Caracas , we have a problem, en Houston…

El conocernos fue motivado por la simpatía de ambos hacia la Revolución Bolivariana. Tal vez nuestro encuentro también haya sido estimulado por la búsqueda de apoyo en tierras donde los chavistas son escasos. Por estos lados, a veces uno se siente como cucaracha en baile de gallinas.

El conocernos fue motivado por la simpatía de ambos hacia la Revolución Bolivariana. Tal vez nuestro encuentro también haya sido estimulado por la búsqueda de apoyo en tierras donde los chavistas son escasos. Por estos lados, a veces uno se siente como cucaracha en baile de gallinas.

El conocernos fue motivado por la simpatía de ambos hacia la Revolución Bolivariana. Tal vez nuestro encuentro también haya sido estimulado por la búsqueda de apoyo en tierras donde los chavistas son escasos. Por estos lados, a veces uno se siente como cucaracha en baile de gallinas. La oposición reina en el exterior…

Hace cuatro o cinco años conocí personalmente al recién llegado Vicecónsul en la Ciudad de Houston. El conocernos fue motivado por la simpatía de ambos hacia la Revolución Bolivariana. Tal vez nuestro encuentro también haya sido estimulado por la búsqueda de apoyo en tierras donde los chavistas son escasos. Por estos lados, a veces uno se siente como cucaracha en baile de gallinas. La oposición reina en el exterior.

A Dios gracias, hay personas que confrontan con valentía situaciones adversas. Una de estas personas se llama Antonio Padrino.

En nuestra primera conversación me propuso organizar un movimiento a favor del gobierno venezolano. Me negué argumentando precisamente que, aparte de la tierra que vio nacer a Bolívar, el resto del mundo puede fácilmente considerarse territorio enemigo.

Así y todo, solo y por iniciativa propia, Antonio Padrino organizó en Houston la primera conmemoración del 13 de abril, el día de, “La vuelta de la democracia a Venezuela”.

El evento se llevó a cabo un domingo en un parque de la ciudad. La convocatoria era para después del mediodía. Alguien tenía que levantarse a la siete de la mañana para apartar una de las dos chocitas disponibles. Yo consideraría al que le tocó, un héroe de la revolución. ¿Antonio Padrino?

Yo me acerqué con mi familia como a las dos de la tarde. Había alrededor de diez personas, contándome a mí y a los míos. Padrino no estaba muy feliz que digamos. A esa hora de la tarde el resto de la gente del consulado todavía no se había aparecido. Yo se lo había advertido: la gran mayoría en Houston está en contra del gobierno. No tengo pruebas para excluir a los empleados de la representación diplomática.

Meses después me enteré que a Padrino lo habían despedido de la Cancillería. Tiempo después me enteré con agrado que lo habían reenganchado. Entonces lo mandaron de regreso a Houston como Cónsul General.

Esta vez Padrino sí estaba conciente de dónde se estaba embarcando. Sin embargo, con entusiasmo emprendió la labor para reunificar alrededor del consulado a la disgregada comunidad venezolana. Esto pretendía hacerlo sin tener que disimular su apego a la Revolución Bolivariana.

Gracias a Antonio Padrino, en abril de este año se celebró una vez más en la ciudad espacial, “La vuelta de la democracia a Venezuela”. Para mi grata sorpresa, la labor de Antonio como Cónsul General pareció haber dado resultados.

Al evento asistieron varias decenas de personas de todos colores, físicos y políticos. Todo un éxito considerando que apenas cuatro meses antes, en el referéndum de reforma constitucional, se dice (aún no se conocen los resultados) que el gobierno logró menos de diez votos.

Ahora resulta que Antonio Padrino otra vez ha sido destituido. Da la impresión que el despido se debió, ¡de nuevo!, a intereses y motivos particularmente oscuros.

Un filósofo dijo, “los que luchan toda vida son los imprescindibles”.

Si seguimos deshaciéndonos de imprescindibles como Antonio Padrino, qué será de nosotros?…

¡Atención Cancillería! ¡Más vale que exista una buena explicación!

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