Salud y socialismo*

Por Miguel Sorans**

La pandemia del Covid-19 ha puesto en evidencia la debacle del sistema capitalista imperialista. Desde su surgimiento en China, y en su rápida expansión al resto del mundo, venimos señalando que el caldo de cultivo del crecimiento de las enfermedades, y en especial del Covid-19, es la miseria creciente, el hacinamiento, los cambios ambientales y los sistemas de salud basados en la ganancia de los empresarios privados. La pandemia mostró las carencias de los sistemas públicos de salud estatales en todo el mundo. Los gobiernos capitalistas fueron reduciendo los presupuestos de la salud pública para favorecer el negocio privado de las clínicas, los sanatorios y las multinacionales farmacéuticas. Esto se puso de relieve hasta en países imperialistas, o “ricos”, como Italia y los Estados Unidos. Las consecuencias las están sufriendo los pueblos del mundo con millones de contagiados y fallecidos.

Una vez más se ha demostrado que el capitalismo es un sistema mundial injusto, irracional y para los ricos. Es tan nefasto que no permite que la humanidad se beneficie con los avances de la ciencia y la tecnología, y en este caso con el rápido descubrimiento de las vacunas para derrotar a la pandemia. Para los grandes pulpos farmacéuticos priman sus ganancias por sobre la salud y la vida de miles de millones de personas.

El sistema capitalista imperialista no puede ser reformado ni ser “más humano”, como pregonan algunos. La única salida es luchar por terminar con el capitalismo y reemplazarlo por el socialismo. Hay que expropiar a las multinacionales, entre ellas a las farmacéuticas, los bancos, las industrias y los latifundios y hacer una planificación nacional y mundial de la economía al servicio de la clase trabajadora y los sectores populares. De esta forma, en el plano de la salud, acabaríamos con el negocio privado y tendríamos un sistema único de salud estatal en cada país y coordinado en el mundo. Tendríamos un sistema de salud con medicina preventiva y gratuito para todas y todos. Podríamos así tener una industria farmacéutica estatal, que trabajaría unida a los científicos y profesionales farmacéuticos para lograr remedios gratuitos para la humanidad.

Las medidas socialistas lograron un salto en el nivel de vida de las masas

Esta propuesta puede parecer utópica pero no lo es. La expropiación a la burguesía y la planificación socialista de la economía ya se aplicaron en el siglo XX y mostraron que pudieron provocar progresos cualitativos en el nivel de vida de las masas. Así se dio en Rusia/URSS luego de la revolución de octubre de 1917, en China con la revolución socialista de 1949 y en Cuba tras declararse socialista en 1960.

Hoy en el mundo, por los desastres que provocaron el estalinismo y las burocracias de partido único y la posterior restauración del capitalismo, existe una gran confusión por el supuesto “fracaso del socialismo”. Pero lo que fracasó fue el falso “socialismo” de los aparatos totalitarios de los partidos comunistas de la ex URSS, China y Cuba. Pero, gracias a las revoluciones socialistas y a la expropiación de la burguesía, pese a esas deformaciones y calamidades burocráticas, se lograron avances colosales que en pocos años pudieron superar necesidades postergadas por décadas. Desaparecieron el hambre, el analfabetismo y el desempleo.

Se dieron enormes saltos en la producción, la ciencia y la tecnología. En salud los avances fueron extraordinarios, lo que fue reconocido por organismos y la prensa imperialista.

La URSS y China luego de la revolución

Con la revolución rusa de 1917 se creó, en julio de 1918, el Comisariado del Pueblo de Salud Pública y se nombró en su dirección al médico Nikolai Semashko. Los difíciles años que siguieron a la revolución con la guerra civil (1917-1922) llevaron a que, en el primer Estado obrero revolucionario de la historia, se sufrieran epidemias devastadoras de cólera, fiebre tifoidea y viruela. En ese momento faltaban personal calificado, hospitales y medicamentos.

