8 diciembre, 2024

La «revolución» castiga a dirigentes sindicales que reclaman sus derechos

Los que ayer le levantaron la mano al gobierno del presidente Hugo Chávez, que «enamoró» a su audiencia al autodenominarse socialista y revolucionario, hoy cuestionan su actuación. La falta de reconocimiento a la dirigencia sindical y el incumplimiento de cláusulas contractuales, deja al descubierto una política ante aquellos que de verdad creen en la «revolución» y hoy se sienten decepcionados. Los dirigentes sindicales están alarmados por la criminalización de la protesta.

Los que ayer le levantaron la mano al gobierno del presidente Hugo Chávez, que «enamoró» a su audiencia al autodenominarse socialista y revolucionario, hoy cuestionan su actuación. La falta de reconocimiento a la dirigencia sindical y el incumplimiento de cláusulas contractuales, deja al descubierto una política ante aquellos que de verdad creen en la «revolución» y hoy se sienten decepcionados. Los dirigentes sindicales están alarmados por la criminalización de la protesta.

No se respetan los fueros sindicales y el Estado no le ofrece la protección a delegados y directivos sindicales prevista en la Constitución Nacional y los acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

«Rechazo que se dé un proceso revolucionario sin el movimiento sindical…Eso sería un gran golpe a las reivindicaciones de los trabajadores», dijo Rubén González. «No sé por qué me está pasando todo esto. Me pasan una factura porque no me arrodillo…Hago un llamado a la discusión sin distinción de colores partidistas», concluye González

La «revolución» castiga a dirigentes sindicales que reclaman sus derechos. Rubén González, desde Guayana, lanza un llamado de unidad. El secretario general de Ferrominera del Orinoco, Rubén González, espera por un juicio. Su delito: acompañar a los trabajadores en una huelga por incumplimiento contractual. Desde la prisión lanzó un llamado a la unidad de la clase obrera

Rubén Gonzélez, secretario general del Sindicato de Ferrominera del Orinoco, está preso por apoyar una huelga de los trabajadores que reclamaban por incumplimiento del contrato colectivo, especialmente en el tema relacionado con la dotación de equipos de protección básica como tapabocas y botas.

La audiencia del juicio prevista el pasado lunes, fue postergada para el 15 de marzo. Lo acusan de agavillamiento, instar a delinquir, cierre de vías, traspasar zonas de seguridad, «delitos» tipificados en la Ley de Seguridad Nacional.

El Mundo Economía y Negocios habló con González en su sitio de prisión en Patrulleros del Orinoco, en Ciudad Guayana. Allí nos recibe con la serenidad que ofrece el convencimiento de su actuación, refugiándose en el evangelio para entender las pequeñeces humanas.

Desde finales del año pasado le dieron casa por cárcel, pero desde el 22 de enero de 2010 está en Patrulleros del Orinoco. Allí recibe la solidaridad de sus compañeros.

González ha trabajado por el llamado proceso «revolucionario» del presidente Hugo Chávez. Es miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela. «Todavía lo soy; no me han expulsado».

-¿Desde cuándo le cambiaron la figura de casa por cárcel?

-El 20 de enero de este año. Lo que hubo fue prácticamente un secuestro. Llegaron a las nueve de la noche a mi casa, más de 10 hombres con ametralladoras en carros particulares. Esperaron que se fuera una visita para actuar. Me llevaron a la PTJ sin ninguna comunicación. Estoy preso aquí desde el 22 de enero.

Tiene cuatro hijos, tres hembras y un varón, cinco nietos y tiene 15 años como dirigente sindical, en Ferrominera, en donde lleva trabajando 26 años.

-¿Qué hizo para estar preso?

-Lo que hicimos fue defender a los trabajadores. Es ilógico que los trabajadores se paren y nosotros le demos la espalda. Los trabajadores nos eligieron para representarlos y si están parados en un portón no puedes eludir esa responsabilidad. Lo único que hice fue quedarme allí con ellos. Pero la empresa jugó al cansancio y pasaron 15 días sin que ningún representante de la misma llegara al sitio a buscar alternativas, lo que hicieron fue criminalizar la protesta. Yo le pedí una entrevista al presidente de la empresa y él le respondió al gerente de personal: yo no tengo nada que hablar con ese señor. Entonces, dije, si no tiene nada que hablar conmigo, que lo haga con los trabajadores, pero tampoco ocurrió. Los trabajadores se mantuvieron en huelga por 16 días. Hoy hay 13 calificaciones de despidos.

Rubén González también tiene una calificación de despido y varios de sus compañeros han señalado que por eso no lo «han expulsado del Psuv, porque sería demasiado».

Refiere que hay un dirigente sindical patronal que dice que en Ferrominera no está pasando nada, que todo está normal, pero «siguen vigentes los reclamos. No fue un capricho. No se está cumpliendo la convención colectiva. Hay un proceso paulatino de desmejoramiento total.

-¿Cuándo se firmó el contrato colectivo?

