Así se produjo “El Porteñazo” en Puerto Cabello
La semana del 26 de julio al 1 de agosto de 2009, será recordada por muchos años en Puerto Cabello. Un montaje que involucró a 13 trabajadores con un cargamento de cocaina de másde una tonelada, desató la ira de miles de portuarios y puso al descubierto que detrás de esa maniobra urdida contra 13 inocentes trabajadores, existen poderosos intereses económicos y políticos.
La semana del 26 de julio al 1 de agosto de 2009, será recordada por muchos años en Puerto Cabello. Un montaje que involucró a 13 trabajadores con un cargamento de cocaina de másde una tonelada, desató la ira de miles de portuarios y puso al descubierto que detrás de esa maniobra urdida contra 13 inocentes trabajadores, existen poderosos intereses económicos y políticos.
Acto 1
Ninguno de los crápulas que planificaron involucrar a 13 humildes trabajadores portuarios con el mayor alijo de drogas incautado en los patios del puerto marítimo de Puerto Cabello, se imaginó que el hecho desataría una ola incontenible de indignación y protesta popular, cuyas repercusiones han puesto contra las cuerdas a las autoridades judiciales, militares, administrativas y al propio gobierno nacional. Calculaban que vincular de manera infame a estos trabajadores con una tonelada de cocaína les traería extraordinarios réditos sin mayores dificultades. Pero no fue así.
Acto 2
El diligente ministro Tarek El Aissami aprovechó la oportunidad para dar crédito a las autoridades portuarias que habían descubierto 1.350 kilogramos de cocaína de alta pureza. Expresó que se iba a aplicar todo el peso de la ley a los responsables de este delito, que no eran otros que los 13 padres de familia que la noche anterior cumplían con su turno de trabajo. Y luego colocó la guinda a la torta, anunciando que hasta existía la posibilidad de expropiar a la empresa Intermarca. Satisfecho con la extraordinaria gestión anti-drogas realizada por su despacho, quiso este ministro cerrar de forma pronta, un caso que a todas luces se veía fácil. Pero no fue así.
Acto 3
Un juez, “importado” de Yaracuy, entre la tarde del martes y el día entero del miércoles, realizó la audiencia a las 13 víctimas obreras, y en un abrir y cerrar de ojos tomó la decisión de dictar medida privativa de libertad a 13 inocentes, autorizando su traslado al penal de Tocuyito. Creyeron los artífices de este montaje, que traer a un juez de otra región para la ocasión y trasladar los detenidos a un penal distante 60 kilómetros, desactivaría rápidamente los ímpetus de familiares, amigos y compañeros de labores de los acusados que reclamaban su libertad. Pero no fue así.
Lunes 27 de julio
A primera hora del lunes, una vez conocido el caso, los compañeros de labores de los 13 inocentes estaban estupefactos. La duda hacía nido en el cerebro de uno que otro trabajador, pero la casi totalidad apostaban a que ninguno de los involucrados tenía algo que ver con semejante delito. Las razones eran fáciles de comprender ya que los conocían de muchos años atrás compartiendo labores en el puerto y sabían que todos ellos eran honestos padres de familia, que al igual que ellos se fajaban día y noche para garantizar la papa, la vivienda, el vestido, la educación y la salud de sus familias.
Además, el sentido común les indicaba que nadie en su sano juicio se sometería durante años a la sobreexplotación laboral que implica trabajar en el puerto, si se está vinculado a una mafia capaz de movilizar como “Pedro por su casa” un alijo de una tonelada de cocaína, que fácilmente convierte a multimillonarios a quienes la producen, transporte y distribuyen. Se trataba de 13 trabajadores humildes, que como millones de venezolanos viven de su fuerza de trabajo.
Pero bastó escuchar las declaraciones del ministro Tarek El Aissami, para que los portuarios empezaran a ver como el rompecabezas se iba armando ante sus propios ojos. No era para menos, el anuncio del ministro de intervenir y expropiar a Intermarca, una empresa que moviliza alrededor de 350 mil contenedores durante el año, era la confirmación que había alguien o «alguienes», detrás del montaje de una incautación de drogas multimillonaria que sirviera de coartada para adquirir esta compañía; no con la noble intención de avanzar en la construcción del socialismo por la vía de expropiarla y entregarla a los trabajadores para su administración y su control, sino más bien como un ardid tramposo para hacerse con el control de ella a un bajo costo económico y político, y como una adquisición más de este sector empresarial que se viene incubando en el aparato del estado y que pretende convertirse en el sector hegemónico.
Horas más tarde, las pocas dudas sobre la inocencia de los trabajadores quedaron despejadas, cuando compañeros de labores y dirigentes sindicales denunciaron que los precintos del contenedor habían sido levantados sin cumplir con los requisitos existentes para ello. De ahí en más, los trabajadores entendieron que se trataba de un montaje, pirata por cierto, al servicio de intereses ocultos, y que por esas razones no era posible quedarse de brazos cruzados viendo como se ensañaban contra sus trece compañeros de labores.
