12 octubre, 2024

Con los trabajadores ucranianos

En política exterior, la UE también cubre sus expolios con «democracia». Dio lecciones primero al gobierno mafioso de Yanukovich que quiso absorber, y ahora a los rusos, en su pugna por Ucrania.

La que fuera «el granero del mundo», se muere de hambre.

En política exterior, la UE también cubre sus expolios con «democracia». Dio lecciones primero al gobierno mafioso de Yanukovich que quiso absorber, y ahora a los rusos, en su pugna por Ucrania.

La que fuera «el granero del mundo», se muere de hambre.

La crisis económica que siguió a las privatizaciones y la liberación económica posteriores a 1991, se desbocó en 2009 y su PIB llegó a caer un 18%. Eso, en un país ya totalmente vendido a los mercados, gracias al proceso de restauración capitalista de la burocracia ligada a Moscú (el FMI lo había «rescatado» ya en 1998, con el visto bueno de la banca rusa que controla las finanzas ucranianas), se traduce en hambre y miseria de la población.

A esta situación de quiebra del país, se le sumó el efecto de los años de opresión gran-rusa, vividos tanto bajo Stalin, como tras el 91, especialmente con Putin.

La reivindicación de la identidad nacional, se sumaba a la miseria para repudiar a un gobierno, el de Yanukovich, que entre lujos y corrupción, relanzaba su relación con Putin a partir de los acuerdos energéticos.

El cóctel estaba servido, y en muchos aspectos recuerda al de la primavera árabe, incluída la primera victoria con la caída del gobierno y la incertidumbre del ¿y después, qué? La dirección pro-occidental de Timoshenko –dirigente de la revolución naranja, con título de «oligarca» por su carrera desde el 91, y especialmente por sus negociados con el gas natural ruso-, liberada por el Euromaidan lo tiene claro: aprovechar el rechazo a Rusia para entregar el país a la UE. Y ésta también: el FMI y la troika ya están en Kiev.

Pero Putin tampoco cede, y despliega sus tropas en Crimea, facilitando un referéndum el 16/03 de adhesión a Rusia. La ocupación es inaceptable, y la agresión a Ucrania, está al servicio del capitalismo mafioso ruso.

Crimea, reiteradamente ocupada, fue «castigada» en 1945, por la supuesta colaboración de «todo el pueblo» tártaro de Crimea con la ocupación nazi: Stalin los abolió como nación y los deportó en masa a Asia central, mientras la estratégica península era repoblada por rusos aunque fuera como región de Ucrania. Con sus bases militares, su población rusa o rusificada, tienen más de enclave que de nacionalidad oprimida: la devolución inmediata a Ucrania es evidente, y la demagogia del referéndum tan fraudulenta como lo sería en Gibraltar, Ceuta o Melilla.

Los trabajadores y jóvenes movilizados no pueden ni perder la soberanía de parte de su república, ni caer en la trampa de la UE. La izquierda internacional debe solidarizarse y alertar de ese riesgo. ¡Fuera las manos rusas de Ucrania! ¡Con los y las trabajadoras ucranianas: ninguna expectativa en los buitres de la UE!

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