Afganistán: Agónico fin de semana de la OTAN

La presencia de la OTAN en Afganistán de aquí a finales de 2014 lleva camino de convertirse en una lenta agonía ante un enemigo crecido y cada vez más capaz de dar golpes como los de este fin de seman

La presencia de la OTAN en Afganistán de aquí a finales de 2014 lleva camino de convertirse en una lenta agonía ante un enemigo crecido y cada vez más capaz de dar golpes como los de este fin de semana, que comenzó con el audaz y efectivísimo ataque del viernes a una base británica en el sur del país, donde murieron dos soldados aliados y fueron destruidos seis cazas Harrier, y concluyó con otro ataque de talibanes infiltrados que costó la vida cuatro soldados de Estados Unidos. Entre medias, las fuerzas aliadas mataron a “entre 5 y ocho civiles”, mujeres, según fuentes locales afganas, en una operación contra los talibanes que por causar bajas civiles se vuelve contra la OTAN.

Un comunicado de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán, que dirige la OTAN) ha reconocido este domingo en Kabul las dimensiones del espectacular ataque del viernes a la superbase británica de Camp Bastion, en la provincia meridional de Helmand, adonde acaba de llegar como piloto de helicópteros el príncipe Enrique. Los hechos hablan por sí mismos: seis cazabombarderos Harrier destruidos, dos gravemente dañados, tres instalaciones de aprovisionamiento arrasadas y seis hangares muy afectados. Cifras a añadir a las ya previamente anunciadas de dos soldados muertos y nueve heridos en un golpe realizado por quince talibanes perfectamente equipados que actuaron como la precisión de un comando, sólo uno de cuyos miembros pudo sobrevivir al asalto.

Los analistas valoraban lo significativo del golpe, ejecutado por hombres vestidos con uniforme del Ejército de Estados Unidos. “Esto les da mucho crédito. Demuestra que pueden alcanzar el objetivo que quieran cuando quieran”, comenta a France Presse Waheed Mujdah, un extalibán convertido en analista, según el cual estamos ante un ataque “bien preparado, no realizado a ciegas por unas fuerzas que han aprendido a conocer al enemigo y que saben utilizar equipamiento avanzado”.

Otros medios hablan de la existencia de cómplices en Camp Bastion, lo que no haría sino agravar la situación y profundizar una desconfianza aliada que ya ha llevado a Estados Unidos a suspender la formación de policías y soldados afganos.

A falta de confirmarse esta posible infiltración talibán en Camp Bastion, este domingo se ha anunciado la muerte de cuatro solados americanos y un policía afgano en un puesto de control mixto de la provincia de Zabol, también en el sur del país. A la petición de ayuda respondió otra patrulla que al llegar encontró sólo a dos soldados americanos con vida. Otros cinco policías afganos habían desaparecido. Ya el viernes en Helmand dos militares británicos murieron tiroteados por un policía afgano a la vuelta de una patrulla conjunta.

Estas muertes llevan por encima de 50 el número de bajas mortales en lo que va de años entre las fuerzas de ISAF dedicadas a la formación de policías y soldados afganos, los hombres llamados a sostener al Gobierno de Kabul cuando ISAF desaparezca el 31 de diciembre de 2014. Ya había habido incidentes de este tipo antes, con el aldabonazo de enero por la muerte de cuatro soldados franceses y las heridas a otros 15 en la provincia de Kapisa, no lejos de Kabul, pero lo que hasta entonces eran ataques aislados pasaron a convertirse en una declarada estrategia talibán tras la quema de algunos ejemplares del Corán en la base de Bagram el pasado mes de febrero.

Incidentes de raíz religiosa como aquellos, unidos a ataques con víctimas civiles afganas , han emponzoñado una relación crecientemente distante entre Kabul y los aliados, por una parte, y entre los aliados y parte de la población afgana por otra. ISAF se esfuerza al máximo por evitar semejantes incidencias y este año la cifra de muertes civiles es apenas la mitad de las registradas el año pasado, aunque ya superan las 200 personas.

A la lista se añadieron, según fuentes afganas, ocho mujeres muertas el sábado en un ataque aéreo en la provincia oriental de Laghman, en el que otras tantas resultaron heridas. ISAF ha sido rápida en reconocer su responsabilidad en la muerte de “entre cinco y ocho” civiles en el curso de una operación en la “murieron muchos otros rebeldes”. Las muertes a alba de estas mujeres que iban a recoger leña llevó a decenas de afganos, según tesigos, a manifestarse el domingo ante el gobierno provincial con gritos de “¡Muera Estados Unidos!”, “¡Mueran los judíos!”.

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