Martes 28 y miércoles 29
Con el alegato de una supuesta imparcialidad de la justicia, los pre-fabricadores del montaje trajeron a un juez extraño al municipio y a los portuarios, quien, sin tomar en cuenta las irregularidades del operativo de decomiso, consideró que existían méritos suficientes para que los imputados fueran privados de su libertad y trasladados a un penal a 60 kilómetros de distancia.
No era para menos. Es que los autores del montaje necesitaban que el Juez rápidamente colocara kilómetros de por medio entre familiares y compañeros de trabajo, y detenidos, previendo la ola gigante que se avistaba en el horizonte portuario. Se percibía el miedo en la acelerada medida judicial, porque del martes en la mañana al miércoles en la tarde, los ánimos de los trabajadores se fueron caldeando, haciendo que sus reclamos respetuosos del día lunes se fueran transformando en airadas protestas que prefiguraban una detonación mayor. Los operadores del montaje subieron la apuesta y aceleraron el envío de los detenidos a Tucuyito, entre gallos y media noche.
Jueves 30, la ira estalló
Dicen que la dignidad ni se compra ni se vende, y mucho menos se consigue en la bodega de la esquina. Y esa cualidad, propia de las personas honestas y de los que no tienen nada que esconder, floreció y se propagó entre el músculo portuario. A las 6 de la mañana del jueves 30 de julio, los dirigentes sindicales portuarios, acompañados de la mano solidaria de otros curtidos dirigentes sindicales reconocidos por su combatividad, se hicieron presentes en el portón principal y sin mayores esfuerzos concentraron en pocos minutos un grueso número de trabajadores que tomó la decisión de hacerse sentir, como muy pocas veces se ha hecho sentir la clase trabajadora en Puerto Cabello.
La avenida principal de ingreso y salida de Puerto Cabello fue tomada por los portuarios. Los cauchos comenzaron a arder, pero la temperatura a la que ardían los cauchos era menor a la ebullición que tenían muy adentro los portuarios. Tenían la dignidad a flor de piel y estaban dispuestos a hacerla respetar.
Las autoridades militares intentaron disuadir. Pero la decisión ya estaba tomada. Nadie se movería de sus sitios de lucha, si las autoridades judiciales, militares y civiles no se comprometían a regresar a Puerto Cabello a los detenidos que habían sido trasladados al penal de Tocuyito. Luego de intensos forcejeos, vencieron los que más decisión y fuerza tenían: los trabajadores. La Guardia Nacional, con el aval de las autoridades judiciales y administrativas del municipio, accedieron a regresar a los detenidos para recluirlos en el destacamento 25. Así ganaron una extraordinaria batalla los trabajadores protuarios.
Anécdotas políticas de mucha trascendencia
Nadie duda de que Puerto Cabello sigue siendo una plaza en la que el Presidente Chávez goza de un alto nivel simpatía. Los resultados electorales del 27 de noviembre del 2008 y del referendo del pasado 15 de febrero así lo atestiguan. Sin embargo, en el ambiente y de boca en boca, se comenzó a propagar rápidamente que detrás del operativo de descubrimiento del alijo estaban metidas las manos del alto gobierno y así se comenzó a denunciar a través de los medios de comunicación, por parte de familiares y dirigentes sindicales. No podía ser de otra manera, dada la magnitud del montaje y la sensibilidad del tema.
En un reportaje emotivo transmitido por canales de televisión, un trabajador gritó indignado y señaló responsabilidades ante los medios televisivos, algo que muchos estaban pensando pero no se atrevían a decir: ¡El gobierno si quiere puede quedarse con el puerto, puede quedarse con la empresa si así lo desea, puede botarnos a todos nosotros de nuestros puestos de trabajo, pero lo único que le exigimos es que respete la dignidad de nuestros compañeros de trabajo, ellos son inocentes, exigimos justicia y de aquí no nos movemos hasta que los liberen! En pocas palabras, toda una lección de dignidad, pero también una muestra de distanciamiento político.
Luego se presenció algo que hasta hoy era inédito en estos últimos 10 años. En forma espontánea y sin participación de las caracterizadas figuras o aparatos de la oposición golpista, algunos trabajadores empezaron a echar encima de los cauchos en combustión, gorras rojas y franelas rojas, en un hecho muy dramático que refleja las características de esta época conflictiva, en la que los trabajadores en forma autónoma comienzan a marcar distancias con una figura muy apreciada como lo es el Presidente de la República, ya que los trabajadores sienten que el gobierno está actuando en su contra.
