1o. de Mayo: entre la crisis económica capitalista y la lucha de los trabajadores de Venezuela y el mundo
En vísperas de la conmemoración del Día Internacional del Trabajador del año 2010, el modelo económico capitalista se encuentra atravesado por profundas e irresolubles contradicciones. La grave crisis financiera y bursátil que sacude los negocios de los capitalistas desde finales del 2007 no llega a su fin. Se acrecientan y agudizan las desigualdades sociales, se extienden las confrontaciones militares promovidas por las potencias imperiales, mientras que los cambios climáticos afectan al planeta y ponen en riesgo en mayor medida a los trabajadores y los sectores más vulnerables de la población.
En vísperas de la conmemoración del Día Internacional del Trabajador del año 2010, el modelo económico capitalista se encuentra atravesado por profundas e irresolubles contradicciones. La grave crisis financiera y bursátil que sacude los negocios de los capitalistas desde finales del 2007 no llega a su fin. Se acrecientan y agudizan las desigualdades sociales, se extienden las confrontaciones militares promovidas por las potencias imperiales, mientras que los cambios climáticos afectan al planeta y ponen en riesgo en mayor medida a los trabajadores y los sectores más vulnerables de la población.
Las agencias internacionales de prensa desde hace más de un año vienen anunciando el fin de la crisis financiera internacional, pero cada día que pasa, los resultados del desempeño económico tanto de las naciones desarrolladas como de las más pobres del planeta, desmienten tales anuncios, y somos los trabajadores y los sectores populares quienes seguimos cargando con la parte más pesada de la cruz de la crisis capitalista mundial.
Millones de puestos de trabajo perdidos. Hombres y mujeres en todo el mundo trabajamos bajo relaciones laborales flexibilizadas o precarias, muy cercanas a la esclavitud. La crisis golpea sin misericordia nuestros bolsillos. Los servicios de salud son escasos, no hay presupuesto adecuado para la educación y no se logra cubrir la creciente demanda mundial de agua potable, alimentos, electricidad, gas y vías de comunicación.
A este sombrío panorama hay que sumarle la permanente y cada vez más violenta agresión al medio ambiente. En su loca carrera por incrementar y acumular ganancias, a los capitalistas poco les importa verter toneladas de contaminantes en los lechos de los ríos, en el fondo marino y en la atmósfera; depredar millones de hectáreas de bosques naturales y explotar en forma anárquica los recursos naturales -al menos dos millones de toneladas de petróleo se derramen en el mar anualmente-, colocando en alto riesgo la flora, la fauna y la propia existencia humana.
El ataque alevoso al conjunto de la población y al medio ambiente, se constituye en una peligrosa combinación que produce insospechados cambios climáticos e incrementa a niveles dramáticos la vulnerabilidad social, económica y física de nuestros pueblos, haciendo que fenómenos naturales como los sismos ocurridos en Haití y Chile, generen la destrucción de ciudades, la muerte de numerosos habitantes y cuantiosas pérdidas en bienes materiales y obras de infraestructura. Esa es la verdadera cara y la criminal “naturaleza” del sistema capitalista a escala mundial.
Los responsables de este modelo económico desastroso tienen nombre y apellido. Se llaman Chevron Repsol, BP, Drumont, Coca-Cola, Nestlé, Adidas, Nike, Total, CNN, New York Times, JP Morgan, FMI, Banco Mundial, Wall Street, Bill Gates, CIA, ONU, OEA, Unión Europea, Pentágono, Barack Obama, Merkel, Sarkozy, Putin, Benjamín Netanyahu, OTAN, entre otros explotadores.
En síntesis, son las multinacionales, los gobiernos, las instituciones financieras, políticas y comunicacionales, y las poderosas estructuras militares de las potencias económicas, los responsables de esta catástrofe. Ellos son los encargados de diseñar y ejecutar los brutales planes de ajuste económico o las guerras de sometimiento contra quienes levanten su voz de protesta contra el genocidio y el ecocidio imperialista.
