Yemen: Reprimen manifestación masiva con tanques, se producen choques armados

Al menos 27 personas murieron ayer y otras 180 resultaron heridas en Saná como resultado de la violenta represión de una manifestación que reclamaba la salida del presidente Ali Abdalá Saleh, que se mantiene en el poder desde 1978, y de los choques entre fuerzas del orden yemeníes y combatientes de un líder tribal opositor al régimen.

Al menos 27 personas murieron ayer y otras 180 resultaron heridas en Saná como resultado de la violenta represión de una manifestación que reclamaba la salida del presidente Ali Abdalá Saleh, que se mantiene en el poder desde 1978, y de los choques entre fuerzas del orden yemeníes y combatientes de un líder tribal opositor al régimen.

Veintidós de los fallecidos eran manifestantes que participaron a una multitudinaria manifestación en las calles de la capital yemení. Los disparos comenzaron cuando los manifestantes intentaron entrar en una calle céntrica que conducía al palacio presidencial y otras sedes gubernamentales. La policía abrió fuego y empleó camiones de agua para dispersar a los participantes, mientras que algunos de estos lanzaron piedras y cócteles molotov contra las fuerzas del orden, y quemaron una estación eléctrica. La policía informó de la muerte de un agente. También se encontraban en el lugar seguidores del general desertor Ali Mohsin al Ahmar, que estaban armados y controlaban la zona desde vehículos blindados.

Previamente, los servicios de seguridad informaron de la muerte de cuatro personas en choques en el norte de la capital entre opositores partidarios del dirigente tribal Sadeq al Ahmar y miembros de la Guardia Republicana.

Desde el pasado 27 de enero, Yemen vive una revuelta popular que reclama la dimisión del presidente Ali Abdalá Saleh, un estrecho aliado de los EEUU, quien se encuentra en Arabia Saudí, protegido por la monarquía.

Fuerzas gubernamentales y de la oposición yemení mantienen una precaria tregua después de una jornada que ha dejado al menos una decena de muertos en Saná. «Están utilizando tanques para reprimir a los manifestantes pacíficos», ha declarado por teléfono Jaled, un residente en la capital yemení. Las víctimas de hoy elevan a cerca de 70 los fallecidos desde el domingo en los combates, en los que por primera vez se han implicado fuerzas leales al general disidente Ali Mohsen.

La violencia ha vuelto a estallar ese día después de que los activistas por el cambio que desde hace ocho meses ocupan la plaza de la Universidad decidieran tomar la conocida localmente como glorieta Kentucky. El lugar, donde se halla el hospital Republicano, el principal de Yemen, estaba considerado una línea roja por las fuerzas leales al presidente Ali Abdalá Saleh, que han disparado sin contemplaciones contra los manifestantes y han causado la primera treintena de muertos.

«Se trata de un lugar estratégico porque quien controla ese cruce controla tanto los movimientos Norte-Sur como Este-Oeste, pero lo que pudo ponerles nerviosos es que la casa de Ali Ahmed se encuentra a menos de 500 metros», explica un analista yemení que pide el anonimato. Ali Ahmed es el hijo mayor del presidente Saleh y quien está al frente de las fuerzas armadas desde que su padre fuera trasladado a Arabia Saudí a raíz del atentado que sufrió el pasado junio.

Desde entonces, los yemeníes esperan una solución al estancamiento político a que ha llevado el rechazo de Saleh a ceder el poder, tal como le vienen exigiendo tanto los opositores de su país como una coalición de aliados internacionales que incluye a EEUU, la UE y el Consejo de Cooperación del Golfo. «Cada vez estamos más molestos con Arabia Saudí porque su actitud está bloqueando el desenlace de la crisis», asegura Jaled recogiendo una opinión muy extendida. Para los opositores, la hospitalidad saudí constituye un endoso de Saleh. Sin embargo, un alto funcionario próximo al presidente discrepa. «Es mera solidaridad tribal», interpreta.

Sea como fuere, la televisión oficial yemení utiliza esas imágenes para demostrar que Saleh sigue al frente y activo. En la última grabación, el lunes, se veía al mandatario yemení con la cara completamente pelada, fruto de la muda de piel tras las graves quemaduras que sufrió en el atentado. Pero aunque él se esté recuperando, su país se encuentra más dividido cada día.

Al propio Saleh no le pasó desapercibido que tras el Ramadán, el suyo no fue el único discurso a la nación que recibieron los yemeníes. El general Ali Mohsen, antiguo aliado y ahora rival, también compareció ante las cámaras de Suhail, la cadena de televisión que controla el clan opositor de los Al Ahmar. El hecho de que el militar hubiera sustituido la guerrera por traje y corbata enviaba un poderoso mensaje sobre sus ambiciones. Sin embargo, hasta ahora Ali Mohsen, que en una circunstancia sólo posible en Yemen sigue cobrando del Estado, había mantenido a sus hombres al margen de los combates.

La situación cambió el domingo. Cuando las fuerzas oficialistas dispararon sobre los manifestantes, los soldados de la Primera División Acorazada (que se pasaron a la oposición con su comandante) respondieron. De ahí que los enfrentamientos hayan superado en intensidad los vividos en los meses anteriores. Pero tal como explicaba un observador occidental desde Saná, «los hijos de Saleh tienen mayor capacidad de fuego». Según su relato, destruyeron la casa de Ali Mohsen, varios de sus carros de combate y una de las residencias del jeque Al Ahmar.

Aún así, la brutalidad de su respuesta (internet se llenó de imágenes de cuerpos destrozados por los lanzagranadas y el Comité Internacional de la Cruz Roja denunció choques armados en el propio hospital Republicano) les hacía perdedores ante la opinión pública. De ahí que Saleh autorizara al vicepresidente Abed Rabbo Mansur Hadi, formalmente al frente del país, a negociar la tregua que se ha alcanzado hoy con la ayuda de varios embajadores extranjeros.

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