Por lo antes narrado puede decirse que las barricadas del jueves, el trancón monumental de más de 5 horas, la quema de símbolos sagrados del gobierno, y sobre todo haber conquistado que los detenidos regresaran a territorio de Puerto Cabello, son hechos constitutivos de una jornada histórica de lucha de los trabajadores, de defensa de la dignidad, que la podemos calificar como un auténtico “porteñazo”, protagonizado por los trabajadores portuarios, contra la sevicia, la maldad y la perversión que se ensañaron contra 13 honestos padres de familia.
El viernes 31 los portuarios fueron por más… hasta la Alcaldía
Pese a al victoria obrera del día anterior, los trabajadores portuarios sabían que sus compañeros aún seguían privados de la libertad y que sobre ellos pende la amenaza de sentencias injustas. Por ello no dudaron en decretar la realización de un paro en la actividad portuario desde las 6 de la mañana. Disciplinadamente, pero también con mucha convicción la masa laboral portuaria acata la decisión mayoritaria de las bases y se dispone a emprender una nueva jornada de lucha. El objetivo era hacerse sentir como factor de peso en la vida portuaria. Que los administradores y propietarios de las empresas que tienen concesiones en los patios del puerto, sintieran que sin el cerebro y el músculo del obrero, los empresarios públicos y privados no son nada. Y así se lo hicieron saber con todo rigor este viernes a partir de las 6 de la mañana, cuando literalmente las actividades se paralizaron.
Pero no era ese todo el objetivo. También necesitaban aclarar cuentas con el Alcalde Lacava. Requerían saber de primera mano cuál era la posición del flamante alcalde socialista y para ello se dirigieron en marcha multitudinaria hasta la sede de su despacho ubicad al frente de la Plaza Bolívar.
Muy pocos se hacían expectativas ya que la inmensa mayoría tenían claridad sobre lo que probablemente expresaría el ciudadano alcalde. Dicho y hecho, resultó lo que todos se imaginaban. En tono grave, la primera autoridad del municipio se dirigió desde su balcón a los familiares y compañeros de trabajo de los imputados para manifestarles que “el sentido común me indica que los acusados no son responsables… pero no tengo autoridad para decidir si ellos son inocentes o culpables… hay que tener confianza en las autoridades que están haciendo las averiguaciones… yo no voy dejar morir a mi pueblo… pero quiero que sepan detrás de estas protestas están fuerzas desestabilizadoras que quieren desprestigiar al alcalde y al Presidente Chávez, bla, bla, bla».
A pesar de su pobre contenido, el discurso del alcalde fue importante, porque le demostró a los agraviados y a sus allegados, que en las oficinas de la alcaldía tapizadas con cartelones que hablan de un alcalde socialista, no hay nada parecido. Que es uno más de los tantos alcaldes que no tienen compromiso ni pasión revolucionaria, y que es profundamente insensible, porque a pesar de decir que su conciencia le indica que los padres de familia no son más que chivos expiatorios, él no hace nada y le pide calma a la población hasta que se termine la investigación. Por “alcaldes socialistas” así es que gana espacios la oposición golpista.
El trasfondo de la película
El sentimiento arraigado de que hay gato encerrado, no es cuento. Y hoy precisamente se hizo público lo que ya todos sabían. Que a partir del próximo lunes se instala una empresa mixta de capital venezolano y cubano para administrar los puertos bolivarianos. El lado venezolano aportará el 60% del capital de la nueva aventura empresarial compartida, equivalente a 1.600 millones de dólares, mientras que los socios cubanos que hacen su debut como exportadores de capitales para explotar en forma capitalista mano de obra venezolana, colocarán un poco más de 1.200 millones de dólares.
Esa es la verdad del asunto. El gobierno además de controlar la administración, quiere tener posesiones de empresas que tienen fuertes vínculos con transnacionales del transporte naviero como Hamburg Sud y tantas otras empresas que le abren el apetito a cualquier aprendiz de explotador capitalista.
Ya en horas de la tarde de este mismo viernes 31 de julio se tuvo conocimiento que la Guardia Nacional estaba ocupando varios patios. Y desde hace varios días se sabe, desde cuando se empezó a destrozar la vieja estructura que administraba el puerto, que los trabajadores también están en la mira. No por casualidad a los empleados del IPAPC les están obligando a renunciar y que acepten a cambio el reintegro con la modalidad de contratos a término fijo de 3 meses con salario mínimo. Peor que las tercerizadoras de la mano de obra, son estos chupasangres que pretenden instalarse al frente de la administración del puerto. Para colmo, el Estado venezolano perderá la absoluta soberanía y control del puerto, ya que a partir del lunes, también los cubanos serán propietarios en una proporción del 40%. Afortunadamente estas cosa no las ha tenido que soportar el legendario guerrillero revolucionario socialista “Che” Guevara.
Amanecerá y veremos, dicen los trabajadores. Ese es el desafío planteado para los próximos días.