América Latina feminista en sus intentos
El imposible encuentro con las nuestras de nuestra tierra, mujeres indomables, heroínas de mil historias, América morena y femenina, fogoneras del tiempo.
¿Y sólo silencio?
El imposible encuentro con las nuestras de nuestra tierra, mujeres indomables, heroínas de mil historias, América morena y femenina, fogoneras del tiempo.
¿Y sólo silencio?
Nombres, fechas, láminas escolares, las redujeron a eso, las amontonaron en papeles amarillos que jamás consultamos, que jamás citamos.
¿Y sólo el olvido?
Sin duda los estudios feministas o de género en nuestro país y continente han dado un gran aporte al análisis de la situación de la mujer latinoamericana, y en muchos de los casos han acompañado procesos imprescindibles, como la formación de las organizaciones sociales de mujeres, la denuncia abierta de la violencia contra la mujer, o la lucha por un aborto legal para que no sigan muriendo miles. Estos aportes nutridos de reflexión y militancia han sido claves para poner sobre la mesa nuestra problemática.
Sin embargo, la propuesta desde las mujeres para el cambio de esta sociedad, para subvertir los roles, insurgir la igualdad entre todas las personas ha seguido inconclusa, unidimensional, ajena a nuestra raíz histórica y mental, al código genético de nuestra identidad.
Muchas no sabemos, o lo decimos poco, que uno de los primeros precursores de la defensa de los derechos de las mujeres fue Francisco de Miranda, caraqueño revolucionario y gestor de nuestra independencia, que a fines del siglo XVIII ya planteaba el derecho a voto de las mujeres. Ignoramos que Manuela Sáenz, ciudadana de América nacida bajo la línea del Ecuador, como ella misma se decía, apenas a los doce años de edad se sumaba a las fuerzas revolucionarias emancipadoras que iniciaron la revuelta en Quito en 1809, invirtiendo desde su vida misma el rol que estaba asignado a nuestro género, compromiso que la acompañó toda su vida hasta su muerte en el puerto de Paita al norte de nuestro país. Sabemos poco de Bartolina Sisa, heroína aymara que luchó contra el dominio colonial de los españoles. Son mínimos lo estudios a profundidad sobre el papel de nuestra Micaela en la rebelión de 1780 que junto con Tupac Amaru dirigiera. Y así podríamos nombrar infinitos ejemplos, de las que conocemos y de las sin nombre, las anónimas, todas ellas que forjaron en la práctica una mujer distinta, que de la mano, ni detrás ni delante de sus hermanos y compañeros bregaron por la libertad. La fuerza de ellas recorre nuestros caminos, desconocerlas u olvidarlas, sería desconocernos a nosotras mismas y no avizorar el horizonte.
Hoy que los pueblos avanzan al encuentro con su historia y su futuro distinto, se hace más notoria, urgente e histórica esta tarea. No la de recordar fechas o nombres, sino la de recuperar nuestra memoria para seguir forjando futuro, partiendo desde Nuestra América para llegar a ella, sin desconocer o aminorar los aportes universales porque estamos hechas de ellos también, pero buscando un destino propio y feliz.
Comprometernos en la construcción de un feminismo latinoamericano, que sea útil para la mujer quechua, aymara, afrodescendiente, mapuche, amazónica, latinoamericana, que sea de ellas, de nosotras. Hacer de esta riqueza y diferencia un potencial para transformar la realidad, desde nuestras gestas heroicas hasta nuestros mitos potencialmente liberadores para todas y todos.
Es un camino difícil, largo y a la vez lleno de intentos, posibilidades y sueños.
*Socióloga y poeta peruana, miembro de diferentes movimientos y organizaciones sociales.