6 diciembre, 2024

El movimiento estudiantil, los paros y la lucha de los trabajadores universitarios

salarios universitarios

Por: Simón Rodríguez Porras (PSL)

¿Son exageradas las exigencias salariales de los profesores?

Para tomar posición ante cualquier conflicto social, el punto de partida debe ser intentar determinar cuál es la causa justa, más allá de los propios intereses particulares o sectoriales inmediatos. Echemos una mirada a la situación concreta de los salarios en el sector universitario.

El salario mensual del profesor titular a dedicación exclusiva, el escalafón más alto, hoy se encuentra en Bs 15.927, lo cual a duras penas cubre el monto de la canasta básica, según los criterios del Instituto Nacional de Estadística (aunque dicho ente no ha publicado las cifras correspondientes al año en curso). Al escalafón más bajo, el de profesor instructor, le corresponde un salario de Bs 7.854, si su cargo es a dedicación exclusiva, apenas por encima del salario mínimo.

Realmente ha habido una destrucción del salario de los profesores universitarios en la última década. Mientras que en los primeros años de su gobierno, el presidente Chávez asumió deudas acumuladas con el sector por gobiernos anteriores, especialmente el de Rafael Caldera que fue un enemigo acérrimo de las universidades, y las condiciones salariales mejoraron, esa tendencia se revirtió posteriormente.

En diciembre de 1998, el salario del profesor titular era equivalente a $ 1041. En el año 2000, ascendió a $ 2439. Actualmente se encuentra en su nivel más bajo históricamente, muy por debajo de los $ 621 a los que descendió en 1989 con las medidas de ajuste antipopulares de Carlos Andrés Pérez. Si se calcula en base a la tasa oficial del Simadi, el salario del profesor titular hoy es de apenas $ 77 mensuales. Como se emplean varias tasas de cambio en la economía venezolana, con disparidades gigantescas, es difícil establecer el tipo de cambio promedio. En el 2014 este fue de alrededor 35 bolívares por dólar, si muy conservadoramente consideramos que el tipo de cambio promedio actual se ubica en 70 bolívares por dólar, de todas maneras el salario más alto de la escala profesoral sería de apenas $ 218. Sigue siendo el salario más bajo en la historia de las universidades autónomas.

Los salarios de los obreros y empleados son incluso peores. Por ejemplo, el 66% de los cargos de los empleados administrativos de las universidades, con el aumento del 1 de mayo, quedaron por debajo del salario mínimo. Y todo ello en un contexto de inflación acelerada, que podría superar el 100% este año.

En esta situación de deterioro creciente de los salarios de todos los trabajadores universitarios, y particularmente de los docentes, la Apucv convoco a un paro de 24 horas la semana pasada protestando ante el hecho de que el salario de un profesor instructor a tiempo completo quedaba por debajo del nuevo salario mínimo. Esta medida fue seguida y replicada en otras universidades. En la ULA, el sindicato de obreros es dirigido por militantes del Psuv, pero la presión de las bases ha llevado a que se incorpore al comando intergremial de conflicto.

¿Es la huelga un instrumento legítimo de lucha en las universidades?

El paro universitario del 2013, a pesar de los errores de su conducción, y de la ausencia de una línea que apuntara a la unidad de acción con estudiantes, obreros y empleados por parte de la dirigencia gremial profesoral, y pese al rol de esquiroles jugado por las direcciones sindicales chavistas, con todo ello el paro permitió lograr un aumento salarial por encima de la oferta gubernamental inicial, así como la eliminación de cláusulas contractuales lesivas de la autonomía universitaria. También obligó al gobierno a reconocer a las organizaciones gremiales profesorales que pretendía suplantar con federaciones escasamente representativas ligadas al Psuv. Esos logros parciales están en la memoria de muchos miembros de la comunidad universitaria actualmente. Por eso hoy existe la disposición de muchos profesores a impulsar medidas de de lucha, incluyendo la posibilidad de realizar paros, asi como articular esfuerzos con los demás sectores universitarios.

Los estudiantes son los principales afectados por las suspensiones de clases, pero no por ello pueden perder de vista la historia de su propio movimiento. Todas las reivindicaciones socioeconómicas alcanzadas, como pasaje preferencial, comedor universitario, becas, y las conquistas políticas como la persistencia del carácter público y gratuito de las universidades autónomas, se han logrado en virtud de movilizaciones que en muchos casos implicaron la suspensión de las actividades académicas.

Por otra parte, el movimiento estudiantil no podría oponerse al derecho a huelga de profesores, obreros y empleados, sin convertirse en un elemento funcional a la política gubernamental de cercenar al derecho a huelga, como lamentablemente ha sido el caso con las organizaciones estudiantiles ligadas al chavismo, y más recientemente con la postura de muchas organizaciones estudiantiles ligadas a la MUD que controlan las federaciones de centros de estudiantes y que se oponen a los paros profesorales.

Recordemos que así como el gobierno alega que los maestros y profesores no pueden hacer huelga, invocando el derecho a la educación, también en el sector agroalimentario se limita el derecho a huelga invocando la soberanía alimentaria; las zonas de seguridad restringen el derecho a huelga en las empresas básicas y la industria petrolera, y la legislación antiterrorista criminaliza las huelgas en el sector del transporte.

¿De qué forma apoyar a los asalariados universitarios?

Apoyar el justo reclamo salarial universitario no significa ser acríticos respecto de quiénes conducen el conflicto, ni dejar de defender los derechos de los estudiantes. Las organizaciones estudiantiles independientes, que no son meros ejecutores de las órdenes del Psuv o de la MUD, tienen la responsabilidad de defender ese reclamo incluso por una cuestión de supervivencia de las universidades autónomas. Un aumento de la deserción de profesores en el mediano plazo comprometería la continuidad de muchos planes de estudio. Además de ello, la depauperización salarial agrava todas las tendencias políticamente regresivas que se observan en esas instituciones actualmente.

Los estudiantes deben apoyar las medidas de presión hacia el gobierno, defendiendo que se realicen asambleas abiertas en las facultades para que las bases impulsen la toma de decisiones de manera democrática. Apoyando la lucha y participando activamente, los estudiantes pueden defender más efectivamente su derecho a participar de la reprogramación de los lapsos académicos, así como plantear la realización de cursos intensivos y otras fórmulas para mitigar la pérdida de clases. De igual manera pueden presionar por el levantamiento de pliegos unitarios de exigencias al gobierno que incluyan reclamos estudiantiles, como homologación de las becas y preparadurías, mejoramiento de los servicios estudiantiles, entre otros.

Aportando una visión crítica de la situación general de las universidades, los estudiantes pueden incorporar al conflicto la discusión sobre la necesidad de una profunda transformación democrática que permita enfrentar y revertir la degradación que sufren estas instituciones, para que puedan a su vez jugar un papel relevante en la crisis social, económica y política del país. Una derrota de los gremios universitarios en conflicto alejaría aún más esa posibilidad.

Aunque en lo inmediato implique perder clases, en el mediano y largo plazo, está en el mejor interés de los estudiantes que los asalariados universitarios logren sus reivindicaciones, por esa razón los estudiantes no deben oponerse a las paralizaciones y acciones de protesta o permanecer neutrales ante la lucha justa de todos los trabajadores universitarios.

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