Control burocrático sobre los obreros, y no control obrero de la producción
En Guayana, corazón industrial del país, el Gobierno Nacional ha venido discutiendo entre los burócratas del PSUV y sus “dirigentes sindicales” (pocos de los cuales han sido elegidos como tales por los trabajadores), una política sobre un supuesto “control de los trabajadores de la producción”, que no es otra cosa que imponer una fórmula de “control obrero burocrático”, utilizando fraseología de izquierda en su empaque, pero cuyo contenido es burocrático y reaccionario hasta el límite.
En Guayana, corazón industrial del país, el Gobierno Nacional ha venido discutiendo entre los burócratas del PSUV y sus “dirigentes sindicales” (pocos de los cuales han sido elegidos como tales por los trabajadores), una política sobre un supuesto “control de los trabajadores de la producción”, que no es otra cosa que imponer una fórmula de “control obrero burocrático”, utilizando fraseología de izquierda en su empaque, pero cuyo contenido es burocrático y reaccionario hasta el límite.
“El Control Obrero de la Producción”, como lo llaman en el “Plan Socialista Guayana 2009-2019”, lo formulan como una forma de “administrar” las empresas nacionalizadas, pero que en verdad lo que se busca es controlar al movimiento obrero y las luchas. La discusión dentro del PSUV y a puerta cerrada, no es más que un “control obrero” deformado que pretende “montarse por arriba”, quitándole todo su contenido revolucionario y convertirlo en una correa de transmisión de su política laboral y de control social. De “control obrero de la producción” en verdad de lo que se trata es de “un control sobre los obreros”,
Antecedentes de los tropiezos sindicales del gobierno y del Control Obrero en el país
El Gobierno Nacional ha vendido pretendiendo cooptar, asimilar, al movimiento obrero y los sindicatos a su proyecto de desarrollo nacional de corte nacionalista burgués, para lo cual intenta coartar la autonomía sindical e impedir el desarrollo de la democracia obrera en las empresas. Recordemos que el Gobierno no ha podido consolidar una importante influencia sindical en los organismos de base de los trabajadores (sindicatos de base y hasta federaciones). Así ha sido desde 1999, cuando el Gobierno promovió el referéndum sindical que perdió estrepitosamente, así como las siguientes propuestas burocráticas de la FBT y UNT que no pudo hacer pasar masivamente a nivel de los sindicatos, donde los trabajadores votan por sus direcciones gremiales. Y es que los trabajadores, aún cuando vean en Chávez a “su presidente”, entienden también que existe una relación patronal entre los funcionarios gubernamentales al frente de las empresas o ministerios y ellos, estableciéndose una relación política-sindical aparentemente contradictoria.
En contraste, en los últimos seis años el movimiento obrero venezolano ha desarrollado experiencias organizativas, en el medio del combate político y sindical, de un valor histórico para todos los explotados: En 2003, en medio del sabotaje petrolero patronal, los trabajadores de las refinerías de Puerto La Cruz y El Palito desarrollaron experiencias de toma de plantas, impidiendo su paralización, bajo control obrero de la producción. Esta grandiosa experiencia, junto a todas las tomas de llenaderos, buques tanqueros y otras instalaciones, fueron las expresiones más avanzadas de la lucha contra el sabotaje patronal. El gobierno cabalgó sobre ellas, las dominó, desactivó, y fue imponiendo lentamente el control de una nueva burocracia “patriota”. Mas reciente, en 2006, los trabajadores de la fábrica Sanitarios Maracay, combatieron el lock-out patronal con la toma de la planta y su puesta en producción mediante un control y administración democrática de sus trabajadores. Esta experiencia fue una escuela de planificación económica obrera y jalones de conciencia obrera, donde los trabajadores votaban en asamblea a sus supervisores de planta, discutían las metas de producción, colocación de productos, salarios y fondos de huelga. Los trabajadores de Sanitarios Maracay entendieron que su lucha no podía aislarse y que sus productos son sólo un componente de una rama de la industria, por lo cual llamaron a la nacionalización de la empresa, sin indemnizar al patrón y con producción bajo control democrático de los trabajadores. Esta vez el Gobierno Nacional optó, primero por darle la espalda y dejarlos al olvido, tratando de hacer vencer por cansancio a los trabajadores, pero luego optó por buscar quebrar la lucha en acuerdo con el patrón y esquiroles, incluso llegó a reprimirlos con la Guardia Nacional cuando los trabajadores intentaron llevar su lucha a Caracas.
