Muertes por hambre en un campo de refugiados palestinos asediado por Asad

Hace ya un año, yo mismo informaba de cómo la aviación de Bachar el Asad bombardeaba el mayor campo palestino en Siria, Yarmuk, al sur de Damasco.
A pesar de los ataques masivos y las repetidas ofensivas del régimen contra ese campo de refugiados, jamás los partidarios del dictador han podido recuperar su control. La población civil, primera víctima de los combates, ha bajado de cien mil a veinte mil personas. Veinte mil mujeres y hombres atrapados en la trampa. Pues Bachar el Asad ha decidido imponer un asedio sin cuartel a Yarmuk para conseguir romper la resistencia.

Hace ya un año, yo mismo informaba de cómo la aviación de Bachar el Asad bombardeaba el mayor campo palestino en Siria, Yarmuk, al sur de Damasco.
A pesar de los ataques masivos y las repetidas ofensivas del régimen contra ese campo de refugiados, jamás los partidarios del dictador han podido recuperar su control. La población civil, primera víctima de los combates, ha bajado de cien mil a veinte mil personas. Veinte mil mujeres y hombres atrapados en la trampa. Pues Bachar el Asad ha decidido imponer un asedio sin cuartel a Yarmuk para conseguir romper la resistencia.

Cinco personas han muerto de hambre

El campo está rodeado desde febrero de 2103, pero continuaba abierto un punto de paso hacia el resto de la capital siria, controlado por las fuerzas gubernamentales. Este paso era cerrado el pasado mes de julio, a pesar de los repetidos llamamientos de la ONU al levantamiento del asedio.

El 27 de diciembre de 2013, se extendió la noticia de que cinco personas habían muerto de hambre en Yarmuk. Entre las víctimas, una mujer, una persona dependiente y un anciano. El campo de refugiados está cortado del mundo y es posible que el balance sea más elevado. En cualquier caso, la población agotada va a pagar un muy duro tributo a los rigores del invierno, pues ha nevado en Damasco estos últimos días, una catástrofe para los refugiados asediados.

El Fatah y Hamás, demasiado ocupados en pelearse entre Ramalá y Gaza, a penas se preocupan por los refugiados palestinos de Siria. Abandonados tanto por la OLP como por sus rivales islamistas, son también rechazados cuando intentan acceder a la vecina Jordania, preocupada por no acoger aún más población palestina.

Sobre todo esto, los “Refugiados del rap”, grupo nacido en el campo de Yarmuk, han lanzado recientemente, en forma de vídeo, un desgarrador grito de angustia (que se puede ver en http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=aeLth9qxX4U).

Antes de este terrible 2013, el campo de Yarmuk alimentaba un sentimiento de pertenencia paradójica entre los hijos de refugiados nacidos allí mismo, y considerados ellos también como “refugiados palestinos” a la vez por la ONU y por Siria. El documental “Los chebabs de Yarmuk” seguía con emoción el recorrido de un grupo de esos jóvenes hasta los primeros meses de la revolución. Luego, esos palestinos están dispersos, han desaparecido o se han exiliado.

El arma del hambre no es utilizada por el régimen de Asad solo contra los palestinos. Una decena de barrios o localidades están sometidas también a un asedio implacable, hasta el punto de haber suscitado una campaña internacional de protesta, a la que han dado su apoyo Noam Chomsky o Jürgen Habermas.

Tras el arma química, la del hambre

Esta técnica de guerra total se ha generalizado tras el fracaso relativo de los ataques químicos realizados por el régimen, el 21 de agosto de 2013, contra barriadas de Damasco controladas por la revolución. Ciertamente, Bachar el Asad no solo no ha sido jamás sancionado por ese crimen masivo sino que incluso ha sido validado como interlocutor insoslayable del desarme de las armas químicas, prescrito por un acuerdo ruso-americano y puesto en marcha por la ONU.

Pero los ataques químicos fracasaron en su intento de aplastar los bastiones de la revolución que eran su objetivo ese día.

Fue sobre todo el caso de Moadamiya, objetivo importante de los bombardeos con gas sarín el 21 de agosto de 2013, sometida dede entonces a un asedio sin cuartel. Las fuerzas gubernamentales dejan a veces una escapatoria por la que se precipitan centenares de civiles presos de pánico.

Finalmente, el 25 de diciembre se llegó a un acuerdo entre el régimen y los insurgentes. Estipulaba que la bandera revolucionaria cedería su lugar a la bandera gubernamental en Moadamiya. A pesar de esta rendición simbólica, la tregua fue rota ya el día siguiente.

Están en curso conversaciones, en un hotel de Damasco, entre representantes del régimen y familiares de los civiles asediados, para restaurar un alto el fuego.

Los barrios controlados por la revolución en Alepo, desde julio de 2012, son demasiado grandes para ser así asediados. Entonces, el régimen lanza desde el 15 de diciembre una ola de bombardeos mediante “barriles”, contenedores de TNT cargados de metralla para maximizar su impacto devastador. El balance acumulado estas dos semanas de horror superaría ya la cifra de las seiscientas víctimas.

Los sirios, sin embargo, siguen resistiendo. Más allá de lo imaginable. El humor es una de sus armas favoritas frente al tirano.

Un extraordinario video, rodado al día siguiente de los ataques químicos contemplaba ya la indiferencia internacional frente a las masacres mediante “barriles” (http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=rGlgUU3E14Y). Y el boletín meteorológico no necesita comentarios (ver la foto en http://alencontre.org/video/bachar-al-assad-affame-la-palestine-a-damas.html)

Pronto tendremos a Bachar y los yihadistas

Y mientras tanto ¿qué dice el mundo? ¿Qué hace la “comunidad internacional”? Nada o, más bien, menos que nada.

Moscú firma un jugoso contrato de explotación de recursos petroleros de Siria, como retribución por el verdadero puente aéreo en armamentos rusos que ha mantenido a las fuerzas de Bachar el Asad.

En los Estados Unidos se elevan voces para plantear un cambio de alianza en favor del dictador sirio y en nombre de la lucha contra Al Qaeda. Uno de los eminentes defensores de esta tesis es Ryan Crocker, antiguo embajador americano en Bagdad, a quien Washington acaba de hacer una importante entrega de armas.

Todo esto tiene sentido si se recuerda que el régimen iraquí es un aliado determinado de Bachar el Asad y que los “voluntarios” irakíes son ya más numerosos que los milicianos de Hezbolá en el combate al lado del régimen sirio. Se pasa de Bachar contra los yihadistas a Bachar y los yihadistas. El círculo se cierra. O, más bien, el garrote se cierra alrededor de las mujeres y hombres de Yarmuk, Alepo y de toda Siria.

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *