envidiable, desempleados, inseguridad, escasez de alimentos, recorte de electricidad y agua, etc., cuando deben lucir como tacitas de plata –sobre todo Puerto Ordaz?.
–Lo que plantea, yo tampoco logro entenderlo. Cuando las diferentes empresas dan su producción es: 1) Para que sean autosustentables. 2) Para pagarle a los trabajadores. 3) Para invertir en el mejoramiento o desarrollo social de las regiones en donde están ubicadas. Tanto en San Félix como en Puerto Ordaz el deterioro está a la vista de propios y extraños. No se compagina la realidad de nuestras empresas con lo que viven nuestras ciudades.

–Sólo curiosidad, ¿esperó que el presidente Chávez lo llamara para decirle que era un acto de justicia la decisión tomada por el máximo tribunal?
–Si durante 17 meses el PSUV nunca se pronunció a mi favor… Pero si él decide llamarme para dialogar, discutir y debatir sobre cualquier política que se traduzca en bienestar para los trabajadores, estoy a la orden. Si aún espero la llamada del Presidente es para buscar alternativas claras y unir a toda la dirigencia sindical de Guayana y del país. Para exponer cómo hacer de las empresas básicas, industrias pujantes.

–¿Confía de verdad en que Chávez lo va a llamar?
(Jajajajajajaja) –No soy adivinador, sino sindicalista.

–Luego de 17 meses en prisión, ¿qué situación encontró al regresar a Ferrominera del Orinoco?.
–Encontré que la convención colectiva no se ha cumplido, pues a los trabajadores aún se le deben pasivos; en la clínica faltan los insumos y el servicio de calidad que se prestaba, ha desmejorado; los repuestos escasean, se espera por dos tambores de grasa especial para lubricar unos equipos y éstos puedan operar; los trabajadores están realizando su labor en diferentes áreas con muchas limitaciones en lo que respecta a higiene y seguridad, ni siquiera papel toilettes hay en los baños. En fin, hay deficiencias en producción, dotación, insumos, etc. Esto no es desestabilizar, es lo que hay y no puedo guardar silencio. El ministro Richard Canán, ministro para el Comercio, sabe de lo que estoy hablando, en una oportunidad él me habló de buscarle una salida a esta situación.

“El PPL no me cuadra”

–¿Cómo se interesó por el sindicalismo?.
(Risas) –No pensaba ser dirigente sindical, aunque siempre me consideré una persona justa. Esa sed de justicia la empecé a tener a los 13 años, cuando vi a un policía golpeando con un palo a un señor que podía ser su padre. Me le acerqué y le pregunté con rabia por qué lo maltrataba, no podía hacer nada por el señor, que yacía en el suelo con las muñecas fracturadas y todo adolorido. Cuando llegué a Ferrominera no pretendía ser dirigente, pero comencé a manifestar mi incomodidad ante los problemas que surgían uno tras otro, sin dar tregua. A los sindicalistas les pedía respuestas a mis por qué. Mis compañeros comenzaron a impulsarme, un día me dijeron que querían que fuera dirigente sindical y al otro me informaron que encabezaba la plancha como secretario general. Asumí el compromiso, una tremenda responsabilidad, por cierto. El resto ya todos lo saben.

–David Figueroa, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Nacional Experimental de Guayana, dijo que usted es un activista político.
–Hay gente que deforma el término ‘política’, el Larousse dice que la política es el arte de gobernar un Estado, una ciudad, un país. Politiquería es lo que está haciendo el compañero, quiere confundir a los medios de comunicación diciendo que estoy participando en actividades políticas. Bueno, es cierto que estoy haciendo actividades políticas con los trabajadores, dotándolos de políticas esenciales para su defensa (risas). Politiquería es endosar a los trabajadores a un patrón, a un grupo o a un partido político.

–Mucha gente no comprende cómo un revolucionario es, al mismo tiempo, un archienemigo del Gobierno.
(Risas) –Los que me conocen saben que soy pacífico. Pero me sobra fortaleza y carácter a la hora de hacer las cosas.

–¿Tomando como ejemplo su caso, los defensores de los trabajadores tendrán que actuar en secreto para evitar ser hostigados por un tribunal?
–No, no, no. La Constitución dice que somos un Estado democrático, participativo y protagónico. Dios nos dotó de capacidad para decidir con libertad y nos dijo que tomáramos el camino por el cual queríamos transitar.

–Quizá Dios no previó que transitar por el camino del sindicalismo en Venezuela era peligroso.
–Es peligrosísimo cuando se dice la verdad, no a todos los sectores les gusta ese término. Pero no hay nada en la oscuridad que no salga a la claridad. La verdad va a permanecer en el tiempo; las caretas caerán, sin misericordia. Dice la palabra de Dios que todo lo que va a pasar debajo del Cielo tiene su hora y su tiempo. Pienso seguir en la lucha y dando la pelea, hasta que Él quiera, su plan es justo y perfecto.

–¿Cuáles postulados unen hoy en día a los trabajadores?
–No depositarle sus prestaciones sociales, ignorar las convenciones colectivas para no discutirlas, no poder acceder a sus ahorros, no cancelarles anualmente sus fideicomisos, no cumplirles con la Ley Orgánica del Trabajo, etc., son elementos de unidad, no tienen partido político. Con todo el egoísmo, sectarismo y la mala intención que se pueda tener, quien no se una ante los elementos mencionados, carece de conciencia.

–¿Qué debates sostienen en los actuales momentos?.
–El debate principal es que se cumpla todo lo que está en la convención colectiva. Ahí están las normas jurídicas, legales y de bienestar de la familia –vivienda, salud, educación, transporte, alimentación, salario-. Otro debate es dar la discusión –ya la estamos dando en Guayana- acerca de adonde va el movimiento de los trabajadores, esa será una cruzada en el ámbito nacional; será una gran convocatoria de toda la dirigencia nacional para discutir hacia donde debe ir el movimiento de los trabajadores.

–¿Hay optimismo en la clase obrera?
–Sí, definitivamente. Es el principio para empezar a construir. La unidad no se decreta, se construye. Entonces, busquemos las diferencias ideológicas y discutámoslas, una vez tengamos las coincidencias, avancemos en la construcción de esa unidad.

–¿La población cree en los líderes o desconfía de ellos porque en vez de velar por los derechos de la clase trabajadora, lo único que hacen es velar por sus intereses, cubrirse las espaldas y asegurarse a cualquier precio un puesto relevante?
–Las opiniones son diversas. Pero los trabajadores saben quién es quién en el medio sindical, saben quienes son los dirigentes que sólo están buscando su propio negocio en el sindicalismo y quienes los representan con coraje y transparencia. No nos vamos a caer a embustes.

–Miembros de todas las organizaciones sindicales que hacen vida en la ciudad y que identifican con el proceso revolucionario del presidente Chávez, se unieron para conformar el Polo Patriótico Laboral (PPL), con la idea de fortalecer la organización de la clase obrera y confrontar aquellos espacios e individualidades que están tratando de lograr el retroceso del proceso político a través de las empresas básicas.
–Eso lo leí y, tengo que decirlo, no me cuadra. Escuché cómo miembros del PPL hablaron de Mitsubishi, de Toyota y de otras empresas, pero no de las empresas básicas ni de la situación que viven sus trabajadores. Tiene que haber equilibrio. Y cuando digo ‘equilibrio’ es darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Si a las empresas básicas les falta inversión, el PPL tiene que decirlo. Si es un frente laboral revolucionario, tiene que decir que hay cosas funcionando mal, tocar a «X» empresa o persona, aunque pertenezca al Polo Patriótico. Ser PPL no es limitarse a decir que “estamos con el comandante Chávez” y que en el país todo está bien. Eso va en detrimento de los trabajadores y tengo que enfrentarlo.

