Colombia: 20 mil indígenas llegan a Bogotá

La movilización que llegó este fin de semana a la capital colombiana, y a la cual se han unido otros sectores sociales, reclama por temas gruesos, difíciles de resolver.

La movilización que llegó este fin de semana a la capital colombiana, y a la cual se han unido otros sectores sociales, reclama por temas gruesos, difíciles de resolver.

En primer lugar, los indígenas rechazan los tratados de libre comercio con Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, se oponen a la política de seguridad democrática -el programa bandera de Uribe- y piden que se deroguen las normas que, según ellos, los despojan de sus tierras.

Además, la minga, como se conoce la movilización indígena que recorrió más de 400 kilómetros desde la sureña ciudad de Cali, le exige al gobierno que cumpla con anteriores acuerdos y quiere que se establezcan mecanismos, «de modo que podamos elaborar y hacer realidad nuestra Agenda».

Las pretensiones pueden despertar simpatía, pero ¿son alcanzables? BBC Mundo se lo preguntó a la indígena kankuama Ana Manuela Ochoa, asesora jurídica de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, y al ex ministro, ex congresista y ex constituyente Jaime Castro.

«Ganamos reconocimiento»

«Nosotros sentimos que hemos ganado identidad y reconocimiento del resto del país», añade y explica que ellos saben que las minga «es un proceso que no se va a acabar en poco tiempo».

La abogada reconoce que no es fácil conseguir ninguna de las peticiones, pero dice que la presión continuará.

Jaime Castro, un veterano dirigente político que fue alcalde de Bogotá, le comenta a BBC Mundo que las peticiones de los indígenas se inscriben «en la izquierda de Evo Morales y Hugo Chávez».

Eso, naturalmente, choca con las ideas del presidente Álvaro Uribe, si se tiene en cuenta que los indígenas se han convertido en una nueva oposición a su gobierno.
Según Castro, «la batalla de fondo contra el Tratado de Libre Comercio, TLC, está perdida». Sin embargo, no descarta que en Estados Unidos se le introduzcan al texto cláusulas a favor de los indígenas.

«Por ejemplo, yo creo que bajo una mayoría de los demócratas en Estados Unidos no es improbable que en el Congreso de ese país (que debe aprobar el TLC con Colombia) se consiga introducir una cláusula que favorezca a las comunidades indígenas frente a explotaciones de recursos naturales en sus territorios», añade.

Respecto al tema de tierras, Ana Manuela Ochoa expresa que las organizaciones indígenas confían en que la Corte Constitucional de Colombia derogue una ley que, según los nativos, favorece el despojo de sus tierras por parte de terceros que las ocupen.

Falta la reforma agraria

Jaime Castro estima que Colombia tiene una deuda con los indígenas en materia de tierras y dice que eso se debe a la falta de una «verdadera reforma agraria».

Pero el ex ministro no cree que, a pesar de las promesas del gobierno en materia de tierras a los indígenas, estos logren avances significativos en ese frente.

Otro punto sensible es la seguridad. Los indígenas piden protección para sus vidas y castigo para los asesinos de sus dirigentes, pero, al mismo tiempo, se oponen frontalmente a la política de seguridad democrática, iniciada por Uribe en 2002.

Castro y Ochoa coinciden en ese punto. El ex ministro dice que el actual gobierno no va a ceder y la asesora jurídica de los indígenas estima que en lo que resta del gobierno de Uribe no habrá cambios significativos.

Así las cosas, y aunque este sábado habrá una reunión formal de los indígenas con representantes del gobierno, no es muy factible que las peticiones de los nativos se concreten en el corto plazo.

Indígenas: la nueva oposición

Los indígenas no sólo están movilizando a miles de personas en Colombia, sino que se están convirtiendo en la principal y más visible fuerza de la oposición de este país.

Entre otras cosas, los indígenas exigen más y mejores tierras, se oponen al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y protestan por 1.500 asesinatos y por el desplazamiento forzado de más de 50.000 personas de sus comunidades por el conflicto armado.

Luego de una marcha que congregó a unas 40.000 personas, ahora los indígenas del sur del país han iniciado una nueva movilización hacia Bogotá, donde esperan hacer una gran reunión con otros sectores sociales.

