21 enero, 2025

Lo que cayó fue la economía de los trabajadores y el pueblo

El mes pasado, cuando los ministros del área económica anunciaron al país algunas de las 54 medidas para enfrentar la crisis, el presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, en un estilo cantinflérico, decía que la economía no iba a caer mucho pero que era probable que sí lo hiciera. En ese momento muchos nos preguntamos: Y entonces… ¿en qué quedamos? Sin embargo, la realidad, siempre cruda y tozuda, habló fuerte y claro, y dio respuesta a esa interrogante.

El mes pasado, cuando los ministros del área económica anunciaron al país algunas de las 54 medidas para enfrentar la crisis, el presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, en un estilo cantinflérico, decía que la economía no iba a caer mucho pero que era probable que sí lo hiciera. En ese momento muchos nos preguntamos: Y entonces… ¿en qué quedamos? Sin embargo, la realidad, siempre cruda y tozuda, habló fuerte y claro, y dio respuesta a esa interrogante.

El informe presentado ayer por el ente emisor, refleja el dramatismo de la situación, y muestra que la economía cayó un 4,5% en el último trimestre. Si esto lo complementamos con el 2,4% de caída del PIB en el segundo trimestre del año, podemos afirmar que la economía venezolana entró en recesión. Lo que contrasta con el hecho de que el año pasado el presidente Chávez aseguraba que estábamos blindados y que la crisis capitalista mundial no nos afectaría.

Esta severa caída de la economía en el último trimestre, viene empujada por el retroceso significativo del sector petrolero que cayó en un 9,5%.

La situación económica puesta en evidencia por estos datos oficiales, plantea con meridiana claridad que la economía venezolana, al cierre del año. 2009, caerá entre un 1 ó un 2%. No habrá crecimiento cero, como el ministro Alí Rodríguez informaba recientemente. La economía, por el contrario, decrecerá por primera vez en los últimos 4 años.

Pero traduzcamos el significado de todo esto. “Cómo se come esta situación”, para efectos de la realidad cotidiana de los trabajadores y el pueblo.

En marzo, después que el presidente Chávez anunciara el plan anticrisis, decíamos que la crisis económica capitalista, y su impacto en los precios del petróleo, habían dejado al descubierto la verdadera cara del gobierno. Había mostrado con claridad su carácter de clase burgués y procapitalista, y su disposición a hacer caer la crisis sobre los hombros de los trabajadores.

¿Cómo concreta el gobierno esto que estamos afirmando? Ya en marzo, se incrementó la alícuota del IVA, de 9% a 12%. Esto ha tenido un impacto tremendo en los bolsillos de los trabajadores, ya que se aplica a todos un impuesto similar, sin importar el nivel de salario que cada cual tenga. Es decir, los trabajadores que dependen de un salario, que somos la mayoría de la población, debemos pagar ahora más por lo que consumimos. En un país donde el 68% de las trabajadoras y trabajadores (7.470.572 personas), sólo ganan entre menos del salario mínimo y menos de 2 salarios mínimos, ya podemos imaginar el impacto de este aumento del IVA.

Otra medida adoptada por el gobierno fue el aumento del endeudamiento interno. Para ello, acudió a los buenos oficios de la banca privada, y esto se concretó en la colocación en el mercado de capitales de bonos respaldados por el Estado, los cuales son vendidos por los bancos, y adquiridos por los capitalistas. Los bancos serán los principales beneficiarios de esta medida, ya que le prestarán recursos al Estado a través de los depósitos de la población, quienes en definitiva seremos los endeudados, y los que financiaremos el déficit fiscal, mientras los bancos obtendrán jugosas ganancias con los intereses que cobrarán a costillas de los depósitos de los ahorristas.

La otra medida adoptada por el gobierno fue una verdadera burla. Se trató del aumento de un 20% del salario mínimo, dividido en dos partes, un 10% en mayo y una cantidad similar en septiembre. Ya nadie se acuerda de ese piche y miserable aumento, restringido sólo al salario mínimo, ya que la inflación más alta del continente, se lo comió sin piedad.

Pero el hacer pagar la crisis a los trabajadores no llega hasta aquí. La recesión que ya está instalada en el país después de 2 trimestres de caída del Producto Interno Bruto, seguirá traduciéndose en cierre de industrias y comercios, y en reducción del empleo en empresas públicas y privadas, es decir, más desempleo e informalidad.

Y en la actualidad, ¿cómo se concreta la política del gobierno para seguir descargando la crisis sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo?

Para capear el temporal de la crisis, el gobierno continúa con su política antiobrera y antisindical, y en ese sentido, insiste en negar o retrasar las discusiones de las contrataciones colectivas del sector público. De esto hay ejemplos concretos. El contrato colectivo de los empleados de la administración pública ya tiene 5 años vencido, y el gobierno no se da ni por enterado. Juega a su favor el terrorismo reinante en los entes estatales, donde un 63% de los trabajadores laboran con contratos a tiempo determinado. La necesidad, y el miedo a ser despedidos, “tienen cara de perro”, reza el refrán popular.

Los trabajadores del mismísimo Ministerio del Trabajo, discutieron su contrato en el 2008, y a un año de ser aprobado por las partes, sigue durmiendo el sueño de los justos en el Ministerio de Planificación, a la espera del estudio de factibilidad económica. Esto mismo comienza a suceder con el contrato de los petroleros, vencido en enero del 2009. Donde a pesar de haberse legitimado la federación sindical petrolera, la discusión contractual sigue en el limbo patronal, ya que el Ministerio de Planificación no ha sido capaz de tener listo el estudio de factibilidad del contrato, a pesar de que este se introdujo en el Ministerio del Trabajo desde octubre del año pasado. Otro caso es el de los eléctricos, que ya llevan 16 meses sin contrato, mientras que el nuevo ministro del sector, les pide nuevas prórrogas para reiniciar su discusión.

El asunto es muy simple, el gobierno no quiere discutir contratos colectivos, que significarán aumentos de salarios, pago de bonos por el retraso en la discusión de los contratos, y otros beneficios socioeconómicos, que se traducirán en cuantiosas erogaciones de recursos financieros. El gobierno opta entonces por no pagar a los trabajadores lo que les corresponde, y esta es otra forma en que se materializa el hecho de descargar la crisis sobre los que obtenemos un salario por vender nuestra fuerza de trabajo.

He aquí la situación verdadera, sin eufemismos ni malabarismos verbales, sobre un supuesto “socialismo” u “obrerismo” del gobierno.

En realidad, los banqueros, los terratenientes, los importadores y demás capitalistas no están en crisis, los que estamos en crisis somos los trabajadores y el pueblo, que diariamente la pagamos con el deterioro de nuestros salarios, consumidos por una inflación que este año debe cerrar en un 26 ó 27%; con la no discusión de los contratos, con la violación de la autonomía sindical, y con medidas que sólo favorecen a los empresarios y capitalistas.

*Profesor de la UCV y dirigente nacional de la Unidad Socialista de Izquierda (USI)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *