Del 23N a la enmienda: la autonomía de los movimientos sociales en su laberinto
Al hacer un balance del año 2008 desde la perspectiva de los movimientos sociales venezolanos su saldo reivindicativo y autónomo es negativo.
Al hacer un balance del año 2008 desde la perspectiva de los movimientos sociales venezolanos su saldo reivindicativo y autónomo es negativo. La electoralización de sus dinámicas, de cara a las elecciones regionales del pasado 23 de noviembre, supeditó su agenda social a la política, diluyendo sus exigencias dentro del chantaje polarizante. En este sentido, son múltiples los retos a futuro para el desarrollo de movimientos sociales tan autónomos como beligerantes.
Cooptados e inmovilizados
Las movilizaciones estudiantiles, a favor y en contra de la revocación de la concesión de Radio Caracas Televisión, en mayo del 2007, crearon la expectativa de reactivación de un actor social que había generado importantes dinámicas sociopolíticas en la década de los 80´s. Sin embargo, sus vocerías más conocidas, tanto del grupo oficialista como del opositor, se mimetizaron con las demandas de los partidos políticos. Tanto unos como otros pasaron a ser aspirantes u ocupantes de importantes cargos en la administración pública, sin que hubiera signos de la renovación de la dirigencia dentro de las filas estudiantiles. La mayor muestra de la ausencia de una visión e identidad propia, fue la ausencia de expresiones organizadas de repudio a las muertes de los estudiantes Douglas Rojas (Mérida) y Mervin Cepeda (Ciudad Bolívar) por parte de funcionarios policiales cuando participaban en manifestaciones.
Otros movimientos sociales que anteriormente habían generado sus propias dinámicas, igualmente, asumieron la campaña electoral como prioritaria. Este fue el caso del movimiento campesino, quienes habían presionado al Ejecutivo para la clarificación de los asesinatos de campesinos por parte de terratenientes. A pesar que entre los meses de junio 2007 y mayo 2008 se registró la muerte de cinco dirigentes y la muerte por sicariato de 7 campesinos; su acción más conocida fue la toma del Palacio Arzobispal de Caracas para protestar por declaraciones de la iglesia y medios de comunicación contra el gobierno. Por su parte, los sindicatos han perdido su capacidad de incidir en las políticas laborales gubernamentales. La ausencia de discusiones de contratos colectivos, y la apatía de la dirigencia obrera frente al sicariato contra los trabajadores del sector construcción y petrolero es consecuencia de su uso instrumental por parte de la clase política.
2008 fue un año de desmovilización de los movimientos sociales y de su cooptación por parte de los actores políticos confrontados por el control del Estado. No obstante, según el monitoreo realizado por Provea, cada día se llevaron a cabo un promedio de 4,83 manifestaciones, la mayor cifra desde el año 1998. Los vecinos y trabajadores fueron los sectores que protagonizaron mayores acciones de protesta, sin embargo, esta capacidad de respuesta no posee correlato orgánico.
Odios mellizales
Los resultados electores del 23N refuerzan la estrategia polarizante y el autoritarismo de cada bando. Del lado oficialista, los resultados fortalecen el liderazgo unidireccional del presidente Chávez, y como consecuencia, del PSUV. Los escasos votos alcanzados por las llamadas «disidencias» chavistas debilitan la discusión y la heterogeneidad a lo interno del movimiento bolivariano, contrariando la tesis que afirmaba la posibilidad de potenciar dinámicas revolucionarias paralelas e independientes como parte de un ciclo, que si bien era liderizado por el oriundo de Sabaneta, permitía un margen para los llamados «poderes creadores del pueblo». El «proceso» revolucionario, como era denominado por muchos de sus partidarios, falleció de muerte súbita en la pasada cita electoral. Del lado de la oposición massmediática, el panorama no es sustancialmente diferente. A pesar de la ausencia de un verdadero tejido social, así como de una propuesta que merezca ese nombre, las victorias y derrotas electorales fueron adjudicadas a la falta o consecución de la «unidad», un eufemismo que maquilla la imposición de candidatos por parte de la cúpula antichavista, así como el deseo de reconstruir el bipartidismo y la alternabilidad del pasado. Por tanto, una fuerte posibilidad la constituye la reedición de un centro político similar a la desaparecida «Coordinadora Democrática», en dónde las tensiones procederán de los sectores qua representan la socialdemocracia y la democracia cristiana. En cualquiera de los bandos, la estrategia a seguir es la permanente movilización electoral bajo el esquema de la polarización y la correlación de fuerzas.
Cara al futuro
Para la mayoría de los movimientos que se miran a si mismos en una alianza táctica con el Ejecutivo Nacional, el dilema del 2009 continuará siendo la cooptación o el mantenimiento de espacios de autonomía. El mantenimiento de lazos clientelares con el Estado, para muchos de ellos, ha significado la posibilidad de contar durante varios años con recursos para arrancar y funcionar. Los posibles recortes presupuestarios estatales, en un escenario de crisis económica, separará el grano de la paja, asfixiando aquellas experiencias artificiales, subsidiadas con el dinero público, de las que hayan podido construirse un nicho dentro de la sociedad. Una posibilidad es que se repita la burbuja cooperativa, cuya promoción activa –y desde fuera- por parte del gobierno afirmó haber conformado 250.000 asociaciones en 7 años, número que en la actualidad se estima realmente en menos de 40.000. De estas, según proyecciones de la Superintendencia Nacional de Cooperativas, sólo el 33% estaría en proceso de producción.
Los retos para los movimientos sociales no son exclusivamente económicos. Las organizaciones de base adolecen de una visión propia del mundo, un bagaje teórico, práctico e histórico que les permita trascender los niveles mediocres del discurso político promedio, así como la infantilización del pensamiento promovida por los gestores de la polarización. Por otra parte, deben trascender las presiones por sumarse a las agendas electorales e, independientemente de sus filiaciones y pronunciamientos en coyunturas concretas, mantener erguidas las banderas que las identifican y cohesionan como iniciativa colectiva deseosa de transformar una realidad, así como la posibilidad de autoconvocatoria y mantener en el tiempo su propia agenda de funcionamiento.
Los malos hábitos del 2008 conspiran en contra. Cualquiera que sea el resultado de la propuesta de enmienda constitucional, el escenario favorable para el nuevo bipartidismo es promover una serie de escaramuzas intermedias teniendo a las elecciones del 2012 como gran objetivo. Esto significa 4 años de hipoteca de las demandas de los de abajo por el mantenimiento de los privilegios de los de arriba. Si se coincide en que los verdaderos agentes transformadores son los movimientos sociales de base beligerantes y autónomos, y no el gobierno del color que sea, el trabajo a impulsar es revertir esta tendencia, rompiendo los falsos consensos, promoviendo los conflictos con el desarrollo de prácticas contrahegemónicas, peleando contra las miserias de la vida cotidiana con una visión de largo aliento.
«A decir verdad, todavía no hemos salido de la humillación. Mas el mundo gira, la historia cambia y un tiempo se acerca, de ello estoy seguro, en que ya no estaremos solos». Albert Camus