Fue con la instalación de un sistema centralizado estatal y socialista de asistencia médica que se comenzó a lograr un éxito considerable en el tratamiento de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la fiebre tifoidea y el tifus. El sistema de salud de la ex URSS era totalmente gratuito.

Con la revolución se expropiaron todos los hospitales e institutos médicos privados. En 1919, por ejemplo, fue estatizado el actual laboratorio Gamaleya, creador de la vacuna Sputnik V, que se fundó en 1891 como instituto privado químico-microscópico y bacteriológico.

Antes de la revolución la esperanza de vida llegaba a los 35 años. En la década de 1960 subió a 66 años, aproximándose a la de los Estados Unidos y otros países de Europa (“Esperanza de vida al nacer, total [años]”, Banco Mundial, 2016).
China, con la revolución de 1949, experimentó también una notable mejora. La salud pública y la educación se hicieron accesibles a millones y millones de personas en todos los confines de su vasto territorio.

Antes de 1949, 80% de la población era analfabeta y los pobres vendían a sus hijas para que ejercieran la prostitución. Todo eso acabó con la revolución. La socialización del sistema de salud permitió dotar de servicios médicos a las grandes zonas rurales. Antes de 1949 había un médico cada 45.000 habitantes, no discriminando las áreas rurales de las urbanas. A fines de 1966, un médico cada 5.000 habitantes.

“La lepra, el tracoma, la encefalitis japonesa, la esquistosomiasis, la malaria, la filiarisis, la paragominiasis y la unciniariasis, grandes azotes del pueblo chino antes de 1949, han seguido igual curva descendente, habiendo sido combatidas fundamentalmente por campañas nacionales de educación sanitaria llevadas a cabo por los auxiliares, los ‘doctores descalzos’, las comunas, las brigadas de producción y los estudiantes” (“Los servicios de salud en la República Popular China”, doctor Jorge Haddad Quiñónez, Revista médica, Honduras. Volumen 42, 1974).

Pero las conquistas fueron retrocediendo con la restauración capitalista: “El modelo sanitario chino fue alabado por el Banco Mundial y la OMS (Organización Mundial de la Salud) como ejemplo para otros países en vías de desarrollo. Pero en 1980, al abrazar Pekín el capitalismo, el sistema de acceso universal fue desmontado” (El País, 2/1/2005).

La salud y la revolución cubana

La revolución de 1959 expropió las multinacionales yanquis y a toda la burguesía cubana. Se estableció la gratuidad de los servicios médicos, la rebaja del precio de las medicinas y la nacionalización de los laboratorios farmacéuticos privados. Se tomaron medidas que cambiaron drásticamente el acceso a la salud para el conjunto de la población, terminando con el negocio privado y el lucro, con la desnutrición infantil y distintas enfermedades crónicas

En 1960 comenzaron campañas de vacunación masiva a la población, con una cobertura superior al 99% de los niños menores de 2 años. Así se consiguieron erradicar enfermedades como la poliomielitis, el tétanos neonatal o la fiebre tifoidea y disminuyeron considerablemente otras como el sarampión, la rubéola, la parotiditis y la tuberculosis.

Pese a los retrocesos de la restauración capitalista en Cuba, todavía hoy se siguen reflejando esas viejas conquistas. Así lo reconoció la OMS: “En 2004, por ejemplo, se registraban siete defunciones por cada mil niños menores de 5 años, muy por debajo de las cuarenta y seis muertes de cuarenta años antes, según la OMS. Al mismo tiempo, los cubanos gozan de una de las mayores esperanzas de vida del mundo, 77 años” (Boletín de la OMS, mayo 2008).

Terminar con el capitalismo y lograr el socialismo en cada país y en el mundo no es una tarea fácil. Pero es una lucha necesaria e irreemplazable. Solo con un verdadero socialismo y una economía planificada democráticamente por las trabajadoras y los trabajadores podremos empezar a superar la creciente crisis social que vive la humanidad.

*En Correspondencia Internacional No.46, abril 2021 

**Dirigente de Izquierda Socialista de Argentina y de la UIT-CI

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