Decirse de izquierda y ser de izquierda

No cabe duda de que los venezolanos vivimos un proceso político bastante complejo; sin embargo, hay quienes se empeñan en reducir la realidad a dos polos. Ello dificulta un análisis profundo. ¿Qué tanto puede analizar la realidad alguien que asume consignas basadas en lo emotivo?: “Chávez es pueblo… Chávez es tu pana, tu costilla, tu hermano, tu compadre”, “Chávez es corazón de mi patria”. Esas son dos de las que vemos en la campaña presidencial actual. Recuerdo que una de las primeras consignas que escuché en esa línea tan irracional fue “Con IVA y desempleo con Chávez me resteo”, ¿así se construye socialismo: con el IVA en 12%? A los años, veíamos esta otra: “Chávez nos ama y amor con amor se paga”.

No cabe duda de que los venezolanos vivimos un proceso político bastante complejo; sin embargo, hay quienes se empeñan en reducir la realidad a dos polos. Ello dificulta un análisis profundo. ¿Qué tanto puede analizar la realidad alguien que asume consignas basadas en lo emotivo?: “Chávez es pueblo… Chávez es tu pana, tu costilla, tu hermano, tu compadre”, “Chávez es corazón de mi patria”. Esas son dos de las que vemos en la campaña presidencial actual. Recuerdo que una de las primeras consignas que escuché en esa línea tan irracional fue “Con IVA y desempleo con Chávez me resteo”, ¿así se construye socialismo: con el IVA en 12%? A los años, veíamos esta otra: “Chávez nos ama y amor con amor se paga”.

¿Qué de izquierda puede haber en semejantes consignas? Debe faltar poco para que haya una consigna que diga algo así: “Chávez es el Gran Hermano del siglo XXI… ámalo. Gracias a él respiramos”. En fin, el militarismo populista latinoamericano tiene esas similitudes con la novela 1984 de Orwell.

En Venezuela, pretenden hacer ver que un gobierno es socialista porque se autodefine como tal y porque habla contra un imperialismo… sí, contra un imperialismo, porque en realidad se la lleva bien con otros. Incluso, en sus acciones demuestra que no se la lleva mal con ese al cual ataca verbalmente: sus negocios con la Chevron-Texaco son una muestra.

No puede ser socialista un gobierno que reivindica tantas acciones de gobiernos adecos y copeyanos: aprobar leyes y reglamentos sobre educación en agosto, cuando todos estamos de vacaciones; aumentar el pasaje en ese mismo mes para minimizar posibles protestas; exigirle a empleados públicos inscribirse en el partido de gobierno para así “inflar” su lista de militantes; mantener el sentido jurídico a la palabra “experimental” en los nombres de muchas universidades, que implica dedocracia; irrespetar las contrataciones colectivas de los trabajadores; criminalizar la protesta; desconocer en muchos casos el derecho de huelga, etc.

Sobre esos dos últimos elementos, vale recordar que el gobierno de Chávez ha sido tan anti obrero que etiqueta de “desestabilizadores” a luchadores sociales que han llamado a una huelga o un paro. El gobierno los trata como si fuesen igual a los dirigentes del paro patronal de 2002.

En el llamado socialismo del siglo XXI Chávez dice que Marx está pasado de moda y que los sindicatos no hacen falta. Desde su contradictorio discurso no debe haber sindicatos porque estamos en socialismo. La realidad es que hoy el gobierno es el principal patrón y que no le conviene que la clase trabajadora se organice porque el funcionario público es el principal sujeto que sostiene esta revolución. Necesita de un “sujeto histórico” sumiso, y eso se logra evitando que se organice para pelear por sus reivindicaciones laborales.

El Partido Socialismo y Libertad (PSL), es un ejemplo del malestar que se viene presentando al interior del país. El PSL se ha planteado su propia candidatura, la cual pretende que la izquierda venezolana se reorganice en torno a luchas que Chávez no dará: recuperación de la soberanía sobre el petróleo y el gas; un salario mínimo igual a la canasta básica; cese del pago de la deuda externa; anulación de los tratados de libre comercio y tratados de doble tributación suscritos por Venezuela; nacionalización de la banca; y eliminación de los contratos de las empresas mixtas para que el petróleo sea 100% venezolano, entre otras medidas. Petróleo 100% venezolano implicaría beneficios sustanciales en empleo, salario, viviendas, salud y educación.

Quiero terminar estas líneas diciendo algo sobre este último aspecto: para que haya una verdadera revolución en Venezuela es esencial sentir vergüenza por los sueldos de indigentes académicos que tenemos maestros y profesores universitarios. La base de una revolución debe estar en la educación… ¿y qué revolución puede haber en un país en el que los educadores deben trabajar en dos o tres sitios para poder sobrevivir? He allí una de las muchas luchas que debemos dar los de abajo para combatir la polarización que favorece a los de arriba: sean estos empresarios de la IV o a boliburgueses de la V.

*Licenciado en Artes de la Universidad Central de Venezuela. Militante del Partido Socialismo y Libertad (PSL).

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