–¿Entonces, habrá nuevas pugnas?.
–Respeto al PPL, sólo me pregunto si van a representar a los trabajadores o a defender sus intereses personales. Está en su conciencia actuar con equidad, el pueblo será testigo, por sus frutos los conocerá. El tiempo tiene la última palabra.

–¿Los médicos no festejaron su día porque, según ellos, no había nada que celebrar. ¿Dirán lo mismo los trabajadores y las dirigencias sindicales el próximo Primero de Mayo?
–Recordaremos lo sucedido en Chicago con aquellos compañeros mártires que dieron un paso al frente contra la explotación del hombre por el hombre, ese es básicamente el discurso de lo que es el Primero de Mayo, el Día Internacional del Trabajador. Celebrar, celebrar no sé; ante tanto deterioro hay que ver bien qué vamos a festejar. Lo que debemos hacer es salir a reclamar lo que nos corresponde, que se discuta de una vez la Ley Orgánica del Trabajo y se apruebe, ese es un reto que tiene la nueva Asamblea Nacional. Pero se está hablando de una gran concentración nacional en Caracas…

PingPong

–¿Renunció al PSUV?
–En estos días he estado reflexionando al respecto (risas). Fui criminalizado y hecho preso, hay sectores en el Gobierno que detestan las ideas propias de los demás, pretenden que uno sea un payaso, un títere.

–Porque fue visto con gente de la oposición, de la CTV y de Fedecámaras, muchos se atrevieron a decir que había saltado la talanquera, que era de derecha.
–Quienes lo dijeron nunca han sido luchadores sociales, jamás han hecho nada por el país, tampoco han levantado la voz para decir que ‘esto’ está mal. Son tremendos hipócritas, sólo están haciéndole el lobby a otra persona, es decir, ellos no dijeron lo que dijeron porque lo sentían, sino obedeciendo lo que la otra persona les ordenó que dijeran.

–Lo van a tildar de antirrevolucionario.
–¿Y acaso los que están en la izquierda o en el PSUV son los únicos revolucionarios? El verdadero revolucionario no se endosa a un partido político ni defiende sólo sus intereses, tampoco busca beneficios particulares o personales. Es aquél que con sus convicciones de conciencia y corazón, no de boca, hace lo posible y lo imposible con su lucha para que su gente esté en mejores condiciones, para llevarla a la mayor felicidad posible, como dijo nuestro máximo líder, Simón Bolívar.

–Chávez es un verdadero revolucionario.
(Carcajada) –Él sabrá con sus dichos y hechos lo que está haciendo.

–¿En los sindicatos todos los líderes son políticos emocionales?
–Sí, son los que representan eufóricamente a su partido.

–Generoso, buen amigo, mejor compañero, ejemplo de humildad, ¿quién es?.
–El que demuestra todo eso con hechos.

–¿Ha cambiado la forma de ver y entender la política?
–La política es un arte, me gusta su esencia; otra cosa es la politiquería.

–¿Las encuestas no llevan a Miraflores, lo hacen las urnas?
–La soberanía reside en el pueblo y la ejerce a través del sufragio. El pueblo es el que se da el gobierno que cree merecer.

–¿Cómo cree que lo ven los demás?
–¡Qué otros respondan! (jajajajaja).

–¿Ha exorcizado sus demonios como protesta?
–No, no, no. Los enemigos (demonios) van a estar en todas partes.

–¿De qué lo ha salvado la actividad sindical?
–Bueno… ¡es que ni siquiera me salvó de la cárcel! ¿No puedes cambiar la pregunta?

–¿En qué valor sustenta la amistad?
–He tenido amistades que nunca fueron buenos amigos, sino traidores. El único amigo es Jesús, el hijo de Dios. Él no me falla.

–¿En Venezuela no hay sindicalismo, sino burocracia que se confabula con los políticos?
–Algunos dirigentes sindicales se confabulan con dirigentes políticos para lograr otros objetivos, los suyos… Antes de despedirme, salúdeme a Miguel y déle en mi nombre las gracias por su gesto. Por permitirme expresar todo lo que siento.

lavigonzal@yahoo.com

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