Pero en los sectores más avanzados de la clase obrera estas dos experiencias de control obrero, en el medio de la lucha, con métodos autónomos y democráticos, ha calado profundamente en la conciencia y ha demostrado que al Gobierno Nacional no le agrada el verdadero Control Obrero de la producción.
Una “tenaza legal” para controlar a los trabajadores
Y es que el Gobierno Nacional, en su afán de control sobre las organizaciones obreras, ha estado pasando una verdadera “tenaza legal” contra la protesta popular, contra la autonomía sindical y la democracia obrera por las bases, para garantizar su política económica desarrollista burguesa. Nos explicamos: Leyes como las ya vigentes Ley Orgánica Procesal Penal y la Ley de Acceso a Bienes y Servicios, criminalizan la protesta gremial de los trabajadores y el pueblo, ya que tipifican como delito judicializable métodos elementales de protesta social, como la huelga, las tomas de fábricas o las paralizaciones de vías. Pero además, la reforma propuesta de la Ley Orgánica del Trabajo introduce “novedosas” figuras como los “Consejos de Trabajadores”, los cuales a la luz de la también en discusión Ley de Propiedad Social, se convertirían en los órganos de “control” de las fábricas y establecimientos, sin tomar en cuenta a los sindicatos y otras formas de representación democrática de los trabajadores, que en verdad no es otra cosa de buscar el control directo sobre los obreros con “Consejos” maniatados al gobierno y el PSUV. De hecho, el diputado Ulises Daal (PSUV), coordinador de la propuesta de ley, ha dicho que “en las empresas ‘socialistas’ los sindicatos están de más”1, lo cual ha sido reafirmado por el vice presidente del PSUV, Muller Rojas, quien ha expresado que “los sindicatos son mecanismos de lucha y no de participación, por lo cual pierden razón de ser”2. Es decir, según estos burócratas del “socialismo” bolivariano, como según ellos estamos en el “socialismo”, los trabajadores no tenemos nada porque luchar, pues se habría acabado la contradicción entre el capital y el trabajo, así como la explotación del hombre por el hombre. ¡Vaya payasadas!
Con respecto a los sindicatos, hay que señalar que, incluso en un país como Rusia en 1917, donde realmente hubo una revolución social, y se levantó un Estado Obrero, que suprimió casi por completo la propiedad privada de las fábricas y la tierra expropiando a los capitalistas y terratenientes sin indemnización alguna, donde se nacionalizó la banca y el comercio exterior, los sindicatos existían y luchaban por sus derechos, ya que el Estado Obrero entendía que incluso en esas circunstancias claramente revolucionarias, aún persistían esbozos burocráticos y desviaciones que ameritaban que los trabajadores estuvieran en guardia permanente garantizando que el “Gobierno de los trabajadores fuera para los trabajadores”.3 Aunque luego vino el estalinismo y casi desde el 24 tras la muerte de Lenin, y el exilio de Trotsky en 1929, echó por tierra con esta premisa fundamental con su “socialismo en un solo país”.
Pero todo este discurso del “control de la producción” por parte de los trabajadores como se plantea en el Plan Guayana, no tienen nada en común con el verdadero contenido del control obrero sobre la industria, pues, la esencia de la cuestión en esta administración que pretende Chávez no es otra cosa que realizarla por medio de la burocracia sindical que es independiente de los obreros, pero que al contrario, depende completamente del Estado burgués. Por eso es que decimos que estas medida que se pretende llevar a cabo desde el gobierno, en verdad persigue el objetivo de disciplinar a la clase obrera, haciéndola más industriosa en el servicio de los intereses comunes del Estado que, en la superficie parecen identificarse con los intereses de la clase obrera. En realidad lo que sucede es otra cosa. Es por eso que toda la tarea de la burguesía nacionalista local consiste en liquidar los sindicatos como órganos de la lucha de clases y sustituirlos por una burocracia sindical que funcione como el órgano de dirección sobre los obreros y a través de la cual ejerce su hegemonía el Estado burgués.
