República Dominicana: inquietante aumento de la violencia de género
Presiones sociales, desconocimiento o temor a represalias peores, son las principales causas de que las mujeres dominicanas que sufren abusos escojan callarse a denunciar a sus parejas.
Esa conducta, sin embargo, se está probando como el clásico remedio peor que la enfermedad, pues la tendencia al aumento del fenómeno es patente y tiene alarmadas a las autoridades relacionadas con el tema.
Presiones sociales, desconocimiento o temor a represalias peores, son las principales causas de que las mujeres dominicanas que sufren abusos escojan callarse a denunciar a sus parejas.
Esa conducta, sin embargo, se está probando como el clásico remedio peor que la enfermedad, pues la tendencia al aumento del fenómeno es patente y tiene alarmadas a las autoridades relacionadas con el tema.
Sólo en los primeros 20 días del año, 13 mujeres han muerto a manos de sus esposos, parejas de consenso o, peor todavía, ex amantes y enamorados despechados.
Los números anuncian un año aún más violento que el anterior, cuando se reportaron 200 asesinatos del tipo que algunos medios prefieren llamar pasionales, como si la pasión, entendida como amor en desenfreno, tuviera algo que ver con los abusos.
La tendencia al incremento es clara ya que entre enero y noviembre de 2007 la cifra fue de 159, es decir, inferior en casi 17 por ciento a la actual.
Algunos de esos crímenes, en los que se regodea la llamada crónica roja, son espeluznantes, como el del ex novio de una periodista, madre de dos hijos de un matrimonio anterior, que penetró en dormitorio y le disparó dos veces en la cabeza mientras dormía.
O el de un hombre que asesinó a tiros a su mujer embarazada de siete meses a la que hacía objeto de frecuentes maltratos físicos y verbales en público.
Ninguno de los dos muestra síntomas de enajenación mental; ambos trataron de presentar las muertes como accidentes.
Esas conductas evidencian un desprecio por las féminas embebido en una suerte de subcultura que se ha desarrollado con el paso del tiempo en la cual las mujeres o son objeto de adoración por su físico o presentadas como seres diabólicos por sus desdenes y traiciones, sobre todo en las canciones.
La primera respuesta de los entes encargados del tema ha sido elaborar un plan nacional de emergencia contra la violencia intrafamiliar y de género.
Hasta dónde el esquema pueda imprimir un viraje a la situación es causa de dudas debido a las condiciones prevalecientes tanto en las zonas urbanas, como en las rurales, donde la dependencia económica de las mujeres es patente.
Un estudio anterior de una organización no gubernamental llegó a asegurar que de los maltratos contra las féminas no escapan siquiera las de los sectores pudientes, en los cuales la diferencia la marcan las conveniencias sociales y la complicidad para ”lavar los trapos sucios en casa”.
Aunque las primeras perjudicadas en tanto que protagonistas, las mujeres no son las únicas que sufren las consecuencias de esas tragedias, señaló la magistrada Aracelis Peralta, coordinadora de la División de Violencia de Género de la Fiscalía del Distrito Nacional.
Los hijos de las víctimas sufren lesiones síquicas que duran toda la vida y, en la mayoría de los casos, marcan la conducta posterior de esos menores cuando comienzan a ser protagonistas de sus propias existencias.