7 diciembre, 2024

Cuba: lo que se juegan los trabajadores más allá de cualquier Conferencia y Congreso

Indignados hay en todo el planeta… o debiera haberlos. Habría quizás que considerar simplemente si se tiene al hombre en el centro del proyecto o no, si se habla la verdad de las mayorías o no, y si se proponen aportes progresistas y constructivos para la sociedad toda en que nos encontramos o no. Habría quizás que reconocer que jamás debió separarse libertad, igualdad y fraternidad y que si así debía ser, era la soberanía popular quien lo debía decidir y no un banquero, un grupo, una religión, una casta o un partido. Habría que reconocer que las relaciones Estado-sociedad-individuo-naturaleza han estado permeadas por filosofías represivas, excluyentes, depredadoras y no liberadoras. Habría que reconocer que hay que reconsiderarlo todo.

Indignados hay en todo el planeta… o debiera haberlos. Habría quizás que considerar simplemente si se tiene al hombre en el centro del proyecto o no, si se habla la verdad de las mayorías o no, y si se proponen aportes progresistas y constructivos para la sociedad toda en que nos encontramos o no. Habría quizás que reconocer que jamás debió separarse libertad, igualdad y fraternidad y que si así debía ser, era la soberanía popular quien lo debía decidir y no un banquero, un grupo, una religión, una casta o un partido. Habría que reconocer que las relaciones Estado-sociedad-individuo-naturaleza han estado permeadas por filosofías represivas, excluyentes, depredadoras y no liberadoras. Habría que reconocer que hay que reconsiderarlo todo.

El documento presentado para la conferencia es reduccionista y poco democrático y muy lejos de lo que necesitamos en este nuevo siglo. Se hace evidente que la obra El Estado y la Revolución de Lenin es utilizada por nuestros augustos redactores del llamamiento a la Conferencia para ir al baño. Y que de Marti y los estatutos del PRC, solo interesa el antiimperialismo y ni siquiera su concepción del Partido.

Incluso los aspectos positivos -en intenciones- que aparecen en el llamamiento, como …Propiciar en el Partido y demás instituciones un adecuado ambiente de trabajo que facilite y promueva el respeto y la confianza como premisas para dialogar, debatir, criticar y asegurar un estilo cada vez más participativo y democrático en la toma de decisiones, queda lastrado por no definir nuevas condiciones al centralismo democrático -que la experiencia dice se convierte siempre en centralismo burocrático- y que todo espíritu democrático hacia la sociedad se ve lastrado por una formulación sectaria y claramente errónea hasta en su conceptualización, como la que dice… Fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución… sobre la base de que Patria, Revolución y Socialismo están fusionados indisolublemente.

Las bases del PCC y el propio pueblo cubano exigieron nuevas metas democráticas, libertarias y socializantes para alcanzar. Estas son a nuestro juicio los objetivos socialistas de esta etapa del proceso revolucionario cubano. Y sobre todo el abandono de un modelo de gestión político social donde las personas y sus derechos son menospreciadas por las estructuras, medios perversos devoran a los fines más nobles y la democracia popular termina siendo una consigna vacía, que hipoteca el ideal del socialismo, solo aceptada como movilización rutinaria permanente para apoyar y ningún vehiculo institucional serio para decidir. Eso -y no una retórica vacía e irresponsable- es lo que se juega en Cuba hoy, más allá de cualquier Conferencia y Congreso. El prestigio del PCC como instrumento de vanguardia es lo que se juega y no reuniones ágiles, cuadros disciplinados y maduros ni dejar que todos hablen pero unos pocos decidan.

Esta en juego en Cuba la opción de construir una sociedad donde todos puedan vivir con dignidad y participar real y efectivamente en las decisiones que condicionan su vida actual y futura, o donde una minoría -de cualquier signo-, es la que lo hace. Una dirección agotada y seriamente amenazada por intereses espurios no lo entiende.

La Revolución Cubana, no es un hombre, un grupo, por heroico que haya sido y les reconozcamos siempre, un gobierno, ni un partido, sino el proceso democrático, antidictatorial y de socialización y democratización del poder económico y político, seguidora de todas las ideas de Marti y Marx, no solo de algunas, y tiene la responsabilidad histórica de avanzar con los tiempos, y actualizarse con la experiencia de otros procesos revolucionarios en marcha en el mundo y especialmente en América Latina. Cuestión no entendida aun en el escenario cubano por los redactores del llamamiento.

Estamos en un cambio de época comprendido por todo el Mundo aunque silenciosamente rechazada por la dirección del PCC. El cambio de época en el que estamos actuando, de los paradigmas civilizatorios, generacionales y de las sensibilidades sociales de este siglo XXI, hacen obsoletos determinados términos incluyendo algunos muy queridos por la buró-tecnocracia cubana. El problema es que la civilización actual, a izquierdas o derechas, ha caducado y con ella gran cantidad de verdades que ya no lo son.

El momento actual, de crisis sistémica interna, no es una coyuntura nacional solamente, sino que se enmarca en el nuevo proceso civilizatorio al que está abocado el mundo, demanda personas y sociedades con capacidad para poder decidir ante situaciones y problemas que nunca antes había confrontado el país ni la humanidad. Y que sean capaces de actuar y de pensar con rigurosidad y complejidad por cabeza propia, cuestión entendida muy incompletamente en el escenario cubano.

Todo futuro estará abierto si se favorece la igualdad socioeconómica y la libertad sociopolítica, si se impide la alienación de todo tipo, si se favorece el desarrollo humano y el empleo del potencial intelectual y revolucionario logrado en el marco de una autentica y plena democracia, y si el pueblo ejerce de verdad su soberanía, demandas necesarias y solicitada por las bases del PCC y la inmensa mayoría de los cubanos. Pero la burocracia teme perder sus privilegios con ese cambio.

En estas condiciones, el consenso logrado por el VI Congreso, es muy frágil. Las contradicciones y demoras lo hacen peor aun. Las nuevas medidas resultantes del Congreso y que se esbozan en los lineamientos y se ponen en práctica en Cuba no abordan todas las opciones y están mediatizadas por una sola de las tendencias.

Ahora, estamos ante un documento que servirá de base a la conferencia del partido que ignora olímpicamente miles de propuestas de los militantes de bases realizada desde 2007 y reiteradas por muchos compañeros en el último año.

Demandamos nuevos estatutos y reglamentos del PCC que refrenden una mayor democracia interna, de más autoridad y atribuciones a los militantes de bases y sus organizaciones y privilegie la democracia directa para integrar los organismos superiores y elegir a los participantes en nuevos congresos. El Comité Central debe tener nuevas atribuciones y sesionar regularmente.

Afirmamos que…asegurar la promoción de mujeres, negros, mestizos y jóvenes a cargos principales , sin que estos sean productos de una elección democrática y sin que exista una cambio filosófico y conceptual sobre que Socialismo desea el pueblo, solo conseguirá poner a dirigir a mujeres, negros, mestizos y jóvenes igualmente dogmáticos, reduccionistas y burocráticos.

Alertamos que sin nuevas normas como la electividad, la rotación y la no duplicidad de cargos, los límites temporales de mandato para todo el funcionariado, y la más amplia democracia horizontal que eliminen las prácticas habituales de designación y nombramiento no será el PCC representante de pueblo alguno.

Sugerimos que la conferencia demande una nueva configuración verdaderamente democrática del Poder Popular en que sean elegidos directamente el presidente del municipio por todos los electores y nadie que no viva en el pueda representarlo.

Reiteramos que es imprescindible establecer normas que permitan el acceso de otras generaciones a la dirección del país, -no aceptamos justificaciones simplistas ni sectarias sobre esto- y mucho menos que se pretende tener un partido de viejos, al obligar a estar en la UJC hasta los 35 años- y hacer más dependiente el ejercicio del poder estatal de las demandas y el control de la ciudadanía.

Reiteramos que es necesario someter al debate público el significado del «socialismo». La Constitución debe cambiarse y consagrar el más amplio ejercicio de las libertades ciudadanas que tendrá lugar en el marco del socialismo. Reiteramos la necesidad de un lenguaje de derechos que penalice a quien atente contra la libertad de la República y no a quien la ejerza.

IDSC está por el verdadero Socialismo y no por una caricatura de este. IDSC está por un verdadero partido representante de la nación y no por un ejército con disfraz de partido.

IDSC está por la más amplia libertad de palabra y expresión y mucho más poder de decisión como derecho de todos los cubanos en el marco de un nuevo consenso y nueva constitución revolucionaria.

La revolución requiere fe verdadera en el pueblo y convencimiento de que los instrumentos de la opresión no pueden ser los de la libertad.

Es simple, o el partido es verdaderamente democrático o habrá muchos otros partidos. Es inocultable que dentro de la Revolución hay varios proyectos y caminos, que no gozan, pero deben gozar de espacio, libertades y posibilidad de expresión en total igualdad de condiciones. Cuestión no entendida completamente en el escenario cubano por los redactores del llamamiento y muchos otros.

Ante esta nueva decepción IDSC -agrupación formada ya por varios colectivos de izquierda en todo el país- informa que luchara por crear un Frente de Renovación Socialista e invita a otras tendencias de izquierdas a integrarse en el.

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