Venezuela no escapa a la crisis económica internacional
Nuestro país no es ajeno al sombrío panorama mundial, con el agravante de que las mismas calamidades a las que somete el capitalismo y el imperialismo a todas las naciones del planeta, son ejecutadas en Venezuela por el gobierno del presidente Chávez a nombre del “Socialismo del Siglo XXI”, mancillando los nobles postulados del único modelo económico, político y social capaz de redimir a la humanidad.
Vivimos uno de los peores momentos, por más que los datos “oficiales” -que todos bien sabemos son maquillados-, intentan ocultar la gravedad de la situación. La economía del país decreció en un 3,9% durante el año 2009. El desempleo supera el 10%. Millones de empleados públicos no gozan de contratación colectiva, en tanto que los petroleros y los trabajadores del sector eléctrico fueron estafados por el Estado, en complicidad con sindicaleros gobierneros, con contratos colectivos muy por debajo de las expectativas y necesidades de los trabajadores.
Miles de puestos de empleo de las empresas básicas de Guayana corren peligro y en el sector privado la situación no es distinta. Por el contrario las grandes multinacionales como General Motors, Mitsubishi o Ford gozan del amparo oficial para superexplotar a los trabajadores. En el sector autopartista se impuso la precarización laboral y la creación de cooperativas para liquidar los convenios colectivos y las organizaciones sindicales. Sólo los sectores clasistas y autónomos que lucharon consecuentemente en defensa de los derechos de los trabajadores lograron mantener las conquistas contractuales.
Sin embargo, los salarios son devorados por la megadevaluación decretada por el gobierno y la inflación provocada por la especulación de los empresarios y comerciantes.
El país sufre los rigores del racionamiento eléctrico gracias a la imprevisión gubernamental, la corrupción y la ausencia de un plan estratégico capaz de solventar la creciente demanda de la población. La distribución de agua potable es irregular y franjas importantes de la población pasan hasta tres o cuatro días sin contar con el suministro de este vital servicio público. Lo mismo acontece con la distribución de bombonas de gas. El servicio público de salud ha colapsado por falta de presupuesto adecuado para dotación y mantenimiento de la red hospitalaria. Las escuelas y liceos se deterioran y no existe la menor intención del gobierno nacional de mejorar la calidad educativa.
Bajo el manto de supuestas expropiaciones, el gobierno terminó comprando e indemnizando a los antiguos propietarios de empresas en ruinas, como fue el caso de la industria cementera, los centrales azucareros o empresas contratistas en la industria petrolera. Las heroicas luchas que dieron los trabajadores en defensa de sus puestos de trabajo mediante la ocupación de las empresas y la exigencia de su expropiación y nacionalización, con el correr del tiempo se convirtieron en dolorosos retrocesos, cuando el gobierno impuso administraciones burocráticas y reaccionarias que liquidaron los derechos de los trabajadores, desarticularon las organizaciones sindicales y obligaron a los trabajadores a renunciar a los beneficios convencionales.
Las Misiones, entre ellas Barrio Adentro, decaen notablemente, mientras el flujo de recursos para su sostenimiento es cada vez más precario, amenazando con extinguirse. Todo esto es el resultado de la perversa administración gubernamental que despilfarró la enorme renta petrolera obtenida por el país en los últimos 7 años, propiciando la corrupción y favoreciendo el surgimiento de una elite oligárquica, denominada popularmente como chavoburguesía.
Las grandes expectativas de los trabajadores y el pueblo, forjadas con el presidente Chávez, se desvanecen aceleradamente al comprobar en carne propia que este gobierno que se deshizo en promesas, que tanto habló de socialismo, que se autocalificó como un gobierno obrerista, se convirtió en una pesadilla, aplicando sin piedad un plan económico de ajuste a favor de los grandes capitales nacionales e internacionales.
El hecho más contundente que demuestra el sometimiento del gobierno a las multinacionales es la imposición del modelo productivo de empresas mixtas, mediante el cual las grandes multinacionales, entre ellas Chevron, Repsol, Total y Mitsubishi, así como poderosas industrias nacionales, se convirtieron en copropietarias de las reservas de petróleo y gas de la Faja del Orinoco.