-La convención colectiva se firmó el primero de junio de 2009 y desde un primer momento se han venido incumpliendo algunas cláusulas como el pago del retroactivo y otros beneficios consagrados.

-¿Qué ha hecho la empresa?

En este momento responde la hija de Rubén González, Yarudid, quien está al frente de las protestas a favor de su padre.

«Los trabajadores están amedrentados. El que protesta lo botan. Hay un grupo que anda impulsando la caída de mi papá. El gobernador del estado tiene a 8 trabajadores en Ferrominera del Orinoco, en comisión de servicios; no trabajan ni nada, ni son dirigentes sindicales. Dicen que si se paran 200 trabajadores los botan y meten a los de las comunas que están preparados para eso. Lo que hay es un amedrentamiento y terrorismo para que el trabajador no reclame sus derechos».

Rubén González alerta que «yo he enfrentado al patrón, en pro de los beneficios de los trabajadores, ejerciendo el derecho contemplado en la convención colectiva. No estamos en contra del Gobierno, sino en desacuerdo con que le quiten los beneficios a los trabajadores, si eso es estar en contra del Gobierno, entonces lo estamos», señala González.

-¿Se busca minimizar la actuación de la dirigencia sindical?

-Sí. Los trabajadores tienen el grave peligro de que se les eliminen sus convenciones colectivas, si la dirigencia sindical y los trabajadores no tomamos conciencia del rol protagónico para la defensa de nuestros intereses, el patrón, día a día, va a ir avanzando para imponer lo que ellos llaman un salario socialista, y dentro de su proyecto los sindicatos no hacen falta porque son meramente reivindicativos. Quieren pasar por encima de años de lucha en Guayana, imponiendo un salario único en todas las empresas a través de los consejos de fábricas. Nos toca a la dirigencia sindical, consciente, enfrentar esto en los mejores términos de discusión, que se respeten las convenciones, y que no se nos acuse de guarimberos ni de pitiyanquis.

-Si eso es con usted que es del partido de gobierno, con fuero sindical, qué le quedará a otros trabajadores, ¿hay mucho miedo?

-Ahora le corresponde a los trabajadores jugar un papel importante porque pueden tener una dirigencia sindical, pero si ésta está amedrentada, con miedo, no hace nada. La gran responsabilidad está en la unidad de la clase trabajadora, los compañeros dirigentes han tenido que ir a los portones a incentivar a los trabajadores, a decirles que hoy es Rubén González y mañana puede ser cualquier otro. Muchos trabajadores han comenzado a tomar conciencia y han dicho: basta de miedo. O damos un paso al frente hoy o mañana puede ser tarde, y cuando nos pregunten nuestros hijos o nietos, no podremos verle la cara, cuando pregunten por qué vivimos estas condiciones, y tendremos que responder que no tuvimos el valor y el coraje de enfrentar la situación. Ni la moral ni la dignidad tienen precio. Por lo tanto nosotros no tenemos que estar nunca arrodillados. Tenemos que seguir adelante y cumplir con el rol que nos encomendaron los trabajadores.

-¿Hay una fortaleza moral sindical para hacer todo esto?

-Yo creo que esa reserva moral está presente en muchos dirigentes con coraje. En diferentes sectores o empresas hay dirigentes que no se dejan arrodillar. Nosotros no agarramos línea de ningún partido político, tampoco de particulares, la línea nuestra es la convención colectiva.

-Qué paradoja, un gobierno que se dice de los trabajadores y revolucionario…

-La revolución no tiene nada que ver con Chávez. La revolución la llevamos nosotros en el corazón para buscar las mejores condiciones de vida, la mayor suma de felicidad como lo dijo el Libertador Simón Bolívar. Eso no tiene nada que ver con Chávez sino con principios. Yo no soy chavista, yo soy revolucionario, yo apoyé a Chávez bastante. No sé por qué me está pasando todo esto. Me están pasando una factura porque no me arrodillo. Dios sabe que nunca he sido un dirigente arrodillado.

-Pero el Gobierno dice que él es obrerista y apoya a los trabajadores.

-Eso es mentira, porque de ser cierto no estuviera preso. Cuando ves que los beneficios están siendo deteriorados, demuestra todo lo contrario. Y no se trata de que uno sea antirrevolucionario o saboteador.

Llamado a Chávez

Rubén González hace un llamado a «la máxima autoridad: Hugo Chávez y ministerios, para que le den la oportunidad a a los trabajadores para discutir, sin distingos ni colores partidistas. Una discusión franca con toda la dirigencia sindical. Lamentablemente hay gente como Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa, que dice que la discusión se da solo con los rojos rojitos. Pero, resulta que a mí no me eligieron sólo los rojos rojitos, sino los trabajadores, por lo tanto hay que respetar esa decisión colectiva y plural.

-¿Usted forma parte de este proceso que se autodenomina revolucionario?

Yo soy dirigente del Psuv y revolucionario. No agarro lineamiento personal de nadie. No he estado en contra del Gobierno. Estoy viviendo en carne propia una embestida brutal con el poder judicial en mi contra, y para ello utilizan jueces, buscando desaparecerme porque no soy obediente. No me manejo con el lenguaje de violencia.

Hay que buscar alternativa. Como dirigentes tenemos que aprender a sumar y a multiplicar: la unidad y la fortaleza para lograr los objetivos planteados: defender a los trabajadores, buscar que las empresas marchen bien, sabiendo de antemano que la columna vertebral son los trabajadores.

Aquí todos tienen derecho a invertir dónde quieran y en qué gastar su dinero. Si un trabajador compra una camioneta o una casa lo llaman burgués. Es una reflexión para el oficialismo y la oposición.

Un «socialismo salvaje»

Algunos trabajadores no se han pronunciado a favor de Rubén González, «porque tienen miedo y temen por su integridad física», pero la mayoría sí lo hace, dijo el dirigente de la Unidad Matancera , Bulmaro Ramos.

«Nosotros no tenemos ningún complejo y llamamos a la gente a reaccionar».

Ramos agregó que «esos contratos colectivos son de los trabajadores y este patrón que se llama socialista, más que salvaje, quiere acabar con el salario de la gente y las familias».

Hace un llamado a la unidad y le pide a los trabajadores tener la obligación de votar por sindicatos no patronales».

Apuntó que en Guayana están claros que «patrón es patrón», y que el llamado socialismo le quedó grande a quienes lo pregonan como suyo.

«Recordamos a los mártires de Chicago y pregunto, cómo es que vamos a retroceder…

No estoy de acuerdo con los consejos de trabajadores, para eso existen los sindicatos»
Bulmaro Ramos dirigente Matancero

Más de 200 trabajadores del sector petrolero tienen medidas cautelares. 3 millones de personas tienen problemas de contratación colectiva en el sector privado. En Venezuela existen 2.400 personas sometidas a regímenes de presentación ante tribunales por haber participado en una manifestación por sus derechos. Más de 30 trabajadores y dirigentes sindicales en Guayana han sido calificados por alguna razón.

Hacen falta más sindicatos en las empresas privadas»

Tello Benítez no ve tan fácil la consolidación de la unidad.

Es preferible negociar con un grupo de trabajadores que tener la intromisión de un Consejo de Fábrica

Para el ex directivo del Sindicato de Sidor, Sutiss, y abogado Tello Benítez, no es pertinente elegir una sola central obrera porque «no hay voluntad.»

Identifica un problema modular como es la limitación que existe en la Ley Orgánica del Trabajo para organizar sindicatos.

80% de la fuerza laboral se encuentra en las pequeñas y medianas empresas, y en la mayoría no hay sindicatos ni existen convenciones colectivas.

«Lo ideal es que los trabajadores puedan presentar un proyecto de contrato sin mucha burocracia», dijo Benítez.

Considera que eso más bien le conviene al sector privado «porque yo prefiero discutir como patrono con un sindicato que tener la intromisión de un Consejo de Trabajadores. Si se quiere mantener una sociedad democrática, los sindicatos son la base».

«Hacen falta más sindicatos en empresas privadas», es la premisa de este experto en temas laborales. Los trabajadores deben adquirir experiencia de negociación y «olvidarse del llamado esquema socialista y defender el plan socio-productivo que está en la Constitución Nacional «.

Dijo que en los últimos años se han creado nuevos sindicatos, que se han puesto el nombre de socialista . En su opinión el reto es convertir esa estructura en una base orgánica de discusión.

Sin voluntad

«Pero el Gobierno no tiene la voluntad de darle participación a los trabajadores, quienes deben exigir que las empresas sean sustentables, porque, si eso no es así, están en peligro los beneficios y la estabilidad laboral».

Lógicamente, señala, que en Venezuela los trabajadores no están satisfechos con la seguridad social, por lo que lo reivindicativo, antes que lo ideológico tiene plena vigencia.

Libertad sindical

Observa una mayor profundización de la violación de la libertad sindical, por lo que desde la Fundación para el Trabajo y el Instituto de Capacitación, Actualización y Formación para el Trabajo (www.fundatrabajo.org.ve) viene elaborando talleres sobre normas internacionales y redacción de quejas por violaciones a la libertad sindical.

El caso específico de Rubén González, secretario general de Ferrominera, y del resto de los trabajadores con régimen de presentación, caben en esta categoría de reclamo.

Insiste en que el Gobierno no sólo quiere acabar con los sindicatos, sino con las relaciones laborales.

En torno a la unidad, fue enfático: «Eso puede ser posible a largo plazo, es un proceso histórico que no es de fácil comprensión, es un problema de tiempo.

El movimiento se ha venido unificando en el desarrollo de los conflictos, pero la consolidación de la unidad no la veo tan rápida».

Tello Benítez acotó que se requiere de un «nuevo poder sindical porque el existente no sirve para enfrentar lo que se vive. Hay un problema fuerte de desorganización y fragmentación que lo debilita». Yor

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