3 octubre, 2024

¿Cómo hablar y escribir en posmoderno?

Aquí una guía rápida para hablar y escribir posmoderno.

Primero, para dejar claro esto, necesitas recordar que el lenguaje hablado o escrito de forma sencilla está fuera de todo sentido. Es demasiado realista, modernista y obvio. El lenguaje posmoderno requiere que uno use el juego, la parodia y lo indeterminado como técnicas de crítica.

Aquí una guía rápida para hablar y escribir posmoderno.

Primero, para dejar claro esto, necesitas recordar que el lenguaje hablado o escrito de forma sencilla está fuera de todo sentido. Es demasiado realista, modernista y obvio. El lenguaje posmoderno requiere que uno use el juego, la parodia y lo indeterminado como técnicas de crítica.

Frecuentemente, esto es un requerimiento un tanto difícil, pero en determinados casos, lo oscuro resulta ser un buen sustituto. Por ejemplo, imaginemos que quieres decir algo como: “Deberíamos poner atención a los puntos de vista de las sociedades no occidentales de tal forma que podamos aprender de sus juicios e ideas que nos afectan”. Bien, esto podría parecer un planteamiento honesto pero también soso. Para ser hablantes posmodernos quitemos la noción de “punto de vista” y cambiémosla por “voces” o mejor “vocalidades” o, mucho mejor, por “multivocalidades”. Agreguemos un adjetivo como “intertextual” y listo, se ha logrado la idea. La expresión “sociedades no occidentales” también es muy plana. ¿Qué tal un “los otros poscoloniales”? Para hablar con propiedad posmoderna uno debe tener la maestría y habilidad en el uso de un atadillo de juicios al margen del racismo común, sexismo o edad, etc. Por ejemplo, faloegocentrismo (rigidez masculina combinada con formas racionalistas de una lógica binaria).

Finalmente, “nos afectan” suena como pijamas aburridas. Se sugiere usar más verbos y frases oscuras como “mediar nuestras identidades”. Así, el enunciado final se diría: “Deberíamos escuchar a lo intertextual, y a las multivocalidades de los otros poscoloniales que están al margen de la cultura Occidental, de tal forma que podamos aprender acerca de los juicios faloegocéntricos que median nuestras identidades”. ¡Eso es hablar posmoderno!

Habrá ocasiones en que estemos apurados y no tengamos tiempo para juntar el mínimo número de sinónimos posmodernos y neologismos requeridos para evitar la desgracia pública. Recuerda, decir una cosa errónea es aceptable en tanto se diga de la forma correcta. Esto me lleva a una segunda estrategia importante en el hablar posmoderno, que indica que hay que usar cuantos sufijos, prefijos, guiones, diagonales, subrayados y todo lo que tu computadora (imprescindible para escribir posmoderno) pueda cocinar.

Puedes hacer una carta de referencia rápida para evitar retrasos de tiempo. Hazla con tres columnas. En la columna A pon prefijos: post-, hiper-, pre-, de-, dis-, re-, ex- y contra. En la columna B pon tus sufijos y finales relacionados: ismo-, itis-, ación-, ividad- y tricidad. En la columna C, agrega una serie de nombres respetables relacionados con adjetivos impresionantes o escuelas de pensamiento, por ejemplo: Barthes (barthesiano), Foucault (foculteano), Derrida (derrideano).

Pongamos una prueba, si quieres decir o escribir algo así: “los edificios contemporáneos son alienantes”. Eso está aceptable pero, por supuesto, no inicia bien. Ni siquiera llegarías a una segunda ronda de galletas con queso o botana en la recepción de una conferencia con una línea como esa. De hecho, con un enunciado así, te pedirían que te quedaras a hacer la limpieza después de la recepción de la conferencia. Ve a tu carta de tres columnas y encuentra primero un prefijo. El pre es útil como el post, o varios prefijos usados al mismo tiempo es genial. En lugar de decir “edificios contemporáneos” se creativo. La expresión: “las pre-post-espacialidades de la hiper-contemporaneidad-contra-arquitectural” será promisoria. Tendrás que deshacerte del término débil y contextual de “alienantes” y sustituir por unas buenas palabras y sufijos de tu columna B. ¿Qué tal antisocialidad? O se más posmoderno e introduce ambigüedad con la frase enlazada “antisocialidad/seductividad”.

Luego, ve a la columna C y toma unos nombres de esos cuyas obras todos coinciden que son importantes pero que difícilmente alguno haya tenido el tiempo o el interés de leer. Cuando hay duda, los teóricos europeos son mejores. Recomiendo al sociólogo Jean Baudrillard, dado que él ha escrito una buena cantidad de material de difícil lectura acerca del espacio posmoderno. No olvides hacer mención de lo relacionado con el género. Finalmente, agrega unas palabras que suavicen el nudo de todo ese bien atado desorden, sin olvidar incluir en el paquete algunos guiones, diagonales y paréntesis. ¿Qué es lo que obtienes? La línea: “Las pre/post/espacialidades de la contra-arquitectura hiper-contemporánea, nos (re)obligan a una recurrencialidad ambivalente de antisocialidad/seductividad, ya enunciada en un discurso Baudrillardeano-sin/género de subjetividad granulada”. Después de decir esto, se hará un silencio tal que podrás escuchar una aguja postindustrial caer en el piso retrocultural.

En algún punto podrías incluso preguntarte de qué estás hablando. Este riesgo confronta a todos aquellos que hablaren posmoderno, y debe ser cuidadosamente evitado. Siempre debes darle al otro interlocutor la impresión de que ha perdido el punto de referencia, y entonces de esa manera seguir con otro ataque de verborrea posmoderna hacia ellos como una “simplificación” o “aclaración” de tu línea original. Si eso no funciona, podrías dejarlo con una terrible línea de pensamiento modernista como “no lo sé”. No te preocupes, podrías también decir: “la inestabilidad de tu pregunta me deja con varias respuestas de diversos niveles cuya interconectividad no puedo expresar en la coherencia logocéntrica que tú buscas. Quizá al menos podría decir que la realidad es por demás incoherente y que sus (mis)representaciones son tan inconfiables que ni con todo el tiempo del mundo podríamos explorar. ¿Tienes otra pregunta? ¿No?, entonces pasa el queso y las galletas”.

*Profesor de Sociología en la Universidad de Trent, Ontario.

Este texto fue traducido por Jaime Bailleres.

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