Socialismo, Capitalismo y Sindicatos
Ni en el país hay empresas “socialistas” ni mucho menos “socialismo”. Más allá de los discursos y declaraciones presidenciales, la verdad es que en nuestro país en los últimos diez años la economía se ha hecho más dependiente del sector privado, ya que este sector generó en el año 2008 el 70,9% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, en comparación con una participación del 65,2% en 19984. Pero es que además de esta variable macroeconómica incontestable para caracterizar la naturaleza de la economía, vemos cómo el gobierno asume sociedades en empresas mixtas con grandes trasnacionales, paga puntualmente a los acreedores externos, alienta la inversión privada nacional con créditos y exenciones de impuestos, todo esto al tiempo que tolera una inflación galopante, promueve la aplicación de impuestos regresivos como el IVA, mientras reprime y criminaliza la protesta de los trabajadores en su lucha económica contra el capital privado ó público. De manera que vivimos en un momento floreciente del capitalismo en el país. Tampoco estamos en ningún tránsito ni rumbo al socialismo, como afirman algunos funcionarios gubernamentales, ya que como indicamos arriba, la dinámica de la economía venezolana es capitalista y privada, existiendo más bien fuertes elementos de un Capitalismo de Estado con el avance del gobierno de pasar bajo su control sectores importantes de la economía nacional.
Peor aún, en el país se contempla la creación de “zonas especiales para atraer inversionistas”. En palabras del diputado Angel Rodríguez, en estas zonas “las empresas tendrán facilidades como excensión de pagos de impuestos, exoneración de pagos aduanales, incentivos fiscales, asistencia crediticia, entre otros”5. Al igual que en el “modelo chino” o de los países del sudeste asiático, estas zonas especiales se crearán para abaratar los costos de producción a través de la única forma posible en el capitalismo: superexplotando a los trabajadores, para lo cual las nuevas leyes laborales planteadas crearían los mecanismos de coerción necesarios.
Estas “propuestas”, amparadas en las leyes que indicamos arriba, configurarían una clara orientación coercitiva. Se trata de una propuesta que “recoge” y ensalza grandes conquistas como la nacionalización de Sidor, para luego proponer la eliminación de los sindicatos, para organizar una “representación obrera” que participe en la administración capitalista de las empresas, vinculándola a las metas de producción impuestas por la gerencia, el control de calidad y la reducción de los costos. Incluso se propone utilizar a los trabajadores para formar brigadas de control contra el saboteo, lo cual está orientado a frenar cualquier tipo de protestas por las condiciones inseguras de trabajo o por la precariedad laboral. Así mismo, incorpora la ideologización forzada de los trabajadores y el trabajo voluntario, lo cual en el marco del capitalismo e impuestas por un control burocrático, va a significar mecanismos de coerción y explotación, disfrazados de medidas “socialistas”.
En este sentido es que consideramos que la tarea clave hoy es dar una lucha por la completa independencia de los sindicatos y por la democracia obrera. Desde la Liga de los Trabajadores por el Socialismo (LTS) les decimos a los trabajadores de Guayana y del país que este “Control Obrero Burocrático” no es una medida para liberar a la clase obrera de la explotación. Sólo un control obrero ejercido realmente por las organizaciones de los trabajadores, sin intervención del patrón-estado en ellas y que surja de la más completa democracia obrera, puede significar una continuidad de las luchas de los trabajadores de los últimos años. Denunciamos la patraña engañosa que intenta pasar el Gobierno y llamamos a los trabajadores a imponer con su movilización el verdadero Control Obrero de la producción.