Con la aplicación de los planes de ajuste, diseñados y ejecutados por el gobierno del presidente Chávez, comprobamos que el capitalismo nunca murió en Venezuela, más allá del discurso engañoso del Presidente. Los negocios de la burguesía tradicional y de sus nuevos socios -la chavoburguesía- funcionan a la perfección, explotando a los trabajadores, negándole derechos elementales, como los contratos colectivos, precarizando las relaciones laborales, liquidando el derecho a la organización sindical y la autonomía de ellas frente al Estado y los patronos, y criminalizando las luchas cuando los trabajadores protestan.
El mundo se conmueve con la lucha de los pueblos
Con lo que no contaban los capitalistas del mundo entero y de Venezuela, es que la clase trabajadora a nivel internacional lucha y se resiste a pagar con sus empleos, sus salarios y sus derechos, el costo de una crisis económica que no provocaron. Los petroleros franceses, los trabajadores de la industria automotriz en España, los del sector eléctrico de México, de la industria alimenticia en Argentina, de las aerolíneas de Alemania e Inglaterra, del tabaco y las bebidas alcohólicas en Turquía y de muchos países más, salen a las calles a defender sus puestos de trabajo, sus derechos y sus contratos colectivos.
El mayor ejemplo de la resistencia a los salvajes planes de ajuste en el mundo lo están protagonizando los trabajadores de Grecia, quienes luchan contra la receta dictada por la Unión Europea e implementada por el presidente de esa nación, Giorgius Papandreus. La respuesta de los trabajadores fue contundente. El 10 de febrero los empleados públicos realizaron un paro nacional y dos semanas después se desató una poderosa huelga general con la participación de los trabajadores de las empresas privadas, de los controladores aéreos, periodistas y técnicos de la televisión, taxistas y funcionarios del palacio de gobierno.
La clase trabajadora venezolana resiste
Aunque en Venezuela no hemos llegado a los niveles de resistencia y combatividad de los obreros griegos, es justo reconocer que existen bastiones importantes del movimiento sindical que se han mantenido fieles en la defensa de los derechos de los trabajadores y no se dejan engañar ni manipular por el gobierno y sus funcionarios, que a toda hora quieren hacernos creer que en el país se está enfrentando al capitalismo y se está construyendo el socialismo.
Se distinguen los valerosos obreros petroleros que a pesar de la brutal campaña de terror que desarrolla el gobierno en complicidad con la dirigencia sindical gobiernera, logró desarrollar las elecciones sindicales y la negociación de un contrato colectivo, que si bien es cierto no colmó las expectativas de los cien mil petroleros por la traición de los negociadores de la Futpv, sí doblegó al gobierno, que no tenía ninguna intención de firmar un nuevo contrato, como viene sucediendo con los 2 millones y medio de empleados públicos, a los que desde hace 6 años les vienen burlando el derecho a la negociación de su contrato.
Reconocimiento especial merecen los trabajadores de la multinacional japonesa Mitsubishi. En un año han protagonizado luchas ejemplares, enfrentando la brutal represión que costó la muerte de dos trabajadores a manos de la policía del estado Anzoátegui, y en el último período enfrentan la “Santa Alianza” conformada por patronos y el gobierno nacional, quienes se han unido para aplastar la resistencia de las bases obreras. En la actualidad los trabajadores enfrentan más de 200 despidos, autorizados por el Ministerio del Trabajo, y se mantienen firmes, a pesar de que sus dirigentes quieren convencerlos de que el gobierno es supuestamente obrerista y revolucionario.
En el estado Aragua, bastión del sindicalismo clasista, democrático y revolucionario es donde más se ha luchado en el último período, contrarrestando la ofensiva del gobernador, los empresarios y la acción criminal de los sicarios y sus padrinos políticos. Los trabajadores afiliados a la Unete-Aragua se repusieron del brutal golpe que representó el asesinato de los camaradas Richard Gallardo, Carlos Requena y Luis Hernández, y con su lucha y movilización lograron alcanzar las mejores negociaciones de contratos colectivos de todo el país.
