Grecia: Golpe de Estado europeo frente al levantamiento popular

Grecia

Golpe de Estado europeo frente al levantamiento popular

Stathis Kuvelakis *
A`lencontre/La Breche
http://alencontre.org/
Traducción de Faustino Eguberri

Grecia

Golpe de Estado europeo frente al levantamiento popular

Stathis Kuvelakis *
A`lencontre/La Breche
http://alencontre.org/
Traducción de Faustino Eguberri
http://www.vientosur.info/

Así pues, ha sido en Grecia donde se ha estrenado la nueva obra a la que se augura un gran éxito en esta temporada política y que lleva por título «La toma del poder por los banqueros». Italia parece elegida para la próxima etapa, lo que no hace mas que subrayar el interés del proceso griego que ha llevado a la dimisión de Georges Papandreu y a la formación de un nuevo gobierno llamado de «entente nacional» dirigido por Lucas Papademos.

Han sido precisos varios días de dudas y de duras negociaciones entre el PASOK (socialista), que sigue siendo mayoritario en el parlamento, y Nueva Democracia (ND, oposición de derechas), sin olvidar el papel particularmente activo de la extrema derecha del LAOS, para llegar a este resultado. Al final, un gobierno cuyas principales carteras económicas y sociales siguen en manos del PASOK, reduciéndose la derecha a dos ministerios «de regalía» (Defensa, Asuntos Exteriores). Un gobierno igualmente marcado por la participación de la extrema derecha, por primera vez desde la caida del régimen militar (1974), a la que se atribuye un ministerio (Transportes y Obras Públicos) y tres secretarías de Estado. Pero, bastante más que estas maniobras politiqueras, son las presiones de los gobiernos alemán y francés y de lo que se llama «los mercados» las que han permitido llegar a este resultado. Antiguo vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), de 2002 a 2010, Papademos, miembro de la Comisión Trilateral, fue director del Banco Central de Grecia entre 1994 y 2002, y, por ello, uno de los arquitectos de la entrada de Grecia en el euro, al lado de su mentor en política, el antiguo primer ministro socialista «modernista» Costas Simitis, el principal arquitecto del neoliberalismo en Grecia, considerado como particularmente cercano a los medios de negocios alemanes. Tanto como decir que con este nuevo primer ministro, son de forma casi directa los medios financieros europeos, y secundariamente griegos, así como los países del directorio de la Unión Europea (UE) quienes gobiernan el país, despreciando todo mandato popular, en lo que puede ser considerado como el primer «golpe de estado blanco» concebido y puesto en marcha por esta misma UE y los banqueros de la que es su representante. Las formulaciones de Marx a propósito de la monarquía de julio, según la cual esta última es el «reino de solo una fracción de la burguesía, la aristocracia financiera» y el régimen por entero una «sociedad por acciones para la explotación de la riqueza nacional» /1 encuentran así una nueva juventud. Con la diferencia de que ahora esta aristocracia financiera es esencialmente multinacional, y ante todo europea, los especuladores y aprovechados de hoy se encuentran en los consejos de administración de los bancos (e instituciones financieras) alemanas, francesas y del BCE /2.

¿Cómo comprender de forma más profunda este cambio radical tan espectacular del paisaje político, que ha visto en una decena de días al ex primer ministro Papandreu anunciar un referéndum, retractarse, ganar un voto de confianza en el Parlamento para finalmente dimitir y dejar su plaza a un gobierno de «entente nacional» a las órdenes de los financieros y de la UE? Precisemos de entrada esto: contrariamente a una impresión ampliamente extendida en y por los medios internacionales, no es el anuncio de un referéndum sobre las decisiones de la cumbre europea del 27 de octubre lo que ha precipitado los acontecimientos sino la situación preinsurreccional en la que se encuentra Grecia desde las jornadas del 19 y 20 de octubre, y de forma aún más clara, desde los disturbios que acompañaron las conmemoraciones de la fiesta nacional del 28 de octubre. Por otra parte, es precisamente a esta situación a la que venía a responder la iniciativa de alto riesgo, y que se ha revelado fatal para su suerte, de Papandreu /3.

En este sentido, los últimos acontecimientos deben ser comprendidos como la prolongación lógica de las tendencias que aparecieron en junio pasado, cuando la movilización del «pueblo de las plazas» alcanzó un pico y desencadenó la primera fase de la crisis política /4. Papandreu se situó por algunas horas en posición de dimisionario a la búsqueda de un acuerdo de gobierno de «entente nacional» con el dirigente de la oposición de derechas Antonis Samaras. Si este episodio se cerró rápidamente con una simple remodelación gubernamental, no ha dejado por ello de poner en evidencia las tres principales determinantes de la secuencia que desemboca en la situación presente:

-un ascenso de las movilizaciones, que toman el aire de un verdadero levantamiento popular,
-la acentuación de la crisis del sistema político y su transformación en crisis de Estado,
-el papel de tipo neocolonial de la UE convertida en actor de primer plano de la escena política del país.

