13 junio, 2025

Comprender el 26 S: una mirada en diez puntos

Al bravo pueblo, que seguirá lanzando sus yugos

Lo bueno, decía un maestro, se dice bien en pocas palabras. Por eso, al compartir algunas ideas respecto a los desafíos de las venideras elecciones parlamentarias venezolanas, elijo este método didáctico de enumerar diez puntos para la reflexión, el debate y la toma de partido sobre el proceso histórico de 1999-2010, de cara a las ya históricas jornadas del 26S.

Al bravo pueblo, que seguirá lanzando sus yugos

Lo bueno, decía un maestro, se dice bien en pocas palabras. Por eso, al compartir algunas ideas respecto a los desafíos de las venideras elecciones parlamentarias venezolanas, elijo este método didáctico de enumerar diez puntos para la reflexión, el debate y la toma de partido sobre el proceso histórico de 1999-2010, de cara a las ya históricas jornadas del 26S.

1. La 4ta República estaba herida de muerte….por ello el proceso iniciado en 1999 debe interpretarse como una respuesta ciudadana a la acumulación sostenida de déficits democráticos (decrepitud de élites partidistas, vaciamiento programáticos, corrupción política, encumbramiento de la antipolítica) y a los impactos del modelo neoliberal, insuficientemente mediatizados por las políticas sociales (y clientelares) de la 4ta República. El voto mayoritario de los pobres por Chávez en 1998 (jamás repetido en su coherencia clasista en los procesos electorales subsiguientes) así lo refrendó y negarlo hoy, en el discurso y las propuestas políticas opositoras, no sólo resulta un acto reaccionario sino además suicida para aquellos que lo sostengan. Sin embargo la cultura política de derechos y la existencia de actores (societales e institucionales) garantes constituyen un legado positivo del viejo orden y un valladar contra derivas antidemocráticas, que cala hondo en la población venezolana.

2. El proceso iniciado en 1999 significó un cambio ineludible y globalmente positivo. El proyecto político cristalizado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es coherente con lo que algunos autores han llamado proyecto democrático participativo opuesto simultáneamente a la agenda neoliberal y a las propuestas autoritarias de cualquier signo ideológico. Se trata de un programa de izquierda democrático, pluralista, participativo y ciudadanizador, que detuvo el desenfreno neoliberal, apostó por un modelo de ampliación, corresponsabilidad y cogestión de lo público de la mano de un estado proactivo y una sociedad civil autónoma, con una fuerte presencia de movimientos urbanos populares e identidades marginadas: mestizos, indígenas, mujeres. Su marco normativo, realización institucional y promesas emancipadoras deben ser preservados y mejorados.

3. Venezuela ha cambiado…la unión del impacto simbólico de dicho proyecto, sus logros concretos en materia social y las mutaciones sociológicas y demográficas (nuevas demandas e imaginarios, nuevas generaciones, partidos y líderes -procedentes de sectores medios y populares- de diverso sesgo político) dan como resultado una Venezuela distinta, diferente a la de 1998. Ese nuevo país no puede, merece ni desea regresar a los tiempos del esquema burocrático-populista de conciliación de elites, sustentado en un modelo rentista insostenible (en lo económico y ambiental), el mismo que paradójicamente se perpetúa detrás de la retórica neodesarrollista del actual gobierno. Tampoco puede abandonar el resultado de las luchas sociales de décadas pasadas y las conquistas jurídicas y políticas incluyentes de 1999.

4. La realidad emergente es más rica que los clichés, y ya no es sostenible una lectura que codifique las opciones políticas disponibles en un polo golpista enfrentado a otro chavista: no se trata de “votar por Bush o por Chávez”. En medio de los extremos existen nuevos actores políticos, que recuperan y actualizan el legado democrático venezolano, tanto dentro de la Mesa de la Unidad (con jóvenes líderes tristemente escoltadas por dinosaurios adecos y copeyanos) como en sectores críticos del oficialismo (sean disidentes explícitos como el Partido Patria para Todos –PPT- y su alianza de organizaciones social o parte de la masa de votantes psuvistas leal al presidente pero crítica de sus errores) y ni que decir tiene la marea de Ni-Nis, falsamente presentada como apolítica, cuyo voto decidirá probablemente la balanza electoral y el futuro de Venezuela para las próximas décadas. No se puede pensar la Venezuela post 26S abandonando las Misiones, retornando a los viejos arreglos políticos, confiando a los chicos del IESA o el CEDICE la gestión tecnocrática o mercantil del patrimonio petrolero nacional. Tampoco repitiendo el esquema soviético, cuyos resultados ya están suficientemente documentados, para desgracia del socialismo.

5. El proyecto de 1999 ha sido abandonado desde el poder y paulatinamente sustituido, a partir de la vaga retórica de un socialismo del siglo XXI, mediante la introducción de un conjunto de cambios legales (leyes habilitantes, nueva normativa de procesos políticos y electorales, proyecto de las Comunas) y prácticos (creación de estructuras de gobierno paralelas, hiperpresidencialismo, partidización oficialista de las instituciones estatales, instauración de una hegemonía comunicacional que sustituye las oligarquías mediáticas por el control estatal de la información y la opinión), en un esquema que apunta a la transformación regresiva del ordenamiento territorial, el modelo productivo y el sistema político, en detrimento de la autonomía ciudadana. Pese a la retórica al uso, aquí no se transfiere poder a la ciudadanía –válida promesa de 1999- sino que se concentra en un estado centralista, con sus burócratas y boliburgueses, cuyos modus operandis (y las personas que los encarnan) provienen y reproducen lo peor del régimen anterior.

6. Es necesario una inmediata corrección de rumbo. El neoinstitucionalismo nos provee de una valiosa noción llamada “dependencia de rumbo”, que alude situaciones concretas de cambio y desarrollo político, donde a partir de la toma de cierta decisión clave (y un resultado electoral, en tanto cristalización colectiva de apuestas individuales, puede ser buen ejemplo de ello) las reglas de juego son modificadas de tal forma que prefiguran un curso de acción difícil de corregir. La lección del abandono opositor de la Asamblea Nacional en 2005 y sus costes para la paulatina degradación de ese órgano y la concentración de poder en Miraflores son ilustrativos de los riesgos de no equilibrar los poderes y aprobar, por ignorancia o capricho, políticas públicas apresuradas, alejadas de mecanismos de control y deliberación ciudadana, estos últimos insustituibles por caricaturas como el llamado “parlamentarismo de calle”. Por ello es clave lograr una Asamblea más representativa de la diversidad de los venezolanos.

7. Las elecciones son apenas un paso importante. Lo transcurrido después de 1999 reúne, en confuso tropel, un proceso popular con contenidos revolucionarios y un régimen con pretensiones de serlo, que no se dejará arrebatar los espacios capturados -mediante una mixtura de voto ciudadano y mañas políticas- como lo demuestran sus acosos a los poderes regionales alcanzados por la oposición en 2008. El cambiar ahora, voto mediante, el ritmo monocorde de la Asamblea Nacional, puede significar un freno al abandono del proyecto de 1999, pero no eliminará las tentaciones personalistas o autoritarias. El oficialismo no necesita desconocer las elecciones o dar un golpe de estado que suprima las formalidades del estado de derecho: una apresurada transferencia de competencias de los actuales asamblearios a las estructuras paralelas ya anunciadas o incluso la movilización violenta de partidarios (con un cerco y amenazas al nuevo parlamento) son recursos disponibles para aferrarse al poder, tácticas que proyectarán la polarización y conflictividad políticas a niveles fatales. Por tanto una vocación de debate y diálogo beligerantes y profesionales de la próxima AN debe complementarse con la presencia activa e informada de la ciudadanía -en los foros y la calle- tal y como lo garantiza la Constitución vigente.

