1º de Mayo: ¡Trabajadores! ¡La guerra de clases ha comenzado!

En Chicago, huelga general de 200.000 trabajadores el 1º de mayo, exigiendo jornada de trabajo de 8 horas. El 2 de mayo 50.000 obreros fueron a la fábrica fábrica McCormik, que había echado a sus trabajadores y era la única fábrica que trabajaba con rompehuelgas. La policía disparó con bala contra la multitud de manifestantes. Cayeron 6 obreros muertos y muchos heridos.

En Chicago, huelga general de 200.000 trabajadores el 1º de mayo, exigiendo jornada de trabajo de 8 horas. El 2 de mayo 50.000 obreros fueron a la fábrica fábrica McCormik, que había echado a sus trabajadores y era la única fábrica que trabajaba con rompehuelgas. La policía disparó con bala contra la multitud de manifestantes. Cayeron 6 obreros muertos y muchos heridos.

Albert Fischer, redactor del periódico anarquista Arbeiter Zeitung, redacta una proclama que luego fue utilizada como prueba acusatoria para llevarlo a la horca. Imprimió 25.000 volantes. La proclama decía:

«Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden… ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!».

Al día siguiente hubo enfrentamientos con la policía. Una gran manifestación fue atacada a balazos. Alguien arrojó una bomba a la policía y hubo un policía muerto. La Policía disparó y asesinó a muchos trabajadores. Nunca se supo la cantidad de muertos y heridos. Miles fueron despedidos. Y los dirigentes de la huelga enjuiciados y varios de ellos ahorcados.

Condenados a Prisión

Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil, condenado a cadena perpetua.
Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados.
Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.

A muerte en la horca

El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de:
Georg Engel, alemán, 50 años, tipógrafo.
Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana Lucy González Parsons aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
August Vincent Theodore Spies, alemán, 31 años, periodista.
Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.

En 1890, el Federico Engels, en el prólogo a una nueva edición del manifiesto Comunista, escribió:

«El proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de París. El espectáculo de hoy demostrara a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. !Oh, si Marx es tuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!».

A 126 años de esa proclama, cuando los capitalistas anularon el derecho al descanso, volvieron a imponer jornadas de trabajo agobiantes en la mayor parte del mundo, y a condenar a millones a la marginalidad y desocupación, cuando sus ejércitos masacran en Irak, Afganistán o Siria, cuando sus sicarios asesinan en México, Colombia o Venezuela, la proclama de Adolf Fisher mantiene toda su vigencia histórica.

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