Tras la última marcha, que duró casi tres semanas, hubo un tenso encuentro entre el presidente Álvaro Uribe y los líderes de la movilización indígena.

La cita fue en La María, conocido resguardo del departamento del Cauca, donde el mantenimiento del orden corrió por cuenta de la guardia indígena.

A pesar de las posiciones encontradas, el diálogo transcurrió sin inconvenientes.

Y eso contrasta con los enfrentamientos y hechos de violencia aún no aclarados que ocurrieron durante la marcha, en los cuales murieron tres indígenas y un policía fue mutilado.

«Correa de transmisión»

Uno de los reclamos de los indígenas es que los dejen de matar.

«Los indígenas se han convertido en una especie de correa de transmisión de los movimientos sociales en Colombia», considera el antropólogo Darío Fajardo, quien dialogó con BBC Mundo.

Eso llama mucho la atención en Colombia, donde las organizaciones sociales han sido menos fuertes que en otros países de América Latina y donde las movilizaciones públicas no son muy frecuentes ni muy prolongadas.

El abogado Luis Carlos Osorio, quien hasta hace poco dirigió la fundación Hemera, que trabaja en asuntos étnicos, le precisa a BBC Mundo que los indígenas «no son un movimiento social».

«Ellos son un pueblo, tienen sentido de pertenencia y una sólida organización. Ser indígena está asociado a un cabildo, a un territorio, a una cultura», explica.

Eso también lo rescata Daniel Piñacué, uno de los líderes de la movilización indígena, en conversación con BBC Mundo.

Piñacué, un indígena Nasa, del departamento del Cauca, subraya el «legado de organización y vida comunitaria» de los pueblos nativos.

«Esta capacidad de convocatoria y de organización seguirá existiendo», dice y anticipa que la nueva marcha quiere superar a la anterior. 40 años de organización

Una voz que cada vez es más fuerte

Detrás de esa capacidad de convocatoria y movilización hay una larga historia que comenzó a tomar cuerpo hace casi cuatro décadas, cuando surgió el poderoso Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC.

«En los años ’70 el movimiento indígena también logró hacer alianzas con las organizaciones campesinas», señala Fajardo, quien conoció de cerca el surgimiento del CRIC.

Poco a poco, los indígenas fueron tomando distancia de los partidos tradicionales, el Liberal y Conservador, se acercaron a expresiones de izquierda y se unieron para defender derechos, como su territorio.

Sin embargo, eso ha implicado fuertes roces con las guerrillas que operan en sus territorios y que muchas veces han reclutado combatientes entre los indígenas.

Años más tarde, la Constitución de 1991 les reconoció expresamente varios derechos a los pueblos indígenas de Colombia. Entonces ya existía una organización indígena nacional, ya tenían movimientos políticos propios y los nativos colombianos se habían conectado con sus pares de Ecuador y Bolivia.

Sin embargo, Luis Carlos Osorio señala que muchos de los derechos consagrados por la Constitución se han quedado «en el papel» y ahí radica el malestar indígena.

Ese malestar cada vez está llamando más la atención en un país, donde el presidente Álvaro Uribe goza de un gran respaldo en las encuestas de opinión, después de seis años en el poder.

Mientras el gobierno nacional es transitorio, ellos son capaces de organizarse y plantear un proyecto político de largo plazo

La profesora Elisabeth Ungar se declara sorprendida. Ella es la directora del proyecto Congreso Visible de la Universidad de los Andes, una iniciativa que intenta crear más conciencia sobre las responsabilidades de los partidos y los congresistas.

«No es sólo la capacidad de organización de los indígenas, sino la claridad sobre objetivos que tienen», le dice Ungar a BBC Mundo.

Ungar destaca las temporalidades distintas que manejan los indígenas. «Mientras el gobierno nacional es transitorio, ellos son capaces de organizarse y plantear un proyecto político de largo plazo», explica.

Por eso, los indígenas se han convertido en un referente que la oposición colombiana y los políticos de este país empiezan a mirarlos con otros ojos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *