Carta abierta en apoyo al sindicato de Mitsubishi, por el reenganche de sus directivos despedidos y el respeto a la libertad sindical
Primero que nada quiero expresar mi solidaridad con el sindicato Singetram y con todos los trabajadores de MMC, ante la brutal medida tomada por el Mintrass de admitir una calificación de despido a todas luces ilegal y que demuestra que los patronos explotadores de esta transnacional quieren aterrorizar a los trabajadores para que desistan de sus justas exigencias de que sea respetado el contrato colectivo y las condiciones de seguridad industrial.
Primero que nada quiero expresar mi solidaridad con el sindicato Singetram y con todos los trabajadores de MMC, ante la brutal medida tomada por el Mintrass de admitir una calificación de despido a todas luces ilegal y que demuestra que los patronos explotadores de esta transnacional quieren aterrorizar a los trabajadores para que desistan de sus justas exigencias de que sea respetado el contrato colectivo y las condiciones de seguridad industrial.
De tal manera que sumo mi firma a la campaña que Singetram adelanta contra el despido de los compañeros. Considero que más allá de las diferencias políticas que existen, lo cierto es que nosotros defendemos el método de lucha adoptado por Singetram, pues sólo con la movilización y la huelga podemos avanzar y hacernos respetar como clase. Ese ha sido el gran mérito de los trabajadores de MMC, y por eso es que la burguesía y la burocracia estatal se han aliado para destruirlos. Primero utilizando la represión directa de la policía del estado Anzoátegui, lo cual significó en enero de este año dos abominables asesinatos de trabajadores a cargo de este cuerpo represivo a cargo del gobernador Tarek William Saab. No conformes con este crimen, el Secretario de Gobierno de Anzoátegui intentó criminalizar a los trabajadores y culparlos por los hechos de violencia, y hasta el propio Presidente Chávez contribuyó a enturbiar este horrible crimen de la policía, al decir que los trabajadores a veces protestábamos armados, y que eso podía dar lugar a hechos como los ocurridos en Barcelona.
Luego la ministra del Trabajo, María Cristina Iglesias, chantajeó a los trabajadores durante las negociaciones con la patronal en marzo, llegando a amenazar con ilegalizar la huelga y usar la Guardia Nacional para desalojar la empresa si no se llegaba a un acuerdo en términos favorables a la transnacional. Toda una aberración, que se hace más grave cuando la comete un gobierno que engaña a los trabajadores diciendo ser obrerista e incluso socialista. Recordemos que poco después de esta acción pro patronal del gobierno nacional, el Presidente Chávez viajó a Japón, precisamente a negociar con las transnacionales la entrega de concesiones para la explotación de nuestros hidrocarburos, y no por casualidad entre las multinacionales beneficiadas se encontraba precisamente la Mitsubishi.
Luchemos juntos por desenmascarar a los enemigos de los trabajadores
Las calificaciones de despido avaladas por el Ministerio del Trabajo, ponen de manifiesto la estrecha alianza entre el gobierno y el capital transnacional que hace estragos en la clase obrera. Por haber luchado contra una poderosa transnacional, el gobierno intenta criminalizar a un sindicato honesto y combativo, violentando sus derechos y las garantías mínimas que exige el ejercicio de la libertad sindical, entre las cuales está el respeto al fuero sindical.
Aquí es donde llamamos a los compañeros de la Mitsubishi y en general al movimiento obrero venezolano a que realicemos un balance honesto y profundo acerca de las causas y el desarrollo del conflicto en la multinacional Mitsubishi, y sobre todo que nos permita identificar quiénes son los enemigos de los trabajadores y cómo combatirlos, ya que no podemos seguir consintiendo que semejante política anti-obrera implementada por el gobierno trate de ser encubierta por organizaciones políticas que se jactan de ser revolucionarias, pero que en cada acción que desarrollan ponen en evidencia su carácter oportunista y sumiso ante los intereses de la burocracia y los sectores burgues aliados al gobierno. Para esta emergente «boliburguesía», las organizaciones oportunistas y que claudican al nacionalismo burgués son el forro rojo que utiliza para presentar su política ante los trabajadores, situación que contradice la trayectoria del marxismo revolucionario y en particular del trotskismo.
