Chile: Bachelet niega emergencia humanitaria pero envía miles de militares a reprimir a los damnificados
La presidenta chilena, Michelle Bachelet, negó que hubiera desabastecimiento en luego del terrible terremoto que azotó al país suramericano, pero envió a miles de soldados en tareas represivas para castigar a miles de damnificados desesperados ante la ausencia de provisiones básicas. El terremoto de magnitud 8,8 derrumbó el sábado casas y edificios en la zona centro y sur del país, y los tsunamis que lo siguieron arrasaron con localidades costeras.
La presidenta chilena, Michelle Bachelet, negó que hubiera desabastecimiento en luego del terrible terremoto que azotó al país suramericano, pero envió a miles de soldados en tareas represivas para castigar a miles de damnificados desesperados ante la ausencia de provisiones básicas. El terremoto de magnitud 8,8 derrumbó el sábado casas y edificios en la zona centro y sur del país, y los tsunamis que lo siguieron arrasaron con localidades costeras.
«Aquí no hay desabastecimiento», afirmó Bachelet en una declaración desde el palacio presidencial de La Moneda.
«Hay suficientes alimentos, por lo tanto hay que tener tranquilidad (…) lo mismo con combustibles», agregó la presidenta, que en todo momento ha intentado minimizar la magnitud de la devastación.
Bachelet envió 14.000 soldados para restablecer el control en la zona más afectada por el sismo, luego de que en Concepción, la segunda ciudad más importante del país y una de las más dañadas, las multitudes desesperadas ante la falta de provisiones saquearon supermercados y comercios.
En Santiago, a unos 500 kilómetros al norte del epicentro, miles de personas han abarrotado supermercados y gasolineras desde el terremoto.
Primero los militares, después la comida
Por primera vez, el gobierno inició el miércoles la distribución de raciones de comida a los desesperados sobrevivientes del terremoto del sábado en Concepción, ciudad que permanece bajo control militar y en donde dos potentes réplicas hicieron cundir el pánico.
Unos 150 camiones militares entraron en la mañana del miércoles a la ciudad con la primera gran carga de alimentos que fue depositada en un supermercado saqueado el domingo, donde grupos de soldados y voluntarios preparaban las bolsas plásticas con los productos para su entrega a los habitantes.
Unas horas después, dos potentes réplicas, incluida las más fuertes registradas desde el domingo, de magnitud 5,9 y 6, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, desencadenaron el pánico debido a que ocurrieron a solo seis segundos de diferencia y en Concepción la población corrió hacia las colinas. Los bomberos avisaron con altoparlantes que los sismos no generaron peligro de un tsunami en esta ciudad cerca de la costa.
Ante la incompetencia y la mala fe oficial, solidaridad de clase
Mientras llegaban las raciones a Concepción, las mujeres instalaron grandes ollas para cocinar alimentos calientes en algunos barrios, con comida que consiguieron entre todos.
El almuerzo comunitario era la primera comida del día después de una larga noche de reclusión en sus casas, las que estaban en pie, o en carpas. El toque de queda de 18 horas concluyó al mediodía en esta ciudad situada a unos 500 kilómetros al sur de la capital chilena.
Los vecinos cuidaron sus viviendas durante la noche organizados en grupos con silbatos para comunicarse cuando sospechaban de la llegada de ladrones.
Prácticamente en cada esquina de Concepción había soldados vigilantes para hacer cumplir el toque de queda e interrogaban a personas que transitaban en los puestos de registro instalados cada pocas cuadras en el centro de la ciudad.
También en la región del Maule, contigua a Concepción, los policías abrieron cuatro puestos para entregar 17.000 raciones de comidas.
El terremoto de magnitud 8,8 ocurrido el sábado en la madrugada es uno de los más poderosos de los que se tiene registro y aparte de la destrucción que provocó en el centro del país, numerosas poblaciones costeras, habitadas principalmente por pescadores, fueron arrasadas después por un tsunami, del cual no se dio ninguna alerta a la población.
El jefe de la Armada, almirante Edmundo González, admitió que el servicio oceanográfico no alertó claramente a la presidenta Michelle Bachelet de la inminencia del tsunami posterior al terremoto que dejó 802 muertos. Bachelet evitó criticar a los militares y afirmó que ahora «lo que hay que hacer es sacar todos juntos este país adelante».
Mientras que se desplegaban miles de militares por todo el país para labores represivas y no humanitarias, los 50.000 habitantes de Lota, a unos 40 kilómetros de Concepción, estaban sin agua y escaseaban los alimentos.
Se vieron varios campamentos con carpas pequeñas instaladas por los vecinos que se organizaron incluso para distribuir raciones alimenticias obtenidas entre la comunidad, ante el abandono oficial.
El desastre humanitario se desborda
El toque de queda y la intervención de los militares no fueron suficientes para calmar las olas de saqueos que están viviendo las regiones chilenas del Maule y Bío Bío, las más afectadas por el terremoto.
Debido al vandalismo, el toque se ampliará en esas regiones desde las 20.00 horas hasta las 12.00 del mediodía, según informó ayer el Ministro de Defensa, Francisco Vidal. Hasta ahora, el toque de queda se había aplicado entre las 21.00 horas y las 6.00 de la mañana.
La medida obliga a la gente a permanecer en sus casas, lo que para muchos, debido a las continuas réplicas, resulta una experiencia aterradora.
El saldo oficial de víctimas del terremoto es de 723 muertos y 19 desaparecidos. La familia del joven catalán Miguel Marín, de 29 años y vecino de Alella (Barcelona), aseguró ayer que este se encuentra entre los fallecidos.
Santiago no está bajo toque de queda debido a que la situación está más controlada que en el sur. No obstante, el domingo por la noche, la capital también sufrió saqueos en las barriadas populares de Lampa, Quilicura y la comuna de clase media de Maipú. En las zonas populares se ha cortado el servicio eléctrico y de agua.