Los estudiantes revolucionarios no somos borregos de la derecha fascista ni del gobierno

Nuevamente, tanto la derecha antidemocrática y proimperialista como el gobierno recurren a sus fichas en el movimiento estudiantil para que den la cara por su campaña electoral. Salen a relucir títeres como Yon Goicoechea, Ricardo Sánchez, y Freddy Guevara, tal como lo hicieron para defender a la empresa privada RCTV. No salen a la palestra en representación de los estudiantes universitarios, sino en representación de los empresarios de Fedecámaras, sus socios de los medios de comunicación, y los partidos de la derecha adeco-copeyana (incluyendo a sus herederos de Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, etc.)

Nuevamente, tanto la derecha antidemocrática y proimperialista como el gobierno recurren a sus fichas en el movimiento estudiantil para que den la cara por su campaña electoral. Salen a relucir títeres como Yon Goicoechea, Ricardo Sánchez, y Freddy Guevara, tal como lo hicieron para defender a la empresa privada RCTV. No salen a la palestra en representación de los estudiantes universitarios, sino en representación de los empresarios de Fedecámaras, sus socios de los medios de comunicación, y los partidos de la derecha adeco-copeyana (incluyendo a sus herederos de Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, etc.)

En respuesta, el gobierno dice que no permitirá protestas de calle, y llama al aparato del PSUV a movilizar a sus estudiantes y sus jóvenes en apoyo a su propuesta de enmienda para la postulación ilimitada de los funcionarios electos por votación popular.

En este carnaval tenemos a estudiantes-empresarios, como el contratista de maletín y explotador Yon Goicoechea, enfrentados a estudiantes-burócratas como el ex-ministro Héctor Rodríguez, todos hablando a nombre de los estudiantes. En realidad, ni la derecha gringófila ni el gobierno creen en el movimiento estudiantil ni respetan su autonomía organizativa e independencia política. Ambos tienen sus dirigentes tarifados, pero son enemigos de un estudiantado con agenda propia, que luche por reivindicaciones políticas y socioeconómicas. La democratización del ingreso a la universidad, la homologación de las becas a un nivel digno, el control del gasto administrativo en las universidades, la mejoría del nivel académico de nuestros centros de estudio, son algunas de las exigencias que forman parte de nuestra agenda de lucha.

Nosotros, los estudiantes revolucionarios, no somos borregos de nadie. Los empresarios y los políticos cuartorrepublicanos pueden seguir pagando sus mercenarios disfrazados de estudiantes para su agenda violenta y
antidemocrática; el gobierno puede seguir comprando dirigentes con cargos y prebendas; pero a nosotros no nos compran ni nos utilizan, por lo tanto les decimos que no hablen en nuestro nombre.

Al gobierno le recordamos que mientras que vocifera que no permitirá protestas de calle, hace poco más de un año otorgó la amnistía presidencial a los golpistas de los años 2002 y 2003. Que nadie se llame a engaño con ese discurso hipócrita de la «mano dura». Con esa orientación de no permitir protestas, la policía del estado Bolívar asesinó a sangre fría en noviembre del año pasado a un estudiante de la ETI «Antonio Díaz», quien protestaba por la falta de dotación de la institución educativa. De igual manera, la bota militar agrede a los compañeros Yukpa en Perijá, y ha reprimido a los trabajadores de Sanitarios Maracay y Sidor. Los cuerpos policiales han hecho lo propio contra los trabajadores de la Planta de reciclaje de Mérida, Fundimeca, Alpina, y muchos otros casos más.

Mientras que haya impunidad para los golpistas y para los represores, no nos creeremos el cuento de que el gobierno no será permisivo con los fascistas, y menos cuando empresarios como Mezerhane reciben contratos estratégicos de parte del Estado venezolano, como ha denunciado la organización AIPO. Más bien, la orientación de «cero guarimbas» conforma un doble discurso que sirve para justificar crímenes como el de la ETI «Antonio Díaz» y represiones contra el movimiento obrero y popular, mientras que en Mérida la derecha estudiantil hace de las suyas violentamente, con la complacencia de las autoridades universitarias y regionales.

Sólo manteniendo independencia respecto de la derecha fascistoide y de un gobierno que negocia con el empresariado capitalista, podemos avanzar hacia el rescate del movimiento estudiantil, para que asuma sus tareas más urgentes y luche por una universidad incluyente, participativa, y orientada a atender las necesidades nacionales, una universidad popular para formar conciencia crítica para combatir al capitalismo y empoderarnos para la construcción de una sociedad radicalmente democrática, la sociedad socialista.

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