Eduardo “Tato” Pavlovsky (1933-2015): Despedimos a un revolucionario
“Yo estaba en un partido trotskista. Trotsky fue un gran defensor de la libertad estética. Era un verdadero genio en ese sentido, mientras que Stalin propiciaba la línea dura en arte […] Mi presencia en el PST era un tanto condicional. Nunca fui afiliado ni un militante demasiado devoto. No tengo perseverancia para las reuniones políticas. Soy muy anárquico y eso me impide encuadrarme en un partido político en forma ortodoxa. […] Cuando en 1977 me vinieron a buscar los grupos parapoliciales, los militantes del PST me acompañaron mucho, nunca lo olvidaré.” 1
En efecto, disfrazados de “gasistas”, un grupo de tareas se presentó en su estudio. “‘¿Dónde está el doctor?’, preguntaron. Su secretario lo advirtió: Me tocó arriba -yo atendía en una azotea-, y me dijo: ‘Hay unos señores gasistas acá…’. Y entonces yo rajé. Pero le dije a los pacientes -yo estaba atendiendo, ¡y un grupo!-: ‘Miren, yo me tengo que ir, porque me están buscando…’”. Y “el doctor” huyó saltando por los techos. El partido -que funcionaba en la clandestinidad- lo ayudó a exiliarse, con un pasaporte vencido: a Uruguay, Brasil y, por fin, España.
Nacido en 1933 Eduardo “Tato” Pavlovsky tenía 81 años cuando falleció el domingo pasado, 4 de octubre, en Buenos Aires. Autor dramático, actor, psicoterapeuta, Pavlovsky fue uno de los más notables intelectuales y artistas argentinos de la segunda mitad del siglo XX. No vamos a detallar acá su vasta obra y los múltiples reconocimientos, que han recogido las crónicas de la prensa burguesa, desde La Nación a Página/12; pero sí lo que en todas ellas se ha ocultado: su adhesión al trotskismo y, más exactamente, su militancia junto al PST y el MAS.
Su adhesión a nuestro partido –al que llegó hacia 1971 desde el grupo socialista de Juan Carlos Coral− lo ubicaron reiteradas veces como candidato a diputado o senador en el PST y en el MAS -y el Frente del Pueblo-. En varias oportunidades, además, realizó presentaciones de sus obras donando la recaudación al partido. Lo caracterizaba su espíritu crítico: comentó, con alegría, la estética que había disfrutado en el acto del MAS del 1o de mayo de 1988 que culminó con una gran ronda y baile colectivo sobre el césped de Ferro, y también, supo acercar sus opiniones personales acerca de la revolución centroamericana. Con puntos de vista propios, lo distinguió, a la vez, su lealtad y respeto hacia el partido.
Quien esto escribe, allá por 1990, lo entrevistó en México para El Socialista, el periódico del hermano Partido Obrero Socialista (POS): “Este es un país muy bello -dijo Tato- pero lo que más me impresiona siempre es la casa donde asesinaron a Trotsky: ante su tumba me demudo de admiración; fue una de las personas más destacadas del siglo”. Pavlovsky detestaba al estalinismo: “Digamos la verdad, hay marxistas tristes y alegres. La burocracia soviética era triste”. Y se sentía trotskista y apoyaba a nuestro partido, porque, además del compromiso político gozaba con la alegría de la vida, y eso lo animaba a luchar por un mundo distinto, sin fronteras, por la revolución y el socialismo. Se fue un grande de nuestra corriente, un intelectual íntegro y lo recordamos enarbolando por él las banderas rojas con las que se identificaba: “¡Hasta el socialismo siempre, querido Tato!”.
1. La ética del cuerpo, Conversaciones con Jorge Dubatti, Los libros de Babilonia, Buenos Aires, 1994