Ante la destitución de Fernando Lugo
La UIT-CI rechaza categóricamente la decisión del parlamento paraguayo de destituir a través de un juicio sumario al presidente electo Fernando Lugo. No reconocemos en ese parlamento oligárquico y defensor de los latifundistas sojeros ninguna autoridad para deponer un presidente electo por el pueblo. Lugo llegó a la presidencia derrotando electoralmente al reaccionario régimen del partido Colorado que con mano de hierro se mantuvo en el poder de Paraguay durante más de medio siglo.
La destitución de Lugo sucedió inmediatamente después de la masacre de Cuaruguaty, adonde asesinaron 10 campesinos y murieron 7 policías que habían ido a reprimirlos por ocupar tierras. La destitución de Lugo asciende a la presidencia a Federico Franco, del partido Liberal, quien fuera aliado electoral y vicepresidente de Lugo.
La UIT-CI rechaza categóricamente la decisión del parlamento paraguayo de destituir a través de un juicio sumario al presidente electo Fernando Lugo. No reconocemos en ese parlamento oligárquico y defensor de los latifundistas sojeros ninguna autoridad para deponer un presidente electo por el pueblo. Lugo llegó a la presidencia derrotando electoralmente al reaccionario régimen del partido Colorado que con mano de hierro se mantuvo en el poder de Paraguay durante más de medio siglo.
La destitución de Lugo sucedió inmediatamente después de la masacre de Cuaruguaty, adonde asesinaron 10 campesinos y murieron 7 policías que habían ido a reprimirlos por ocupar tierras. La destitución de Lugo asciende a la presidencia a Federico Franco, del partido Liberal, quien fuera aliado electoral y vicepresidente de Lugo.
Conocida la noticia sectores populares salieron a repudiar al Congreso y al nuevo presidente. Con toda razón, porque este Parlamento, los diputados y senadores, así como Federico Franco, responden mayoritariamente a los partidos Colorado y Liberal, partidos de los terratenientes, del 2% que detenta el 85% de la tierra cultivable en Paraguay.
Para destituir a Lugo no lo acusaron de masacrar a campesinos, sino de ser responsable del enfrentamiento por “alentar” las ocupaciones de tierras. Esta es una verdad a medias, la peor de las mentiras. Lugo no cumplió la promesa con la que ganó los votos campesinos de hacer una reforma agraria. Por el contrario, la ampliación de los cultivos de soja desplazó a más campesinos de la tierra.
El pecado de Lugo, a ojos de los terratenientes es primero haber prometido la reforma agraria y luego, mantener relaciones políticas con organizaciones campesinas ocupantes de tierras como los Carperos. Relaciones por lo demás bastante extrañas, ya que Lugo los recibía en el Palacio, los palmeaba y luego les enviaba la policía a reprimirlos cuando ocupaban la tierra. Este juego dual fue lo que llevó finalmente al enfrentamiento armado y masacre en Curuguaty. Siendo que después de la masacre Lugo felicitó a la policía, envió al ejército y nombró a un nuevo ministro del interior Rubén Candia Amarilla, un dirigente Colorado, con pasado stronista, que calificó de inmediato como “acción criminal” a las tomas de tierras por parte del campesinado.
Es decir, los últimos días de Lugo en la presidencia fueron para demostrar su fidelidad a las cúpulas políticas, empresariales y militares, como si de esa forma los pudiera convencer de no destituirlo. Tomando medidas aún más represivas con los campesinos y favorables a los terratenientes. Y después, cuando la gente se estaba movilizando, en vez de alentar la movilización, aceptó rápidamente su destitución.
Por eso toda la alharaca de UNASUR y sus distintos gobiernos alegando defender “la democracia” en Paraguay suena bastante falsa. Consideramos que no sólo es el Congreso el que se burló de la democracia, sino también el propio Lugo.
No hay que legitimar al actual gobierno. Por eso hay que exigir que se convoque en forma inmediata a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana para que sea el pueblo paraguayo quien decida, no solo quien tiene que gobernar, sino también sobre los graves y urgentes problemas sociales. Que se castigue a los asesinos de la masacre de los campesinos, que se imponga una verdadera reforma agraria, que se tomen medidas de fondo para terminar con el 50% de la pobreza y debatan todos los problemas sociales que reclama el pueblo paraguayo. En el marco que trabajadores, campesinos y demás sectores populares tienen que seguir luchando contra los gobiernos patronales y su régimen corrupto, y por imponer sus propias demandas. Solo un gobierno de aquellos sectores podrá lograr los cambios de fondo que se necesitan.
Comité Ejecutivo Internacional UIT-CI
23 de junio 2012