Un breve análisis de estos tres factores se muestra por tanto necesario antes de abordar la cuestión de las perspectivas de la izquierda radical en esta nueva coyuntura.

El levantamiento popular

La huelga general de 48 horas de los días 19 y 20 de octubre ha confirmado que el ciclo de movilización emprendido desde la votación, el 5 de mayo de 2010, del Memorándum entre el gobierno griego y la en adelante famosa «Troika» (UE, BCE, FMI) había entrado en una nueva fase. La amplitud y la combatividad de las manifestaciones, su difusión en el conjunto del territorio /5, la composición social ampliada de los participantes (asalariados de lo público y lo privado, parados, jóvenes, pequeños comerciantes y empresarios, jubilados), pero también la preparación de estas dos jornadas por toda una serie de acciones con formas a menudo inéditas (ocupaciones de edificios públicos, incluyendo sedes de Ministerios y Jefaturas de Policía, rechazo a pagar los nuevos impuestos, huelgas prolongadas en ciertos sectores como los basureros o el personal de hospitales), todos esos elementos dibujan el cuadro de una movilización obrera y popular ascendente, disponiendo de importantes reservas y del apoyo mayoritario del cuerpo social. Por decirlo de otra forma, a lo que hemos asistido en las calles de Atenas y de las ciudades del país, es a la convergencia del «pueblo de las plazas» de la pasada primavera (cuya masa se componía de electores rebelados y desprovistos de tradiciones de lucha de los dos «partidos de gobierno», PASOK y ND) y del movimiento popular organizado. El refuerzo del papel jugado por sus componentes tradicionales, sindicales y políticos, ha jugado en este sentido, particularmente la movilización del Partido Comunista Griego (KKE) y de su frente sindical (PAME). Bajo la presión de su base y de su entorno social, este partido se ha desmarcado de la rutina que le afecta, que consiste en hacer desfilar sus propios cortejos de forma cuidadosamente distinta del resto de los manifestantes y ha querido ocupar el terreno de forma visible y prolongada, organizando el cerco del parlamento el 20 de octubre. Ciertamente, lo ha hecho con su sectarismo habitual, rechazando una vez más toda unidad de acción con las demás fuerzas de la izquierda radical. Esto no podría sin embargo justificar de forma alguna el ataque militarizado, con objetivos criminales (cócteles molotov lanzado contra el servicio de orden y los cortejos del PAME), del que fue objeto por parte de un sector de la movida Black Bloc y que se saldó con la muerte de un obrero de la construcción, militante del PAME, y con la hospitalización de una cuarentena de manifestantes salidos de sus filas, de ellos tres en un estado grave /6.

A pesar de esos incidentes, que han dejado un gusto amargo, se había puesto en marcha una dinámica de acción de calle, que resurgió en las manifestaciones que estallaron con motivo de las conmemoraciones del 28 de octubre /7. Manifestaciones que se pueden considerar como el equivalente en el plano simbólico de una «toma de la Bastilla» a la griega. En ese día de confirmación de las autoridades del estado en su papel de representantes de la nación, llamada a desfilar bajo su mirada, éstas han sido un poco en todas partes expulsadas de su lugar físico y simbólico, a saber, de las tribunas oficiales /8, inmediatamente invadidas por la multitud. Una multitud que declara así que es la única encarnación legítima del todo social. Esta conquista simbólica de la plaza vacía, o más bien vaciada, del poder por el pueblo «en persona» se ha expresado igualmente con la multiplicidad de las significaciones que han marcado esta jornada: eslóganes ligando el «no» de 1940 con la situación presente y asimilando a los gobernantes actuales con los «colaboracionistas», recuperación de los cantos de la Resistencia y de la lucha contra la dictadura de los coroneles, banderas alemanas y de la UE quemadas ante las multitudes alborozadas. Como ha podido constatar el corresponsal de Le Monde, «la jornada se ha transformado en jornada del no a la «Troika» y a la austeridad»/9. Todo esto indica que para amplios sectores sociales emerge un relato nacional y popular alternativo al del poder, que hace converger la dimensión social y la dimensión nacional de la protesta y liga el presente con la memoria popular de la «larga duración» histórica.

Un umbral simbólico ha sido así franqueado y parece poco probable ver la movilización recaer, incluso si su recuperación pasará por un período de adaptación a la nueva situación creada por el radical cambio en la cúspide del estado. Tanto más cuando la situación económica del país, ya dramática, no deja de empeorar: la tasa de paro ha alcanzado oficialmente el 18,4% pero está más cerca del 25% en la realidad, los asalariados y los jubilados han perdido alrededor de un tercio de su renta, los impuestos exorbitantes recientemente votados acaban de sangrar a los hogares, los servicios públicos están en ruina, la tasa de suicidio, tradicionalmente una de las más bajas de Europa ha subido un 40% en un año, mientras que la situación sanitaria de la población se deteriora de forma dramática, como revela un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet /10, que concluyen en una «tragedia griega». En estas condiciones, resulta sencillamente impensable que un gobierno que se apresta a administrar a una población exhausta una nueva poción de austeridad pueda aguantar mucho tiempo.

La profundización de la crisis política

Por su amplitud y su aspecto inédito, es decir, por la entrada en escena de masas hasta ahora relativamente pasivas y desprovistas de cultura política cohesiva, el «movimiento de las plazas» del mes de junio creaba las condiciones de la transformación de la crisis económica y social en crisis política generalizada. Una crisis que podemos, en referencia a los análisis de Gramsci, calificar de «crisis orgánica». El ascenso de la protesta popular revelaba un momento de ruptura de las relaciones establecidas de representación entre los principales grupos sociales y sus formas de expresión partidaria que se traduce en «el paso repentino (de estos grupos) de la pasividad política hacia una forma de actividad y de reivindicación que, en su unidad no orgánica constituyen una revolución». Esta crisis, prosigue el revolucionario italiano, se convierte entonces «en una crisis de poder, y es en esto exactamente la crisis de hegemonía o crisis del estado en su conjunto» /11.

Confrontado a una situación de crisis generalizada, el sistema político tiende a autonomizarse de las relaciones de representación y de las reglas de la alternancia parlamentaria. Gramsci hablaba de tendencia al «bonapartismo» o al «cesarismo», que pueden imponerse incluso «sin César, sin personalidad heroica y representativa». En un régimen parlamentario, estas soluciones toman la forma de gobiernos de «gran coalición», que ligan de forma directa intereses económicos y sectoriales de las clases dominantes con fracciones del personal político desligadas de sus relaciones partidarias anteriores. Diferentes en esto del fenómeno bonapartista personalizado y circunscrito al siglo XIX , estas soluciones ofrecen bastante más flexibilidad al precio, sin embargo, de una inestabilidad crónica. Pero no deja de ser cierto que se trata de formas de construcción de un bloque de poder que soslayan (y/o alteran muy significativamente) las mediaciones de tipo representativo y la legitimación electoral, sin a pesar de ello romper explícitamente con el marco parlamentario existente, aunque puedan, si se da el caso, preparar el terreno para una tal evolución /12.

Es en este marco en el que hay que situar el proceso de constitución de un gobierno de «entente nacional», tal como el dirigido por Papademos. La idea estaba en el aire desde hace un cierto tiempo, y fue brevemente probada, lo hemos visto, en junio. Pero la urgencia de una salida así no se ha impuesto más que con el sesgo explosivo tomado por la protesta popular en la secuencia insurreccional que se desplegó entre los días 19 y 28 de octubre. Índices como la parálisis casi completa de la administración del Estado, acentuada por la oleada de ocupaciones de edificios públicos, o el repentino reemplazo de la totalidad del Estado Mayor militar, que no hacía un secreto de su oposición a los recortes presupuestarios que afectan profundamente al ejército, han empujado también en ese sentido, revelando que el funcionamiento de la maquinaria estatal estaba alcanzado en su corazón mismo.

Es de uso, en tales circunstancias, que los poderes vacilantes tomen iniciativas que acaben por extender el fuego que supuestamente intentaban controlar, cuando no apagar. El anuncio de un referéndum por Papandreu, al que se suponía tratar sobre el acuerdo realizado en la cumbre europea del 27 de octubre, era el ejemplo tipo de un gesto así, que, independientemente de las intenciones de su autor, ha funcionado sin embargo como un test de verdad para el sistema político griego y para toda la UE. El desafío lanzado por el dirigente del PASOK ha sembrado el pánico en las plazas bursátiles y provocado la cólera del directorio franco-alemán, que, de forma completamente explicable, saltó en cuanto oyó la palabra «referéndum», al no haber salido particularmente bien la UE de los precedentes episodios de este tipo, y eso en condiciones incomparablemente más favorables que las ofrecidas por la situación de Grecia. La humillación sufrida por Papandreu en la cumbre de Cannes, sin precedentes para un dirigente de país europeo, era la consecuencia lógica de esta falsa, pues demasiado tardía, ingenuidad democrática.

En el frente interno, el gesto de Papandreu, seguido por las presiones directas ejercidas por los dirigentes europeos, sin duda ha aportado más el resultado que se pretendía. Ciertamente ha revelado que el primer ministro saliente estaba contestado en el seno de su propio partido «por su derecha», por un ala de integristas neoliberales reagrupados alrededor de lo que se califica como «talibanes del Memorándum» o de «troika interna» /13, que ha rechazado inmediatamente la idea del referéndum y planteado la idea de un gobierno de «unidad nacional». Si ha erosionado un poco más la cohesión de su propio partido, Papandreu ha marcado sin embargo puntos frente a la oposición de derechas. Colocada ante la casi certidumbre de una victoria del «no» a los acuerdos del 27 de octubre y del chantaje ejercido por la UE (un «no» equivale a la salida del euro), la derecha ha combatido vigorosamente la proposición de referéndum. Pero, sobre la marcha, se ha visto igualmente obligada a ceder a las exigencias de «consenso» formuladas desde el comienzo de la crisis de la deuda por los medios de negocios y los dirigentes europeos. Por su parte, la extrema derecha, campeona desde la primavera de 2010 de una «entente nacional» para poner en marcha de forma dura la «terapia de choque», se ha sentido triunfar. Su líder, Giorgos Karandzaferis, se ha planteado abiertamente como el «padrino» del nuevo gobierno de «unidad nacional», que le permite acceder a la tan deseada respetabilidad institucional. Las formaciones periféricas del centro-derecha (la pequeña formación ultraliberal y europeísta Alianza Democrática de Dora Bakoyanni, rival de Samaras en la dirección de la ND en noviembre de 2010) y del centro-izquierda (la Izquierda Democrática, salida de una escisión por la derecha de Synaspismos, y los ecologistas) les han seguido el paso, con algunas reservas de formas para estas últimas. La vía quedaba así abierta para el proceso que ha concluido en la constitución de un gobierno dirigido por el banquero Papademos, encarnación natural de un bloque en el poder enteramente dominado por los intereses de la finanza europea.

La UE como potencia neocolonial

El papel de la UE en este asunto merece seguramente algunos comentarios específicos. Suponiendo en efecto que subsistieran aún en Grecia algunas apariencias de soberanía nacional y de funcionamiento democrático, aunque fuera «formal», de las instituciones parlamentarias, ésto pertenece ya al pasado. La forma en que Papandreu fue obligado a retractarse sobre el referéndum, tras haberse visto dictar de la forma más humillante los términos de la pregunta que sería planteada (¡e incluso la fecha de su celebración!), las condiciones de su salida del poder así como las maniobras que se han desarrollado en la opacidad más total a fin de constituir el gobierno de «entente nacional» constituyen en el sentido más estricto un «golpe de estado blanco», el primero cuya concepción y aplicación se han hecho bajo la batuta de la UE. ¿Hay que subrayar hasta qué punto este gobierno está desprovisto de la menor legitimidad democrática, en el sentido más banal del término, tal como se expresó en el escrutinio de octubre de 2009? Y sin embargo, la tarea que le es explícitamente confiada (aplicación de los acuerdos del 27 de octubre, con medidas de austeridad aún más graves que todas las precedentes, acompañadas de la puesta bajo tutela permanente y de la venta en subasta pública de la casi totalidad del patrimonio público que queda) comprometerá al país en los decenios que vienen.

Dos elementos dan una idea del radicalismo neoliberal que anima a Papademos y a quienes le rodean. En un artículo publicado simultáneamente en el periódico griego To Vima y el Financial Times el 23 de octubre /14, el actual primer ministro había recusado la proposición de exoneración del 50% de la deuda griega en manos de los bancos y demás instituciones privadas, que fue finalmente adoptada por la cumbre europea del 27 de octubre, y quería mantenerse en una quita solo del 21% prevista por la cumbre del 21 de junio, bajo la presión de Sarkozy y casi unánimemente juzgada escandalosamente favorable a los bancos y totalmente insostenible para el país. Más vale pues apostar por la «generosidad», o el realismo, de Angela Merkel en materia de pago de la deuda griega que por el actual primer ministro. Por otra parte, una de las principales exigencias de Papademos y de sus apoyos europeos en la línea de su rechazo obstinado del referéndum, ha consistido en descartar la idea de elecciones anticipadas que eran sin embargo una de las condiciones que Samaras y la ND habían planteado para su apoyo a un eventual gobierno de «unidad nacional». La confusión continúa reinando sobre este tema, habiendo recuperado Samaras en su declaración posterior a la formación del gobierno la fecha del 19 de febrero que había inicialmente anunciado. Asumiendo plenamente la lógica bonapartista evocada anteriormente, Papademos y la UE no quieren un sencillo equipo de transición, encargado de una misión limitada. Es claramente un gobierno de combate lo que pretenden poner en pie, como lo subraya, cubierto por el anonimato, uno de los antiguos colegas del primer ministro en el BCE: «A la cabeza del gobierno griego, deberá aprender sin embargo a tomar duras decisiones, a crear descontentos» /15. Nadie duda de que, flanqueado de sus ministros del LAOS y de los celadores de la «troika interna», aprenderá rápidamente..

En cualquier caso, las máscaras han caído: la UE aparece como lo que es, una amenaza mortal para las reglas democráticas más elementales, incluso las del régimen parlamentario liberal. Pues no hay que engañarse: la simultaneidad de los cambios de gobierno en Italia y en Grecia, la toma del poder en los dos casos por apoderados de los bancos, salidos de las entrañas de la Unión Europea (BCE en el caso de Papademos, Comisión Europea en el de Monti), cultivando lazos directos con los medios de negocios, no tiene nada de una coincidencia. Desde que la crisis de las deudas soberanas estalló, Grecia es claramente una cobaya de la «terapia de choque» que las clases dominantes están decididas a poner en marcha, y esto, como Naomi Klein lo ha visto bien /16, no puede hacerse en el marco político e institucional existente (al menos para las normas de un país de Europa del Oeste). Las «terapias de choque» son indisociables de los «desastres», que conducen a la instauración de un «estado de excepción» cada vez más banalizado. Y, en el marco europeo de los 27 países que forman parte de él, es claramente la UE, sus instituciones y su directorio franco-alemán (más alemán que francés por decirlo claramente) quienes son los arquitectos. Sin embargo, en el seno de la izquierda europea, incluyendo sus alas radicales, se obstinan en querer soslayar esta realidad o en no medir sus consecuencias /17, cultivando por ejemplo la ilusión de una «reformabilidad» de las instituciones de la UE o de un radical cambio sociopolítico simultáneo en los principales países europeos que permitiría dispensarse de afrontar la maquinaria de la UE como tal.

La impotencia paradójica de la izquierda radical griega

Desde el comienzo de la crisis de la deuda, la izquierda radical griega se encuentra en una posición paradójica. Se refuerza en el plano electoral, partiendo de un nivel que es ya el más elevado de Europa (ver el cuadro de más adelante). Sus militantes son muy activos en las movilizaciones, incluso si el «movimiento de las plazas» ha revelado sus dificultades para abrirse a sectores sociales exteriores a sus esferas tradicionales de influencia. Sin embargo, tiene dificultades para intervenir políticamente en la situación, para proponer una alternativa creíble a las políticas bárbaras puestas en marcha y rechazadas por la casi totalidad de la sociedad. No llega por ello a plantear una salida política a la ola de cólera popular, que corre el riesgo de conocer una trayectoria «argentina»: un levantamiento popular capaz de hacer caer al poder actual pero desprovisto de solución política de recambio.

Dos factores influyen con un peso particular en este estado de hecho. En primer lugar la profunda división, más exactamente el ambiente de guerra intestina, que reina entre sus dos principales componentes: el Partido Comunista (KKE) de una parte, envarado en una línea sectaria y nostálgica del pasado estalinista, que sigue siendo la fuerza dominante tanto en el plano electoral como militante, y la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), del otro, que plantea una marcha unitaria pero que tiene dificultades para encontrar una coherencia interna entre sus múltiples componentes y tendencias y tiende a replegarse sobre una proposición de unidad «minima», basada en un simple rechazo a la austeridad. Necesaria para la unidad de acción, tal base se muestra sin embargo insuficiente cuando se plantea la cuestión de una alternativa de poder.

Situadas ante este temible desafío, estas formaciones tienen grandes dificultades para formular propuestas precisas y razonablemente audibles sobre las cuestiones clave en las que se juegan la legitimidad de las políticas realizadas y la posibilidad de una lógica diferente, a saber la deuda y la cuestión del euro, y, más en general, de las relaciones con la UE. La línea mayoritaria en el seno de Syriza, y, sobre todo de su principal componente, Synaspismos, es proponer una renegociación de la deuda en el marco de la UE y de la zona euro, sin recurrir a la suspensión de pagos. La cuestión del euro o de la estructura antidemocrática y neocolonial de la UE están minimizadas y/o remitidas a un futuro indeterminado, cuando un «movimiento social europeo» haya cambiado la situación a nivel de toda la UE, o al menos de su núcleo. ¿Hay que precisar que estas propuestas están muy por detrás de las exigencias de la situación, son poco creíbles y que suscitan una creciente oposición interna?

Ante este callejón sin salida, corrientes importantes de Synaspismos (la «corriente de izquierdas» dirigida por el actual portavoz parlamentario de Syriza, Panagiotis Lafazanis /18) así como otros componentes de Syriza reagrupados en el Frente para la Solidaridad y la Ruptura (dirigido por el antiguo presidente de Synaspismos Alekos Alavanos) alzan el tono y rompen con el consenso europeísta. Defienden una renegociación de la deuda «a la Kirchner», llevada bajo la presión de un cese de pago a la iniciativa del país prestatario, acompañado de una salida del euro y de la nacionalización del sector bancario, que permitirían una devaluación de la moneda y una salida de la lógica de la «devaluación interna» (fundada en la bajada drástica del coste del trabajo) impuesta por las curas de austeridad. Además de los argumentos económicos, una ruptura con el euro y la lógica de las instituciones europeas, sin salida inmediata de la UE, es también juzgada necesaria por razones políticas: ¿cómo sacar al país de la tutela en que se encuentra actualmente y relanzar un funcionamiento democrático sin aceptar un desacoplamiento, aunque fuera parcial, de la UE y el restablecimiento de su soberanía nacional? Esta agenda está ya defendida por el reagrupamiento de la fuerzas de la extrema izquierda Antarsya, que ha conocido algunos éxitos electorales en las regionales y municipales de noviembre de 2010 (ver recuadro más abajo), y que defiende el cese de pago, la salida del euro y la nacionalización de los bancos como basamento de un programa de ruptura anticapitalista. Sin embargo, a pesar de importantes convergencias, un comienzo de reagrupamiento en el frente sindical /19 y una audiencia creciente, el «polo anti-UE» de la izquierda radical tiene dificultades para coordinarse y adquirir una visibilidad.

La situación está aún más fijada en el Partido Comunista. Tradicionalmente hostil a la UE, partidario de una salida de Grecia de la Unión, este partido se muestra sin embargo muy prudente sobre este terreno desde el comienzo de la crisis, subrayando que todos estos problemas, así como el de la deuda, no podrán ser resueltos más que una vez «derrocado el poder del capital monopolista» e instaurado el «poder popular», bajo la dirección, naturalmente, del partido. Esta retórica «izquierdista» sirve en realidad para justificar una práctica quietista en el plano de las movilizaciones, ante todo preocupada por rechazar toda forma de unidad de acción y acusando a Syriza (y a Antarsya) de ser «fuerzas oportunistas» que hacen «el juego de la burguesía y la UE».

En realidad, igual que los de Syriza, los dirigentes del KKE manejan un discurso radical, pero desencarnado, poniendo ante todo los ojos en los sondeos, que acreditan a la izquierda radical sus resultados más elevados desde los años 1970 (ver el recuadro más abajo). Parecen contentarse con este papel de receptáculo pasivo de la cólera popular, papel compartido que crea entre ellos un especie de extraña complicidad, más allá de la virulencia de las polémicas. Por decirlo de otra forma, lo que se encuentra excluido en los dos casos, aunque por caminos opuestos, es la idea de una alternativa que se construya sobre objetivos transitorios y responda concretamente a los problemas cruciales planteados por la crisis: deuda, pertenencia al euro, modelo económico, refundación democrática, independencia nacional y relaciones con la UE.

Es esta complicidad perversa la que explica que la propuesta de referéndum de Papandreu ha puesto en un primer momento tanto a Syriza como al KKE en una situación embarazosa, sobre todo cuando se ha visto que se plantearía la cuestión del euro y de una ruptura concreta con la jaula de hierro impuesta por la UE. En lugar del referéndum, que han acabado por apoyar llamando a un voto «no», Syriza y el KKE han preferido plantear la consigna de elecciones anticipadas. Y continúan haciéndolo, esperando transformar en escaños los resultados que les conceden las encuestas de opinión.

Esta gestión rutinaria de una situación extraordinaria, en todos los sentidos del término, se demuestra sin embargo preñada de peligros. La formación del gobierno Papademos, que sella el frente común de las clases dominantes griegas y europeas, coloca a la izquierda radical griega entre la espada y la pared. Lejos de ser una fuerza marginal, condenada a un papel testimonial, se ve ya investida de una responsabilidad propiamente histórica: construir un frente social y político capaz de aceptar el desafío lanzado por un adversario desestabilizado pero tanto más peligroso, dispuesto a todas las aventuras. Si no asume sus responsabilidades y se muestra incapaz de cambiar la situación, podría muy bien ser barrida de la escena, como lo han sido todas las fuerzas políticas, incluidas las de la izquierda radical, de los países que han sufrido ya la «estrategia del shock».

Esta responsabilidad, por lo demás, está lejos de ser una responsabilidad únicamente nacional. En un articulo estrepitoso, publicado el junio pasado en el New York Times, el historiador británico y especialista de historia griega contemporánea Mark Mazower, recordaba a todas las personas que no tienen ojos más que para la gloria de los Antiguos, que en el curso de los dos últimos siglos Grecia moderna se han encontrado en numerosas ocasiones «en la punta de la evolución europea» /18. Comprometiéndose en una guerra de independencia, que los propios griegos han llamado siempre la «revolución de 1821», fueron los primeros en romper el orden de la Santa Alianza. Con su «no» de 1940, sus victorias contra las tropas de Mussolini y su lucha masiva contra el ocupante, estuvieron en la vanguardia del combate antifascista. Y levantándose , hace 38 años, contra la dictadura de los coroneles, mostraron el camino a otros pueblos, del sur de Europa o de América Latina, que sufrían una opresión comparable. Quizá pues, recuperando ese hilo que atraviesa su historia moderna, Grecia de una vez más la señal del levantamiento europeo contra la opresión, esta vez contra la dictadura de los financieros, de los negociantes y de sus patéticos comisarios políticos.

* Stathis Kuvelakis es enseñante en filosofía política en el King´s College de la Universidad de Londres.

Las fuerzas políticas en Grecia: resultados electorales y tendencias recientes

Las últimas elecciones legislativas tuvieron lugar en octubre de 2009. El PASOK salió vencedor con el 44% de los votos, uno de sus mejores resultados desde los años 1990, y 160 escaños (de los 300 con que cuenta el Parlamento). Hay que señalar que diez diputados han desertado las filas del PASOK desde el voto del memorándum acordado entre el gobierno y la troika (BCE, UE, FMI), en mayo de 2010, de ellos siete han guardado su escaño, lo que lleva los efectivos del grupo parlamentario del PASOK a 153 diputados, que corresponde a los votos recibidos por el gobierno saliente de Papandreu en el voto de confianza del 4 de noviembre.

Nueva Democracia (derecha) obtuvo el 33,4% de los votos, el peor resultado de su historia. Con el 5,6% , la extrema derecha de LAOS (Reagrupamiento popular ortodoxo) progresó sensiblemente desde las elecciones precedentes (+1,8%)

Los ecologistas, que presentan un perfil «centro-izquierda moderno», social-liberal en las cuestiones económicas, han obtenido el 2,53%.

A la izquierda del PASOK, el Partido Comunista (KKE) obtuvo el 7,6%, en retroceso del 0,6% sobre los resultados de 2007, y la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) el 4,6% en retroceso de un 0,4% sobre sus resultados de 2007. Syriza reagrupa a una decena de componentes (que van del maoísmo al trotskismo pasando por sensibilidades «movimentistas») de los que la principal es Synaspismos (Coalición de Izquierdas), salida de dos escisiones sucesivas del KKE (1968 y 1991). Hay que señalar que una buena parte de las organizaciones de la izquierda radical y de la extrema izquierda griega han salido también de escisiones o salidas colectivas del KKE.

La extrema izquierda ha presentado tres listas, totalizando el 0,7%. La principal componente, Antarsya (0,36%) es un reagrupamiento de una decena de organizaciones, que ha registrado resultados a menudo significativos en elecciones municipales y regionales de 2010 (particularmente el 2,3% en la región capital y el 3% en la ciudad de Atenas). Estas elecciones han estado de una forma general marcadas por un ascenso de la izquierda radical, esencialmente del KKE, que ha pasado del 10 al 14,4% en la región capital (Atenas-Pireo y sus suburbios), que reagrupa un tercio del electorado total, y alcanza el 11% de los votos emitidos a nivel nacional.

Actualmente, los sondeos hacen aparecer una amplia desconfianza del electorado respecto a los partidos políticos, alrededor de un tercio de las personas encuestadas se niega a indicar una preferencia, y hay una clara tendencia a la fragmentación del paisaje político. Sobre la base de proyecciones efectuadas a partir de las respuestas dadas por las personas que indican una opción, la horquilla de las estimaciones es del 18% al 22% para el PASOK, del 30% al 33% para ND y del 6% al 8% para el LAOS, a los que conviene añadir el 2% que habitualmente goza la organización neonazi Aurora Dorada (que ha obtenido el 5% en Atenas en las municipales de 2010).

Las pequeñas formaciones de centro izquierda, son acreditadas del 3.% al 4% los ecologistas, y del 3% al 5% para la Izquierda Democrática, creada por disidentes de Synaspismos al que acusan de «deriva izquierdista». Syriza está estimada entre el 7% y el 10% , el KKE del 10% al 13% y Antarsya entre el 1% y el 2%. Sobre la base de estas estimaciones, ningún partido obtendría mayoría en escaños en el parlamento.

Notas

1/ Marx añadía esto, que suena extrañamente actual: «El déficit del Estado era precisamente el verdadero objeto de sus especulaciones y la fuente principal de su enriquecimiento. Cada año, un nuevo déficit. Cada cuatro o cinco años, un nuevo empréstito. Y cada nuevo empréstito brindaba a la aristocracia financiera una nueva ocasión de estafar a un Estado mantenido artificialmente al borde de la bancarrota; éste no tenía más remedio que contratar con los banqueros en las condiciones más desfavorables». http://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/francia3.htm

2/ Según los datos disponibles, que son sobre 300 millardos de un total de 360 millardos de euros de la deuda soberana del país, 146 millardos, es decir cerca de la mitad, están en manos de los bancos e instituciones financieras de la UE, a los que se añaden 42 millardos en manos del FMI y los bancos de fuera de la UE, el resto, es decir alrededor de un tercio de la deuda total, cuya situación es conocida estando en manos de los bancos y otras instituciones griegas Cf. «Research on Money and Finance, Breaking Up ? A Route Out of the Eurozone Crisis», novembre 2011, p. 71. Documento disponible en http://www.researchonmoneyandfinance.org.

3/ El corresponsal de Libération lo ha visto bien: «la decisión de Papandreu (.) es el resultado de una erosión ineluctable del gobierno, que, tras dos años de una muy severa política de austeridad, se encuentra confrontado a una presión inaguantable. En la calle, como muestran las huelgas diarias en divesos sectores de la economía y los inmensos cortejos de manifestantes que bloquean regularmente las calles de Atenas, o en el Parlamento, donde la protesta ha ganado progresivamente las filas del PASOK», Philippe Cergel, « Papandréou, un pari fou », Libération, 2/11/2011.

4/ Sobre ese momento, cf. Stathis Kouvélakis, « Le chaudron grec », 20/6/2011, disponible aquí : http://alencontre.org/europe/le-chaudron-grec.html.

5/ Según las más serias estimaciones, las manifestaciones han reunido a alrededor de 300.000 personas en Atenas y al menos medio millón en el conjunto del país (que cuenta con 10,5 millones de habitantes). Los cortejos eran particularmente imponentes en las ciudades de provincias y la huelga ha paralizado al conjunto del sector público y la mayor parte de las grandes empresas. La casi totalidad del pequeño comercio y una buena parte de las PME se habían unido al movimiento por iniciativa de los patronos.

6/ Dimitris Kotsaridis, secretario de la Unión Local de Vironas (barriada de Atenas) del Sindicato de los Obreros de la Construcción, 53 años, ha muerto sin duda a causa de los problemas cardíacos probablemente desencadenados por los gases lacrimógenos lanzados por la policía en la confusión que siguió a los incidentes. La investigación sobre las circunstancias de su muerte está en curso.

7/ La fiesta nacional del 28 de octubre conmemora el «no» del gobierno griego al ultimatum lanzado por Mussolini en 1940. En la guerra greco-italiana que siguió, las tropas griegas, galvanizadas por un espíritu de resistencia que venía de abajo, lograron victorias brillantes en territorio albanés, las primeras de las fuerzas antifascistas en el conflicto mundial. Fue preciso el ataque de la Wehrmacht en la primavera de 1941 para doblegar la resistencia griega y lograr la ocupación del país por los ejércitos del Eje. Esa jornada es conmemorada por un desfile militar, previsto este año en Tesalónica, y por desfiles de bachilleres y cuerpos civiles en el conjunto de las municipalidades del país.

8/ Incluído el presidente de la República, Karolos Papulias, personaje simbólico, salido de la vieja guardia del PASOK, y bastante respetado. Su abandono de las tribunas oficiales en Tesalónica provocó la anulación del desfile militar, pero los estudiantes, los cortejos de civiles y los reservistas desfilaron, a menudo con el puño en alto, bajo las aclamaciones de la multitud.

9/ Alain Salles, « Le coup de poker de Georges Papandréou », Le Monde, 2/11/ 2011.

10/ Cf. Alexander Kentelenis et alii, « Health Effects Of Financial Crisis : Omens of a Greek Tragedy », The Lancet, vol. 378, n° 9801, 22 octobre 2011, p. 1457-1458, disponible aquí : http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2811%2961556-0/fulltext.

11/ Las citas de Gramsci son del cuaderno 13, § 23. Cf. Antonio Gramsci, Cahiers de prison. Cahiers 10, 11, 12, 13, Gallimard, 1978.

12/ Siendo el caso típico sin duda el de los gabinetes Bruning en la República de Weimar en declive, que abrieron el camino a la toma del poder por los nazis.

13/ Se trata del grupo constituído por los ministros de Educación Anna Diamantopulu, de la Salud, Andreas Loverdos y del vice ministro de Defensa Giannis Ragusis. En una tribuna común publicada el 16 de octubre, defendieron una puesta en marcha íntegra y dura de los paquetes de austeridad, defendida por una línea de enfrentamiento asumida con el movimiento sindical («los corporatismos son nuestro adversario»), así como con quienes no defienden más que de forma «tibia» las medidas adoptadas, y dejado planear amenazas en cuanto a un eventual «masacre» si «la autoridad del Estado» no fuera rápidamente restablecida.

14/ Cf. Lucas Papademos, « Forcing Greek Restructuring Is Not The Answer », Financial Times, 23/10/ 2011.

15/ Declaraciones citadas en Clément Lacombe y Allain Salles, « M. Papadémos désigné premier ministre en plein chaos politique et économique », Le Monde, 12/11/ 2011.

16/ Cf. Naomi Klein, La stratégie du choc. La montée du capitalisme du désastre, Actes Sud, 2008.

17/ Cf. Antoine Schwarz, « La gauche française bute sur l’Europe », Le Monde diplomatique, junio 2011.

18/ Esta corriente ha recogido el 31% de los votos de los delegados en el 6ª congreso del partido en junio de 2010. Es ampliamente mayoritaria entre el ala sindical. Tres diputados de nueve, así como el electo de Syriza en el parlamento europeo están afiliados a esta corriente.

19/ Se trata de la Iniciativa de los Sindicatos de Base y de los Comités de Ciudadanos, una red de sindicalistas, ampliada a militantes de barrio e iniciativas ciudadanas, que reúne a los sindicalistas de la Corriente de izquierdas de Synaspismos, los de Antarsya y a los del Frente por la Solidaridad y la Ruptura. Sus cortejos sirven de punto de convergencia a las alas combativas del movimiento sindical.

20/ Mark Mazower, « Democracy’s Cradle, Rocking the World », disponible en http://www.nytimes.com/2011/06/30/opinion/30mazower.html

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