10 noviembre, 2024

Bolivia: sin opción electoral por la Agenda de Octubre

El cierre de las candidaturas para las elecciones nacionales de diciembre muestra a una derecha encabezada por sus peores monstruos.

El cierre de las candidaturas para las elecciones nacionales de diciembre muestra a una derecha encabezada por sus peores monstruos. Que Manfred Reyes Villa y Leopoldo Fernández, ambos comprometidos con el racismo y la masacre de campesinos, además de su pasado junto al gonismo, sean los candidatos supuestamente con más expectativa de votos de la derecha (aunque muy lejos de los candidatos del MAS), pone en evidencia no solamente que la derecha no tiene chance ninguna de ganar las elecciones, sino que no puede exponer ni candidatos ni programas que entusiasmen a sectores populares. Contentándose con consolidar su base electoral de clase media urbana confundida o directamente racista.

El otro candidato de la derecha, Samuel Doria Medina se dice de “centroizquierda igual que Lula”. Trata de ocultar que fue actor principal del proceso de privatizaciones neoliberal, primero con el MIR y luego aliado del general Banzer. Que fue ministro de economía y salió multimillonario, ahora principal empresario cementero, explotador de obreros.

Ningún trabajador, del la ciudad o el campo, y cualquiera que sea su nivel de crítica al gobierno de Evo Morales, puede engañarse con estos candidatos proimperialistas y antipopulares. El proceso revolucionario que vivió el pueblo boliviano que culminó en el 2003 y 2005, condenó a estos partidos de la derecha, MNR, MIR, ADN al basurero de la historia. Aunque se disfracen, y se cambien de nombre o sigla, nadie que viva de su trabajo honesto, debe dejarse engañar por los candidatos de la derecha.

El frente de izquierda, para formar el cual hubo diversas iniciativas, no llegó a conformarse. Primero por la falta de un programa claro, por la agenda de octubre, de dirigentes que pretenden colocarse a la izquierda del MAS, el más importante de ellos Román Loayza. En segundo lugar por la antidemocrática ley electoral, pactada entre el MAS y la derecha, que hace casi imposible para una alternativa obrera y popular legalizar un partido nacional. El antecedente más evidente es que el propio MAS, siendo ya un partido de masas, no lo pudo hacer y tuvo que comprar su sigla.

Así las cosas queda el MAS como casi imbatible. La agencia yanqui Gallup le dio el 57,7 % de intención de voto.

Esto pese a que han surgido muchas voces de descontento entre los sectores populares. El debate en la FEJUVE y otras organizaciones de El Alto muestra que aún ahí, adonde el MAS ganó pasadas elecciones con más del 80%, y que el centro de la insurrección popular contra el neoliberalismo, se cuestiona al gobierno con un argumento de fondo: que no se cumplió el programa levantado por el pueblo en la insurrección del 2003. Que las nacionalizaciones, la expulsión de las multinacionales y la industrialización, quedaron en promesas.

Evo mantiene de palabra un discurso antiimperialista respecto a Estados Unidos. Pero mantiene excelentes relaciones con Lula, Brasil y sus multinacionales, con España, Zapatero, su rey y Repsol. Y es así porque siguen sacando enormes beneficios en Bolivia. Petrobrás, Repsol y otras multinacionales han recibido indemnizaciones por encima de su valor de la parte que fue comprada por el Estado y recibieron nuevos contratos, ahora resguardados por la Constitución.

Evo en España no solo dijo que lo ocurrido con la colonización española de América ya había quedado atrás y estaba “superado”, sino que dio plenas garantías a Repsol y otras empresas españolas para que sigan llevándose el gas de Bolivia.

La minería privada tradicional casi no fue tocada en sus intereses básicos, controla la mayor parte de la minería, recibió nuevas concesiones como Mutum y Corocoro y sigue sacando minerales como lo hizo históricamente, pagando menos del 5% de impuestos.

El latifundio y los contratos petroleros quedaron consolidados en la Constitución como derechos adquiridos.

El resultado perceptible para el pueblo es que no se han creado más empleos, que la desocupación y el trabajo precario siguen siendo males básicos de Bolivia, también la miseria de sectores campesinos y urbanos, que el salario se deterioró ante el precio de los alimentos.

Esta es la realidad de los hechos. El segundo mandato del Evo Morales, ya con mucho menos presión del proceso revolucionario obrero y popular con el que inició su primer mandato, será más abiertamente a favor de las multinacionales y al acuerdo con los oligarcas de la Media Luna. El gobierno se apresta a entregar ahora la explotación de litio a multinacionales, lo que se reafirmó en la visita de Evo Morales a España.

Pese a esto, la mayoría obrera y campesina del país tiene esperanzas de que “ahora si” se produzcan los cambios que solucionen las carencias populares. La falta de una alternativa de izquierda contribuye obviamente a esto. Muchos de los que han estado al frente de las luchas sociales en la ciudad y el campo en los últimos años comparten honestamente esta ilusión. No nos referimos a los “busca pegas” que, por supuesto, también los hay, y que siempre son propensos a apoyar al que va a ganar.

Pero la realidad, que no debe ocultarse, es que no hay alternativa electoral que defienda la Agenda de Octubre, las nacionalizaciones, expulsión de las multinacionales, industrialización, revolución agraria.

Hay por cierto movimientos y personas que siguen peleando por esta perspectiva de la Agenda de Octubre. Entre ellas hay que mencionar al “Movimiento por una verdadera nacionalización” protagonizado por el pueblo de Camiri, con apoyo de sectores populares de El Alto y mineros de Huanuni. Esta lucha, junto a la defensa del salario, de pensiones dignas para todos, de trabajo, contra los despidos, sigue siendo una necesidad, más aguda ahora en medio de la crisis mundial, cuando se redobla el apetito imperialista por saquearnos.

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