¿Cohete ideológico o depreciación del patrimonio venezolano?
El pasado 18 de abril se inauguró el Monumento al Bicentenario en el corazón mismo del centro
de Caracas: una gran columna metálica que minimiza los bienes culturales del sector y restringe
El pasado 18 de abril se inauguró el Monumento al Bicentenario en el corazón mismo del centro
de Caracas: una gran columna metálica que minimiza los bienes culturales del sector y restringe
posibilidades reales de la interpretación de su valor simbólico e histórico.
Para los especialistas en patrimonio que hemos participado en estudios multidisciplinares que
han delineado las hipótesis sobre nuestra ciudad, aún contenidas en fragmentos de vida
cotidiana regados en este espacio, esta construcción, contrariamente a lo difundido por el IPC
supone, tanto el riesgo de perder las evidencias de esta historia material como la tergiversación
de los usos tradicionales asociados a este espacio y que aún se palpan en el aire.
La construcción del “Cohete Ideológico” implicó una inversión millonaria, que serviría para
fortalecer trabajos valiosos que han quedado truncados por el crónico glaucoma político que
padecemos desde hace décadas y que paulatinamente se ha ido entronizando. El patrimonio no
es solo un problema técnico, frío y abstracto. Reducirlo a esto, es condenarlo a su exterminio y
con ello se condena a la sociedad a la ignominia y anonimato. Esta última preocupación me
conecta a informaciones recientes donde se divulga que el centro de Caracas está siendo
diagnosticado por una comisión de expertos cubanos de la oficina del historiador de La Habana.
El historiador de La Habana es una institución incuestionable internacionalmente. Pero, ni
siquiera toda su trayectoria logrará sintetizar en el corto plazo la visión de la multidimensión
histórica de esas décadas de estudios, que se han quedado en el fondo de las gavetas de
cualquier burócrata de la cuarta o de la quinta república, y que nunca tuvieron recursos para
concretarse. Muchos sueños, oportunidades y personas perdidas, en esta trampa ideológica en
la que cayó el país.
Antes, estábamos condenados a la predominancia de las intervenciones estilísticas y maniqueas
de la arquitectura vs. el patrimonio. Ahora, estamos condenados al enceguecimiento, que solo
ha logrado hacer prosperar nuevas intervenciones estilísticas y maniqueas en el territorio de una
pugna absurda.
El centro histórico de Caracas tiene demasiados pasivos patrimoniales que han olvidado en el
medio de la calle los políticos indolentes, los técnicos abstraídos del proceso historiográfico de la
ciudad, que han cometido el pecado de interpretar, desde sus prejuicios, una herencia cultural
de todo un pueblo.
Me pregunto si los niveles de inconsciencia colectiva han llegado al punto que, embelesados por
los cantos de sirena de la revolución, nos dejamos seducir por la clásica metáfora de los
espejitos, y reiteramos nuestro autoengaño histórico, recurrente y persistente, que un extranjero
puede hacer más por nosotros que nosotros mismos.
*Melin Nava (melin.nava@gmail.com)
Dra. Arquitecta, profesora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. Especialista en Patrimonio Cultural