Otro ámbito de luchas de resistencia lo constituyen los trabajadores de las empresas básicas de Guayana, donde quizá se juega la suerte de la clase trabajadora venezolana. Con el argumento de la crisis eléctrica, el gobierno nacional viene desconociendo los derechos de los trabajadores, postergando el inicio de la negociación de los contratos colectivos en varias de las empresas, eliminando el HCM, apagando hornos y clausurando celdas que conlleva a que muchos trabajadores reciban sus salarios sin trabajar y comiencen a correr el riesgo de perder sus puestos de trabajo.
La mejor expresión de la resistencia contra el Plan de Ajuste Capitalista en las empresas básicas, ha sido la lucha de los obreros de Ferrominera del Orinoco, quienes tomaron la decisión de realizar una huelga para hacer respetar sus derechos. Luego de alcanzar un gran triunfo, la retaliación del gobierno no se hizo esperar, abriéndole un proceso judicial al compañero Rubén González, quien permanece detenido.
También debemos destacar las luchas de los trabajadores de la zona industrial de Chivacoa en Yaracuy, de los obreros del cemento en Trujillo y Anzoátegui, así como la valiente lucha de los trabajadores de la salud a nivel nacional, que se oponen al desmantelamiento de la infraestructura hospitalaria.
Pero no sólo luchan los trabajadores. También lo hacen las comunidades, los estudiantes y las etnias indígenas, defendiendo sus derechos ancestrales. Sabino Romero, líder yupka, ha sido privado de su libertad por colocarse al frente de la lucha en defensa de sus territorios.
A todas estas luchas debemos darle continuidad este 1º de Mayo, para denunciar a los responsables de este desastre. Contra todos ellos debemos luchar hasta derrotar los planes de ajuste para poder salvar a la humanidad de la barbarie que nos promete el capitalismo.
Derrotemos la criminalización de la protesta obrera y popular
Aunque parezca increíble, un gobierno que despertó simpatías a nivel nacional e internacional porque se confrontó políticamente con el gobierno de George Bush y difundió la propuesta de trascender el capitalismo e iniciar la transición hacia el socialismo, terminó transformándose en uno de los peores enemigos de los trabajadores, de la autonomía del movimiento sindical y en los últimos meses se ha convertido en el verdugo de las libertades democráticas y los derechos humanos, al hacer de la criminalización de la protesta obrera, popular, indígena, campesina y estudiantil, una política de Estado.
Pisotea las libertades democráticas y los derechos humanos; protege a los sicarios que asesinan dirigentes sindicales y campesinos con el manto de la impunidad e impide las movilizaciones de los distintos sectores de la población que exigen sus derechos. Los procesamientos penales en contra del dirigente sindical Rubén González y del líder indígena Sabino Romero; el arresto de más de 15 petroleros de la Costa Oriental del Lago o la infame agresión con bombas lacrimógenas y la detención de 28 trabajadores afiliados a la Unión Nacional de Trabajadores del Estado Aragua, que intentaron movilizarse el pasado 12 de marzo en Maracay para protestar contra del Plan de Ajuste Capitalista que desde hace un año se viene implementando en Venezuela; son prueba palpable de la evolución reaccionaria de este gobierno, que hoy es el principal sostén del modelo económico capitalista.
No satisfechos con la permanente descalificación que el presidente Chávez, sus funcionarios y sus adeptos políticos hacen en contra de quienes nos oponemos a las políticas represivas, entreguistas de nuestra soberanía sobre el petróleo y contra el plan de ajuste capitalista, ahora intenta elevar a la categoría de delito el derecho político a la opinión, al encarcelar a representantes políticos de la oposición –con los que no tenemos nada en común- y amenazar con llevar a la justicia a todos aquellos que discrepen y denuncien las políticas del gobierno.
Es urgente que los trabajadores, junto a las comunidades, los estudiantes y los sectores verdaderamente democráticos, nos levantemos en contra de esta tendencia reaccionaria del gobierno.
Exijamos con la movilización masiva este 1º de Mayo la libertad inmediata de Rubén González, Sabino Romero y el desprocesamiento a todos los detenidos por participar en acciones legítimas de protesta por sus derechos. Vinculémonos a las actividades de denuncia que junto con Provea venimos desarrollando distintas organizaciones en el marco de la Campaña Protestar no es un Delito, es un Derecho.