8. La importancia del 26S para la región, para el futuro inmediato de la izquierda como fuerza renovadora y para el socialismo como proyecto político es enorme. Como he planteado recientemente, el legado de décadas de neoliberalismo (exclusión social, democracias delegativas y ciudadanías de baja intensidad) ha impulsado las demandas de participación, rendición de cuenta y reformas institucionales en toda la región. En algunos países, la gravedad de la crisis ha derivado en el reemplazo de los actores políticos tradicionales por nuevos liderazgos outsiders o provenientes de movimientos sociales, con promesas refundacionales. Sin embargo, una vez en el poder, una combinación de hostilidad opositora, presiones de sus bases y pretensiones autoritarias ha disminuido el componente participativo del ejercicio del poder por parte de los nuevos gobiernos. La penalización del disenso y los intentos de acotar la autonomía de la sociedad civil frente al Gobierno y sus instituciones, amenazan por reeditar los peores legados del socialismo estatista y de la tradición política hispanoamericana. Urge desmontar, en el discurso y las prácticas ciudadanas, la i-lógica que impulsa a elegir entre derechos políticos o sociales, libertades o prestaciones, autoritarismo carismático o partidocracia neoliberal. No se trata de apostar por una imprecisa Tercera Vía, sino de defender la izquierda (y el proyecto postneoliberal) como espacio de construcción democrática y plural, socializador de derechos y valores de convivencia civilizados. La legitimidad y sostenibilidad de una alternativa verdaderamente emancipadora, capaz de frenar la colonización estatal y mercantil sobre los espacios de participación ciudadana y poder popular tan duramente peleados, depende de ello.

9. Otra AN es importante para la legitimidad y viabilidad del propio chavismo. No hay dudas que Hugo Chávez, al margen de la opinión que de él se tenga, es un líder auténtico, que encarna buena parte del sentir y la identidad del venezolano, cuyo gobierno ha impulsado programas que mejoran la calidad de vida de los más humildes. Pero la soberbia, la autocomplacencia, la burocratización y la corrupción no son sólo rasgos constituyentes de lo peor del alma humana, sino que adquieren visos de cultura política y estilos de liderazgo cuando las configuraciones estructurales del sistema político lo posibilitan. Ante la estatización de la vida social, la ausencia de control democrático y la entronización del personalismo, la Revolución se transforma en Régimen, pierde su mística y empuje colectivos, los oportunistas e ineptos ascienden y los verdaderos revolucionarios (militantes críticos y simpatizantes auténticos de base) son relegados, como nos demostró la experiencia del socialismo del siglo XX en todos sus escenarios. Ese fatal proceso, que parece avanzar velozmente en Venezuela, puede recibir un frenazo este 26 S.

10. La mejor opción en este 26S….será la que cada ciudadano y ciudadana de Venezuela elija, a partir de sus tradiciones políticas, preferencias electorales y –¿cómo olvidarlo?¡- con las claves del sentido común. Lo harán en soberanía de conciencia y libertad de elección, pensando en un mejor futuro para su hermosa patria y sus hijos. En lo personal simpatizo con la propuesta madura, despolarizante y progresista del PPT y su alianza social, pero es seguro que también existen formidables candidatos en el PSUV y la MUD, interesados en trabajar por una Venezuela mejor, respetando los derechos de la gente y el desempeño de las instituciones. No considero saludable aspirar a una nueva hegemonía parlamentaria -revanchista y excluyente- en manos de la oposición, que desconozca la opción oficialista apoyada -según encuestadoras como Datanalisis o Hinterlaces-por algo más de la mitad del pueblo venezolano. Pero abandonar el derecho al sufragio, así como ejercerlo mecánicamente, bajo los influjos corruptores del clientelismo y el bombardeo manipulador de la propaganda, sería un error. Se trata, creo, de escoger entre las opciones de ser súbditos y clientes, aportadas por los políticos tradicionales (y su remake chavista) o asumir, con responsabilidad y pasión republicanos, la responsabilidad de ser auténticamente ciudadanos. El devenir de ese heroico pueblo, precursor de la independencia americana, lo merece.

Referencias:

Cilano, Johanna; Córdova, Edgar; Chaguaceda, Armando; 2009 Participación ciudadana y reforma del Estado en Venezuela: entender la política a través del ciudadano, Revista OSAL Año X, Nº 26, CLACSO, Buenos Aires. pp 57-76.

Dagnino, Evelina, Alberto J. Olvera, Aldo Panfichi (coords.) 2006 La disputa por la construcción democrática en América Latina, Fondo de Cultura Económica/CIESAS/Universidad Veracruzana, México DF.

Lupu, Noam; 2010 Who votes for chavismo? Class voting in Hugo Chavez’s Venezuela, Latin American Research Review, Vol 45, Number 1, 2010, Pittsburgh, pp 7-32

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