Se recompone organización comunitaria en La Pastora al margen de cúpula gobiernera y de la oposición proimperialista

Por Laclase.info

Foto: El Pitazo

10 de junio de 2020.- En Venezuela años de control social, policial, político y militar, junto a intereses desmovilizadores de políticos oficialistas y opositores de los partidos patronales, han dejado un saldo perverso en la expresión autónoma de la movilización popular, sin embargo, las protestas no cesan y se presentan en distintos sectores vecinales y comunitarios en todo el país. 

 

Las protestas espontáneas y autónomas por la demanda de servicios básicos en Venezuela son un hervidero a fuego constante. El gobierno intenta diversas estrategias para frenarlas, que pueden variar desde la represión o la confrontación entre grupos de vecinos, hasta la llamada inteligencia comunitaria, control social de la escasez, y en ocasiones atención puntual de la demanda concreta.

 

Cada una de estas estrategias de confrontación, desmovilización y desarticulación, se han aplicado sistemáticamente en la parroquia La Pastora en Caracas, sin embargo, la tradición organizativa de sus residentes cada vez es más pública y notoria, al igual que en muchas otras zonas de la geografía nacional. 

 

Recientemente a finales del mes de mayo varios sectores La Pastora, en particular Sabana del Blanco y Los Mecedores, trancaron por varias horas el paso de la Avenida Baralt a pocos metros del Tribunal Supremo de Justicia (un palacio custodiado por los cuerpos de seguridad del Estado). 

 

Llevados por la desesperación y el caos impuesto por el gobierno, protagonizaron, en su mayoría mujeres, una legítima protesta exigiendo el servicio de agua el cual no llegaba desde hacía un mes, un servicio elemental negado desde hace años, y con el que se cuenta irregularmente.

 

Cuando no es el agua es el gas y viceversa 

A pocos días de la protesta por el agua, vecinos y vecinas de La Pastora tomaron la iniciativa de buscar el gas por sus propios medios y seguidamente denunciaron a través de un comunicado que: “¡No hay gas en La pastora! ¿hasta cuando las autoridades parroquiales se van a burlar de las comunidades?”. Este pronunciamiento fue presentado ante la opinión pública y fue difundido por varios medios de comunicación digitales y redes sociales locales. 

 

Como arte de magia después de ambas protestas y acciones de presión, llegó el agua y el camión del gas, dejando en claro cómo la movilización y la lucha tienen incidencia directa en el logro de las reivindicaciones populares. 

 

Vencer el sistema de control basado en cadena de lealtades que se instaló por años a lo interno de las organizaciones sociales es la vía para devolver el poder a las bases desde su autonomía. Mostrando que la movilización independiente respecto del gobierno y los partidos de la oposición patronal, es la vía para garantizar nuestras reivindicaciones y la defensa de las libertades democráticas.

 

El ejercicio sostenido de la participación democrática en las comunidades, sin injerencia gubernamental o de cualquier otro tipo, así como de la movilización autónoma desde la base, sin conformarse con “pañitos tibios”, es algo que tienen claro los integrantes del Consejo Comunal Madre Tierra y el Colectivo Cultural Toromaima, y demás residentes del sector que están alertas y haciendo seguimiento a la situación de los servicios, en vista que el suministro de agua sigue siendo irregular, así como se desconoce la regularidad con la que se distribuirá el gas, ya que las autoridades locales se niegan a responder a la petición de conocer cuál es el resultado de la supuesta reestructuración de las rutas y circuitos de distribución del gas, razón por la cual suspendieron el suministro de gas doméstico.

 

La parroquia de La Pastora no come cuento con los llamados burocráticos a tener paciencia, se están organizando y avanzan en su poder de convocatoria, en un proceso que no se detiene.

 

Cada vez con más propiedad, el pueblo de Venezuela con sus protestas reivindicativas pone al descubierto la crisis impuesta por el gobierno de Maduro, como consecuencia de la aplicación de un paquete hambreador que tiene como objetivo que la crisis la paguen el pueblo trabajador y los sectores populares, por eso extreman la represión y el control social, es una crisis a la que se agregan las sanciones imperialistas y la pandemia. 

Las comunidades comienzan a reanimarse, ya no creen en promesas, recobran confianza en sus propias fuerzas y se organizan poco a poco, rompiendo con el chantaje y el miedo que imprimen los cuerpos represivos, los grupos oficialistas parapoliciales y los dirigentes del Psuv encargados del control social, o mejor dicho, el “sapeo comunitario”. La gente comienza a entender que la lucha y la movilización en busca de soluciones y de satisfacción de sus demandas sociales es lo que puede permite conquistar victorias.

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