España: Crear un movimiento desde abajo por la huelga general

El Gobierno apura la ofensiva contra los trabajadores/as

El Gobierno apura la ofensiva contra los trabajadores/as

A las puertas de una nueva recesión y en vísperas de las elecciones, con la legislatura prácticamente agotada, Zapatero apura las medidas que le reclaman la patronal y la UE para descargar la crisis sobre los trabajadores/as.

Que volvamos a caer en recesión no debería sorprender a nadie, pues todas las medidas del último año han recortado gasto, expulsado a miles de trabajadores/as al paro y han llevado a contraer la economía. Los datos catastróficos de Grecia tras dos años de planes de ajuste y uno de “rescate”, expresan crudamente las consecuencias de los planes combinados de la UE y el FMI: se dispara el paro, cae la producción, aumenta la miseria, y la deuda no sólo no deja de crecer sino que además se encarece. ¿Cómo se pagará la deuda mañana?

Como ocurriera a principios del 2000 en Argentina el desplome de la economía está a la vuelta de esquina en este país y con ritmos inciertos en los demás estados más débiles, incluido el estado español. La diferencia es que hoy la crisis no está localizada en tal o cual economía sino que es mundial. Pero el norte de los gestores del capital no es el futuro de la economía, y menos aún las condiciones de vida de la población, sino mantener a toda costa el beneficio empresarial de los grandes capitales, lo que ellos llaman “los mercados”.

El Gobierno del PSOE apura su mandato con un arsenal de medidas de hace pagar la factura de la crisis a las clases populares: la reforma de la negociación colectiva, la aprobación final de la reforma de las pensiones, la reforma constitucional y finalmente el llamado decreto ley de medidas urgentes para la promoción del empleo. Semejante batería de ataques de un gobierno agónico debería ser suficiente para un llamado inmediato a la huelga general, pero ni la dirección de CCOO ni la de UGT están por detener el ataque. Hay que construir un movimiento desde abajo, de los centros de trabajo para exigir a todos los sindicatos una respuesta contundente e inmediata.

Con una política capitalista, sea en la versión más keynesiana de intentar mantener el crecimiento con el déficit público como en el 32, con un “nuevo New Deal” como reclama la Confederación Europea de Sindicatos, sea con una política de restricción monetaria como se aplicó a mediados de los 30, el desastre está asegurado. El capitalismo es un sistema económico que genera sus propias crisis pero que sólo sale de ellas destruyendo medios de producción, capitales y sobre todo las condiciones de vida de los trabajadores/as.

Se precisan medidas claramente anticapitalistas: nacionalizar la banca, asegurando sólo los depósitos de los trabajadores y expropiando a la gran burguesía, poniendo ese dinero a trabajar para crear empleo; asegurar la vivienda; recuperar el poder adquisitivo de pensionistas y trabajadores, repartiendo el trabajo entre las manos disponibles sin pérdida de salario. Poniendo por delante el rescate de la población trabajadora al pago de la deuda de unos bancos que, además, ya fueron rescatados con dinero público.

Estas medidas son difíciles de conseguir, pero lo que es seguro es que seguir por el camino que nos marcan los gobiernos al son del dictado de “los mercados” nos lleva al abismo. La elección es esa y cada vez más clara. No hay otro camino que la movilización y la organización, política y sindical.

Más y más recortes, más paro y retrocesos para los trabajadores ¿hasta cuando? Este verano hemos visto estallar duros enfrentamientos en barrios de Londres y otras ciudades británicas. El malestar que acumula la juventud, la falta de trabajo y de perspectiva para conseguirlo, el abandono de la enseñanza y la sanidad pública, la represión policial, crean un potencial de desesperación que un día -como antes ya ocurrió en Francia- estalla. Lamentablemente esa energía de rabia contenida por largo tiempo, explota sin construir una alternativa al sistema.

Por todo ello es imprescindible la construcción de una alternativa de ruptura con el capitalismo. El carácter masivo del movimiento del 15M corrobora esa necesidad de ruptura con el sistema. Hay organizaciones de la izquierda revolucionaria, movimientos municipalistas y muchos militantes aislados en los sindicatos o entre la juventud que reclaman esta respuesta. Es preciso aunar fuerzas, encontrar puntos comunes para hacer posible un referente significativo. Ese fue el objetivo al impulsar Des de Baix en Catalunya, como antes Iniciativa Internacionalista. Aprovechar las elecciones, como se ha hecho en esos dos casos es importante, y de nuevo deberíamos aprovechar las del 20N, a pesar de las trabas que impone la última reforma electoral. No hay tiempo que perder, y es imprescindible que esas iniciativas, más allá del terreno electoral, tengan continuidad ligándose a las movilizaciones.

CREAR UN MOVIMIENTO DESDE ABAJO POR LA HUELGA GENERAL

El debate sobre la huelga general está en todo el movimiento sindical y reivindicativo. El movimiento 15M y los sindicatos alternativos discuten sobre la posibilidad de convocar una huelga general para octubre. La necesidad de la movilización general no está en discusión, pero el quién y el cómo se hace lo es todo.

Muchos trabajadores/as ven con simpatía el movimiento del 15M, incluso no han dudado en mostrarle su apoyo contra la represión o participar en sus convocatorias de movilizaciones, pero el problema está el lunes cuando el “trabajador indignado” entra en su centro de trabajo. Allí pesa la política de amenazas de la patronal, el largo listado de leyes que le permiten actuar a la carta contra el trabajador, el papel de las direcciones sindicales que una y otra vez coinciden en asegurar que no hay alternativa y que la lucha sirve, como mucho, para a minimizar la dureza de las decisiones patronales.

En los debates de la izquierda o en las asambleas del 15M hablar de CCOO y UGT es como mentar al diablo, y razones no faltanpara denunciar las direcciones de esos sindicatos. Pero la realidad en los centros de trabajo toma esa referencia para una gran mayoría obrera, y sin esa mayoría no hay huelga general. Por ello el problema es que hay que tener una política hacia esa realidad más allá de la denuncia de sus dirigentes, que hay que seguir haciendo. Hay que dejar el izquierdismo y un falso radicalismo para entroncar con la realidad en los centros de trabajo. Sin una política de exigencia y de denuncia a CCOO y UGT es imposible entroncar con una mayoría obrera.

Por ello retomamos el acuerdo en ese sentido del Manifiesto por una Coordinadora Estatal de las comisiones del 15M que trabajan hacia la Huelga General que surgió de la reunión en Madrid del 24 de julio: “con una exigencia a las direcciones de CCOO y UGT a rechazar los pactos firmados y un llamamiento a las secciones sindicales combativas de todos los sindicatos, comités de empresas, los sindicatos de izquierda o alternativos, delegados/as, asambleas y grupos de trabajadores. Y así poder organizar asambleas en los centros de trabajo, polígonos y diferentes sectores…”

La exigencia de Huelga General a todos los sindicatos (incluidos CCOO y UGT) debiera surgir del debate en asambleas de los centros de trabajo. Sólo generando un movimiento desde abajo, desde las fábricas, por la huelga general, es posible reunir las condiciones para que se vieran obligados a convocarla o llegar a hacerla sin ellos. Pero aquí sobra todo el sectarismo. Sólo deben prevalecer las necesidades de parar la ofensiva patronal y del Gobierno y buscar para ello la máxima unidad política y sindical.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *