La noche de los asesinos

La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.

Pablo Milanés

Roque Dalton

Por: Jorge Dalton

La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.

Pablo Milanés

Desde hace varios años Encuentro en la Red y el periódico El País de España, han publicando una serie de artículos escritos por el ex jefe de la guerrilla salvadoreña Joaquín Villalobos. En especial recuerdo uno que lleva por título: «Fidel, Lula, Allende y el futuro de la izquierda». En diciembre del 2003 Encuentro publicó, otro trabajo desde La Habana, escrito por el Sr. Manuel Cuesta Morúa, refiriéndose al análisis realizado por el héroe y ex guerrillero centroamericano.

En el escrito, el Sr. Morúa dice textualmente: «Con su artículo Fidel, Lula, Allende y el futuro de la izquierda, Villalobos se anota en la lista de hombres de izquierda latinoamericanos que combinan inteligencia, lucidez y honestidad al mismo tiempo. Ya están en esa lista Sergio Ramírez y el propio Lula, a pesar de la razón de Estado».

Joaquín Villalobos, quién ahora se proclama abanderado de una izquierda distinta y al parecer goza de la admiración del Sr. Murúa y de otras personalidades del mundo democrático, es nada más y nada menos que uno de los asesinos de mi padre, el poeta salvadoreño Roque Dalton García. Villalobos está muy lejos de pertenecer al círculo de amigos entrañables como Sergio Ramírez, Jesús Díaz, Raúl Rivero o Heberto Padilla, que por sus ideas, han sufrido destierro, cárcel, marginación y duras críticas de la izquierda tradicional latinoamericana.

Joaquín Villalobos, es un oscuro personaje que pesa sobre sus hombros no sólo el cobarde y vil asesinato de Dalton, sino el de otras personas que engrosan la larga fila de desaparecidos en la más pequeña nación centroamericana.

El ex comandante guerrillero, que en sus épocas de gloria fue recibido en Cuba con todos lo honores habidos y por haber, ahora vive tranquilamente, como lo hacen los ex militares genocidas salvadoreños que ordenaron el asesinato de las monjas norteamericanas en los años ochenta. Fue en el pasado, miembro de la dirección de una organización marxista leninista de corte extremista y militarista, que enlutó muchos hogares salvadoreños con crímenes que han quedado impunes de la misma forma que ha sucedido con Monseñor Romero y los curas jesuitas asesinados por el gobierno militar, al cual Villalobos, combatía con tanta heroicidad.

Quisiera que alguien de esta izquierda democrática a la que Villalobos ya pertenece me respondiera ¿qué diferencia existe entre los genocidas argentinos, chilenos, guatemaltecos, salvadoreños y uruguayos que mataron y torturaron a diestra y siniestra y un también ex militar llamado Joaquín Villalobos, que a los crímenes cometidos por los justifica llamándolos cínicamente: «errores de juventud»?

¿Qué diferencia existe entre el crimen del poeta guatemalteco Otto René Castillo, el asesinato del escritor argentino Francisco Urondo, el crimen del poeta Leonel Rugama en Nicaragua, el crimen atroz perpetrado contra el cantautor chileno Víctor Jara y el magnicidio del poeta Roque Dalton en El Salvador?

Mi padre fue secuestrado en 1975 junto a otro compañero de nombre Armando Arteaga, de seudónimo «Pancho», por miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo E.R.P, organización a la que ambos pertenecían. Fue llevado a una cárcel improvisada en una «casa de seguridad» donde funcionó «un consejo de guerra» integrado por Joaquín Villalobos, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel y Alejandro Rivas Mira, autor intelectual del asesinato y jefe político de dicha organización.

Las acusaciones de la dirigencia del E.R.P. hacia «Pancho» y Dalton eran diversas pero lo que más pesaba eran los innumerables cuestionamientos que el poeta hacía sobre los métodos estalinistas y maoístas empleados por la dirección de esa organización. La libertad de pensamiento que profesaba mi padre y sus críticas a los métodos empleados por la dirigencia, lo colocaron en un paredón de fusilamiento en un abrir y cerrar de ojos, sin tener derecho a la más mínima defensa.

El poeta fue golpeado salvajemente durante los días previos a su asesinato. Sus verdugos entre ellos Villalobos sabían de antemano a quien asesinarían. Se jactaban diciéndole en cada golpiza que pronto acabarían con la vida de un «intelectual de mierda y pequeño burgués», «en las filas de los revolucionarios no había cabida para semejantes traidores».

A altas horas de la noche, Dalton fue colocado de espaldas frente a una pared, un disciplinado militante revolucionario entró a la habitación convertida en prisión y ejecutó la orden, volándole la tapa de los sesos el día 10 de mayo de 1975. La sangre del poeta se esparció por todo el cuarto, la que hubo que limpiar por varios días seguidos, según me contó un testigo de los hechos.

El legendario y mítico guerrillero Joaquín Villalobos, «incansable luchador por la democracia», fue parte de esa macabra danza estalinista y fue el encargado de ejecutar a mi padre. En circunstancias similares también fue asesinado «Pancho» a quien la dirección del E.R.P no le bastó con desaparecer su cuerpo, sino también su identidad.

A finales de mayo de 1975 ya Villalobos había asumido el control político de la organización armada y en diciembre de ese mismo año, asume la dirección del E.R.P dedicándose a la construcción del Partido de la Revolución Salvadoreña.

En la década de los 80s las organizaciones alzadas en armas en El Salvador fundaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). El conflicto había colocado a Villalobos en un alto peldaño debido a sus hazañas militares. Los promotores de la fundación del FMLN no podían dejar de sugerir compartir con Villalobos la batalla por la toma del poder, su tropa era la mejor armada y entrenada de la guerrilla. Hubo algunas contradicciones y negativas en un inicio pero finalmente, lograron ponerse de acuerdo.

Los dirigentes de las otras organizaciones salvadoreñas con el beneplácito de los gobiernos de Cuba y Nicaragua, se olvidaron de las atrocidades cometidas por el ERP en el pasado y por supuesto, Villalobos fue muy bien recibido, admirado y aplaudido en el seno del FMLN, formando parte de la Comandancia General del Frente. En nombre de la «lucha contra el imperialismo», se prefirió cortejar al asesino y olvidarse del «Pobrecito poeta» que era Roque Dalton.

En 1992 se firmaron los acuerdos de paz entre la guerrilla salvadoreña y el gobierno. Los simpatizantes del FMLN se reunieron en una plaza para recibir a sus líderes y así celebrar con ellos, el fin del conflicto armado. El comandante Joaquín Villalobos, en un reconocimiento de sus «errores de juventud» se comprometió ante toda la nación salvadoreña y el mundo, a entregar a la familia, el cadáver del poeta asesinado en 1975.

En esos años todavía yo vivía en Cuba y mi hermano Juan José, ya estaba en El Salvador y era corresponsal del periódico mexicano Excelsior. Juan José pudo entrevistar a Villalobos en dos ocasiones, una en México, antes de firmarse los acuerdos de paz y otra en El Salvador, posterior a los acuerdos. Su entrevista salió publicada en marzo de 1993. Luego de esa entrevista mi hermano junto a mi madre emprendieron gestiones para recuperar lo que Villalobos y el FMLN habían prometido públicamente. Sus gestiones fueron infructuosas desde el primer día, en esos instantes pesaba más él jubilo del fin de las hostilidades, que los incompletos huesos de un poeta, que a la larga, «no dejaba de ser sospechoso».

En 1993, realicé mi primera visita a El Salvador desde 1970, fue entonces que tuve la desagradable y dura prueba de participar en una reunión con Joaquín Villalobos y algunos de sus allegados colaboradores. En ese tiempo Villalobos era miembro de la máxima dirección del FMLN y nos reiteró su compromiso de aclarar las circunstancias en que se dieron los hechos y entregarnos el cadáver.

Pero la realidad fue otra, el FMLN, nunca nombró una comisión para la búsqueda de los restos y hasta la fecha tampoco ha movido un solo dedo que conduzca al esclarecimiento del asesinato perpetrado por sus ex compañeros de armas. Villalobos tampoco lo ha hecho, aunque ya era conocida su responsabilidad directa en el asesinato. Nuestras gestiones con la organización político militar ya convertida en partido político, estaban condenadas al fracaso. Sacar a la luz los restos de mi padre, significaba abrir viejas rencillas entre ellos.

A mi familia no nos quedó más remedio que acudir a la sede de la ONU en El Salvador y emprender por nuestra cuenta, la búsqueda del cadáver de acuerdo a las escasas pistas proporcionadas por algunos testigos ex miembros de la Resistencia Nacional y del Ejército Revolucionario del Pueblo que se ofrecieron a colaborar.

A El Salvador llegaron peritos chilenos especializados en identificar cadáveres. El informe y los resultados de las investigaciones de ONUSAL nos revelaron una realidad aún más cruda. Luego de la escena del crimen, el cuerpo de mi padre fue llevado a El Playón, un lugar desolado y siniestro, formado por varios kilómetros de llanura de piedra volcánica, un sitio en el cual es imposible imaginarse la vida. Era el lugar predilecto en que los Escuadrones de la Muerte Salvadoreños durante las décadas de 1970 y 1980 dejaban semanalmente decenas de cadáveres calcinados con ácido y mutilados para no ser reconocidos por sus familiares, escuadrones que como lo prueba el caso de Roque Dalton, existieron también en las filas de la izquierda.

Joaquín Villalobos y sus canallas compañeros de crimen, no se conformaron en pegarle un tiro en la cabeza de mi padre y luego divulgar que era un «traidor al servicio del enemigo» y un «agente de la CIA», sino que trataron de confundir a la opinión publica, aparentando que se trataba de un asesinato más de los Escuadrones de la Muerte.

Según el informe de ONUSAL, el poeta Dalton fue semienterrado en días lluviosos, provocando que las aves de rapiña y los perros devoraran su cuerpo de manera inmediata. Pasados 18 años, era imposible la existencia de sus restos. Villalobos, una vez más nos había engañado a todos, haciendo de nuestro dolor una larga y tormentosa pesadilla.

En la actualidad Villalobos ya no pertenece al FMLN, terminó por traicionar a sus antiguos camaradas. Vive en Oxford Inglaterra, se vanagloria de ser «consultor internacional para la resolución de conflictos». En este sentido fue contratado por el gobierno mexicano para combatir al movimiento indígena en Chiapas, lo cual fue denunciado por el propio Comandante Marcos, líder del EZLN surgido en 1994. Como también lo hiciera el gobierno de Colombia en su lucha contra las FARC. Durante el período presidencial del presidente salvadoreño Francisco Flores fungió como asesor en temas de seguridad pública. Recientemente asistió como invitado de honor, junto a Fermán Cienfuegos, otro ex comandante guerrillero ambiguo y oscuro, a la toma de posesión del nuevo mandatario salvadoreño Antonio Elías Saca, el 1 de junio de 2004.

Con la impunidad en que ha vivido todos estos años, mostrando cínicamente un nuevo rostro con lecciones aprendidas en ilustres academias, aspira a perfilarse como el gran protagonista de la izquierda democrática latinoamericana. Es triste que Villalobos, logre impresionar a algunas personalidades y activistas que aspiran a cambios democráticos en Cuba; olvidando que por similares circunstancias e idénticas acusaciones por las que el poeta cubano, Raúl Rivero, fue a parar a una cárcel en la Isla, su amigo, el poeta salvadoreño Roque Dalton, fue fusilado en El Salvador en 1975.

Roque Dalton no sólo pertenece a El Salvador, su vida y su obra están estrechamente ligadas a Cuba, país donde residió por varios años. Mi padre no vivió en Cuba como un turista o como solían vivir los representantes de organizaciones y partidos de izquierda latinoamericanos, que debido a su «modo de vida capitalista en el paraíso del socialismo tropical», terminaron por alejarse de la verdadera realidad de Cuba. Mi padre vivió intensamente en la isla, fue un cubano más que sufrió, amó, bebió y escribió no pocas de sus más notables obras.
La obra de Roque Dalton es conocida y apreciada en Cuba más que en otro sitio del mundo; sin embargo, se ignoran los pormenores oscuros en que se dio su muerte. Muchos en la isla siguen afirmando que fue la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos quién mató a Roque Dalton. Una mentira repetida tantas veces, que ha servido únicamente para perpetuar la injusticia, encubrir el crimen y favorecer aún más a sus asesinos.

El 6 de agosto del 2003 el suplemento cultural cubano «La Jiribilla» publicó una entrevista con Silvio Rodríguez, en la cual relata entre otras cosas, los vínculos de hermandad y fraternidad que lo unían a Roque Dalton. Pero al final de su entrevista Silvio confirma lo que expreso anteriormente, cuando dice textualmente: «Lo que nos llenó de consternación y tristeza fue la forma tan adversa en que murió, a manos de sus compañeros revolucionarios, y no en un enfrentamiento con el enemigo, pero eso es parte de las confusiones y las contradicciones que nosotros mismos hemos tenido y tenemos.»

Silvio se lamenta de lo sucedido con su amigo, pero justifica que es algo normal que los revolucionarios, teniendo derecho a confundirse puedan incluso a volarle la cabeza a otro, así de simple, Silvio sigue llamando «compañeros revolucionarios» a sus asesinos. El autor de muchas de las canciones más bellas del siglo XX, parece olvidar que en nombre de esas supuestas confusiones y contradicciones, Stalin mandó a la muerte a millones de personas.

Parece también ignorar que durante casi un siglo, para «no dañar al movimiento revolucionario», el propio movimiento, se las ingenió para ocultar no solamente los crímenes ocurridos en la URSS y el resto del Campo Socialista, sino todas las atrocidades cometidas en nombre de «la lucha contra el imperialismo».

Mientras los homicidas gozan de buena salud, con privilegios, saltando de un bando a otro evadiendo la justicia, en la total impunidad, argumentando que su acción fue parte de las contradicciones y confusiones normales, hoy por hoy el caso de mi padre, encierra más preguntas que respuestas. Los que tienen mucho que decir, prefieren seguir callados y llevarse la verdad a la tumba.

No puede haber perdón ni olvido para los asesinos de mi padre y de estos jóvenes guatemaltecos como no puede haber perdón para criminales como Rafael Videla en Argentina, Efraín Ríos Montt en Guatemala, y Augusto Pinochet en Chile.

Sin duda, América Latina, merece un futuro mejor, para el que será necesario el esclarecimiento de la verdad y una profunda revisión del pasado con el objetivo que estos hechos no vuelvan a repetirse. La reconciliación y la paz no pueden significar el perdón para los culpables y la conformidad para las víctimas. Los criminales deben de responder ante la justicia sean de izquierda o de derecha, sean comunistas o socialistas. Criminales que la izquierda se niega a verlos como tal, argumentando que se trata de «compañeros revolucionarios confusos», los considera menos criminales que los del otro bando, olvidándose así que «los menos asesinos, son también asesinos».

No sé cuanto tiempo más hará falta para que se conozca esa verdad y el daño irreparable que mentes deshonestas y criminales como las de Joaquín Villalobos, crearon combinando inteligencia y lucidez al mismo tiempo.

Publicado originalmente en la revista CULTURA, El Salvador en 2007.

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