Sismeu: mecanismo de estafa y nido de corrupción gubernamental

Por PSL Carabobo

Es sabido en el mundo universitario, particularmente en el subsistema (Colegios Universitarios, Institutos de Tecnología, las universidades experimentales y las recién creadas Universidades Politécnicas Territoriales) la histórica deficiencia médico-asistencial y de los precarios servicios del Ipasme y el Seguro Social Obligatorio. Eso obligó a las y los trabajadores de estas instituciones universitarias una lucha para desarrollar y crear Institutos de previsión social junto con la conquista de los seguros funerarios, los HCM y las cajas de ahorro. En algunas se edificaron sendas infraestructuras para la atención del personal profesoral (lamentablemente no abarcaron a los
administrativos ni a los obreros).

La decadencia e insuficiencia se vino incrementando en la medida que los distintos gobiernos aplicaban disminuciones presupuestarias, reconducción de presupuestos junto con el abandono sistemático de la lucha sindical y gremial que llegaba a su clímax de burocratización y corrupción.

Con la llegada del chavismo y la consumación del madurismo podemos constatar que todos los beneficios contractuales se convirtieron en letra muerta y casi inexistente con la aplicación de las tablas
salariales, el salario mínimo nacional y la aplicación del memorándum 2792. Como consecuencia de esto el salario que hoy devengamos las y los trabajadores universitarios, son de hambre y miseria. Los bonos y demás beneficios contractuales se convirtieron en sal y agua. De la misma manera, las cajas de ahorro se descapitalizaron, los IPP son
casi que cascarones vacíos y la atención medico asistencial es una penuria.

Recientemente, con la imposición de la II convención colectiva se instaura un tipo de servicio médico de las características, pote con un monto único sin reposición, lo que significa que agotado ese monto, la atención se ve suspendida. Pero no solo eso, su implementación y operatividad fueron y sigue siendo sufrida por todas las usuarias y usuarios quienes vivimos un calvario para lograr ingresar en una clínica por cualquier emergencia, enfermedades preexistentes, etc.

Para finales del 2019 la directiva del sistema médico de educación universitaria fue destituida por manejos dolosos y corrupción. No sabemos de los alcances de esa medida. Se desconoce si los responsables de los desfalcos, tráficos de influencias, favoritismos, negocios turbios y demás fueron puestos a la orden de las autoridades competentes  o simplemente sufrieron de un “regaño y algún que otro coscorrón”.

Con el comienzo del año los trabajadores que quisimos hacer uso del servicio nos encontramos con la ingrata sorpresa que la inmensa mayoría de las clínicas privadas que tenían convenios con el Sismeu, ya no estaban vigentes. Si acaso hay una clínica por estado que aún mantiene vínculos mercantiles y para mayor desánimo, el monto por
emergencias contratado es de 2 millones de bolívares, monto que no alcanza ni para el proceso de triaje o administrativo.

En el estado Aragua funciona una sola clínica para atender a las y los trabajadores de 4 universidades y en el estado Carabobo se desconocen cuáles tienen relación con el sistema. Este dato da cuenta del destartalado servicio que se presta a las los trabajadores junto con los mecanismos de reintegro, los cuales no se ajustan a los tiempos de
reposición y la inclemente hiperinflación. Nuestros salarios no alcanzan para comer menos para la atención médica por adelantado. Son muchos las y los trabajadores que han sufrido en carne propia este desvencijo e inoperante servicio que presta el Ministerio de Educación Universitaria.

No hay capacidad para atender el aumento de las crecientes demanda de servicios que requieren las y los trabajadores y para colmo de males, la atención que dan los coordinadores a quienes acuden porque requieren de
atención, es bastante deshumanizadora, patética e indolente. Expresiones como “ese es el monto aprobado”, “no es responsabilidad nuestra”, “solo casos de emergencia” “deben llamar a las clínicas”, etc.

A las y los trabajadores nos queda denunciar, hacer pública estas demandas, unificar las quejas para pronunciarnos a todos los niveles y ganarnos a la masa trabajadora para asegurarnos niveles de organización local, regional y nacional con la finalidad de unificarnos y movilizarnos por todos nuestros derechos. Hay que luchar con coraje por un salario igual al costo de la canasta básica, por el rescate de la convención colectiva, rescatar el sentido general del salario y por la derogación de las tablas salariales y el memorándum 2792.

 

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