Estos charlatanes del marxismo han producido tal confusión entre los trabajadores en su desesperado intento para que los trabajadores sigan sumisos al gobierno y la boli-burguesía, que han llevado al compañero Felix Martínez, por quien siento gran admiración y respeto por su carácter combativo y clasista, a escribir y distribuir un documento en el que asevera que no está a favor de que se expropie a MMC Automotriz (Mitsubishi, Hyundai y Fuso) supuestamente porque eso perjudicaría las buenas relaciones bilaterales con Japón y Corea.
Sin duda se puede ver en esas líneas la influencia de los filibusteros del marxismo, que prefieren arrodillarse ante el gran capital nipón con tal de no denunciar al gobierno por su ataque alevoso contra los trabajadores a través del Ministerio del Trabajo. La falacia del discurso que ha venido manejando la CMR en torno al “control obrero” desde su desembarco en tierra venezolana, nuevamente ha quedado al descubierto. Esa corriente pro-chavista que se disfraza de trotskista se arrodilló ante el gobierno cuando los trabajadores combativos de Invepal se dispusieron a enfrentar a la burocracia pro-capitalista que el gobierno les impuso en la administración en esa empresa. Fue esa misma corriente política la que aceptó que los trabajadores en las empresas expropiadas o nacionalizadas no mantuvieran o construyeran sus organizaciones sindicales. Más adelante, en el caso del conflicto en Sanitarios Maracay terminaron reclamando que no se criticara al ministro José Ramón Rivero y pidiendo «unidad» con el sindicalismo paralelo; aun hoy siguen con su cacareo vacío sobre el “control obrero”, pero cuando se trata de una multinacional japonesa que tiene buenas relaciones con el gobierno del Presidente Chávez, prefieren “renunciar” a la política de expropiación con tal de quedar bien y servir a un gobierno que sólo busca adormecer la lucha y combatividad de la clase trabajadora, para pisotear la autonomía del movimiento sindical y liquidar la independencia política de los trabajadores.
Se hace necesario que los trabajadores rompan organizativa y políticamente con estos estafadores del marxismo, que no han encontrado mejor defensa que salir a decir que ellos han cumplido con todas las orientaciones políticas y organizativas impuestas por la cúpula del PSUV, como si con esas declaraciones fueran a cambiar el carácter de clase y la visión que de la lucha por el socialismo tiene la conducción política del PSUV. No, así no es como se lucha contra una dirección burguesa, burocrática, y antiobrera. La experiencia demuestra que esa obediencia y fidelidad a la burocracia gubernamental no ha brindado ningún fruto para las luchas de los trabajadores.
Hay que confrontar en forma práctica a estos falsos dirigentes que se pavonean y cada vez que hablan citan a Marx, Lenin y Trotsky, y que a cada paso quieren convencer a los trabajadores de que efectivamente el gobierno del Presidente Chávez es revolucionario, obrerista, y que está a favor de la expropiación y el control obrero, cuando la práctica diaria demuestra todo lo contrario, tal y como lo atestiguan los obreros de Invepal, Inveval, Vivex, Rialca, Sanitarios Maracay, centrales azucareros, los trabajadores de las empresas cementeras y Sidor, sólo para mencionar los casos más emblemáticos.
Este gobierno ni es obrerista ni está a favor de la expropiación y el control obrero
La corriente de El Militante se lanzó en una campaña planteando que Mitsubishi se convertiría luego de la huelga en una empresa socialista, incluso sacaron un logotipo en el que usan esa consigna: «Mitsubishi socialista». La experiencia demostró que al gobierno no le interesaba tener una fábrica automotriz socialista, es decir bajo control obrero, que atendiera a las necesidades nacionales. Ni siquiera estaba a favor de que se respetaran los derechos de los trabajadores de Mitsubishi. Al contrario, a los cuerpos represivos a las órdenes de Tarek W. Saab no les tembló el pulso a la hora de asesinar a dos trabajadores, con tal y quebrar la huelga, y luego a la ministra Iglesias no le avergonzó comportarse como una vulgar agente de la patronal para forzar un acuerdo entre el sindicato y la empresa.
Para encubrir este error de haber depositado confianza en un gobierno aliado de la patronal, Alan Woods recurrió a la mentira de decir que en los cuerpos policiales que asesinaron a los trabajadores había fascistas infiltrados, a las órdenes de la derecha. La verdad es que se trató de una acción represiva ejecutada por policías al mando de un gobernador del PSUV, quienes en este momento están siendo enjuiciados sin que haya salido a la luz ninguna evidencia acerca de la actuación de algún grupo de infiltrados, ni tampoco esto ha sido denunciado por los propios trabajadores de MMC. Todo el mundo sabe que se trató de una acción represiva del aparato estatal.
Luego el máximo dirigente de la CMR, para no perjudicar su interesada relación con la burocracia estatal, elogió al gobernador y a su secretario de gobierno, el mismo funcionario que había justificado la represión, diciendo que Tarek W. Saab era muy revolucionario por haber destituído de la policía a unos asesinos de trabajadores, obviando la responsabilidad política del PSUV y las autoridades regionales en la represión.
Durante mucho tiempo, estos estafadores han culpado a la clase obrera por supuestamente no estar a la altura de las directrices del presidente Chávez, quien supuestamente está ansioso esperando que los trabajadores tomemos las fábricas para inmediatamente nacionalizarlas y pasarlas a control obrero. La realidad en las empresas tomadas y en conflicto ha sido otra, completamente distinta. El caso más emblemático es el de Sanitarios Maracay, en el que el gobierno usó los cuerpos represivos y la burocracia sindical para liquidar el control obrero y entregarle la fábrica a sus dueños adecos. En el caso de Sanitarios Maracay, para no dañar su relación privilegiada con el gobierno, Alan Woods decidió culpar a los trabajadores de Sanitarios Maracay, diciendo que la burocracia era muy sensible y había castigado a los trabajadores por haber criticado al ministro José Ramón Rivero; esto fue lo que, según su estrafalaria tesis, originó la política anti-obrera del gobierno frente al control obrero en esa fábrica. Lo trágico es que hay gente que cree que este charlatán ideológico pueda ser marxista, cuando sus análisis no tienen la menor seriedad, y la mayor parte de las veces sólo buscan lavarle la imagen a funcionarios enemigos de la clase obrera como Tarek W. Saab, María Cristina Iglesias, o José Ramón Rivero, el peor ministro del Trabajo de la historia de nuestro país. Hay que recordar que el nombramiento de Rivero fue aplaudido por Woods, porque supuestamente iba a ser un ministro «trotskista».
Y algo tan grave como el comportamiento que ya hemos descrito, es la maniobra de la corriente de Alan Woods de llevar al heroico sindicato Singetram a deponer sus banderas políticas, al estilo estalinista, y desmentir que su intención haya sido obstaculizar las excelentes relaciones que el gobierno de Chávez mantiene con las transnacionales japonesas, añadiendo que el sindicato nunca ha querido la nacionalización de MMC, ni ha querido ahuyentar las inversiones capitalistas en nuestro país. Gente como Alan Woods es capaz de todo con tal y no perder los privilegios y los recursos que sacan de su relación con el gobierno venezolano, y al fin y al cabo no tienen casi nada que perder, mientras que los trabajadores pagan los platos rotos de sus erráticas orientaciones.
Hoy más que nunca, los revolucionarios organizados en CCURA y en el partido Unidad Socialista de Izquierda, reivindicamos la expropiación revolucionaria de toda la burguesía y el control obrero de toda la industria, y proclamamos nuestro compromiso con liquidar la explotación del hombre por el hombre. Para construir el socialismo revolucionario, debemos deslastrarnos de toda hipoteca de nuestra independencia política en favor de partidos burgueses como el PSUV, así como las orientaciones estratégicas de colaboración de clases. No podemos confiar en ningún gobierno o partido burgués, sólo en nuestras propias fuerzas como clase.
Con este mensaje me despido,
Orlando Chirino